POR:
OCTAVIO DÍAZ G. L.
@octaviodiazg
Para Emilio, donde esté.
No todos son malos.
Las instituciones en
México están desprestigiadas ante la opinión pública como lo demuestra encuesta
tras encuesta que se hace sobre el tema. El Congreso, los partidos políticos,
las policías y los maestros, entre otros. Pero no todos quienes forman parte de
ellas son malos elementos. En esta guerra de baja intensidad que vive nuestro
país, donde cada año mueren alrededor de 20,000 personas asesinadas e incontables
más resultan heridas (No sé si haya estadísticas de los heridos o con daño
psicológico. Por lo menos nadie habla de ellos) hay ministerios públicos,
investigadores para la seguridad nacional, policías, soldados y marinos con
verdadero espíritu de servicio, dispuestos a defender a la sociedad, a dar la
vida por su país y lo hacen. Héroes anónimos de quienes nos enteramos por
accidente en la abundante nota roja que nos abruma y muy pocas veces se les reconoce y rinde los
honores que merecen. Muchos de ellos muertos con el estigma de la sospecha de no
saber de qué lado estaban. Todos ellos dejando familias destruidas y a veces
ellas mismas siendo víctimas de la violencia.
Lo mismo se puede decir de los
funcionarios públicos. La mayoría son personas comprometidas con sus trabajos y
no son corruptos aunque se tenga otra impresión. Que no se les sepa dirigir para
lograr lo que la sociedad necesita, no es culpa de ellos sino de sus jefes. También
hay políticos - quiero suponer, la mayoría - que desean el bien común, honestos, con
principios y participan en política porque quieren cambiar a su país para
mejorarlo. Igual sucede con la mayoría
de los empresarios, comprometidos a traer bienestar económico para sus
familias, para sus empleados, para sus proveedores y para sus clientes. Asimismo la mayoría de los maestros están comprometidos
con su vocación, con sus alumnos, dispuestos a trabajar en las peores
condiciones con tal de sacar del atraso educativo al país.
Para todos ellos que, a pesar del desprestigio
de sus instituciones y de sus gremios, del ambiente en el que trabajan - que
tiende a destruir y corromper a las
personas - permanecen íntegros, como buenos
y honestos trabajadores por el bien del país, mis respetos y felicitaciones. Son ellos, personas
anónimas, que sin darnos cuenta hacen que México - a pesar de todo lo malo que
vemos - prospere y no pierda la esperanza. Son los menos los que están en el lado oscuro
de la sociedad; el país en verdad se mueve, gracias al esfuerzo y convicción de
todos los demás.
Ya ni las formas se guardan.
Sorprenden las formas que maneja el Secretario de
Comunicaciones y Transportes. Acaba de anunciar que no volverán a participar en
la licitación del tren México- Querétaro las empresas mexicanas que, junto con
un consorcio chino, ganaron la licitación que luego fue cancelada. Lo digo no
porque no crea que haya graves conflictos de interés entre estas empresas e
importantes funcionarios del gobierno; efectivamente no deberían participar. Pero
un funcionario público no puede impedir que participe cualquier empresa si no lo
hace basado en la Ley. El Secretario no
ha invocado ninguna disposición legal para impedirles su participación (Dice
que la buscará), sino simplemente las ha vetado.
Asimismo no le pareció que debía declarar desierta la
licitación del tren cuando 16 empresas se retiraron de ella quedando solo un consorcio, quizá porque ya estaba
decidido que ese era el ganador designado. Tampoco guardó las formas cuando
canceló dicha licitación “por instrucciones del Presidente”, nuevamente sin
mencionar algún aspecto legal o siquiera de interés público. En un artículo
anterior mencioné la falta de transparencia que hubo en la licitación del
proyecto arquitectónico del nuevo
aeropuerto de la Cd. de México en donde, más que un concurso con reglas claras,
pareció una designación por la voluntad del Secretario.
Luego el periódico
Reforma ha documentado muchos otros contratos de obra pública en donde,
sospechosamente, las empresas ganadoras están ligadas a gobiernos anteriores
del Estado de México por haber ganado también
contratos multimillonarios en esa
entidad. Pareciera que ahora las empresas que se llevan los contratos del
gobierno federal no son aquellas que ofrecen
las mejores condiciones al Estado Mexicano como lo obliga el Art. 134 de
nuestra Constitución, sino aquellas empresas señaladas por la “superioridad”.
Michoacán no es el Paraíso. Hay una canción que habla de palomas
mensajeras volando sobre el Paraíso, porque “…Dios hace mucho tiempo que lo
quitó del cielo y por ponerle nombre le puso Michoacán...”. Pero hace décadas
que no lo es, si es que alguna vez lo fue. Ni siquiera, y por lo menos, el
Comisionado Castillo y el nuevo gobernador Jara han podido regresar la paz y la
legalidad a ese estado. Recientemente hubo 11 muertos en La Ruana en un enfrentamiento
entre fuerzas rurales que anteriormente
eran autodefensas y antes quizá eran bandas criminales.
Por lo pronto, hace un
año que un empresario fue asesinado –
como muchos otros – en Zacapu por no ceder a las extorsiones a que son
sometidos cotidianamente miles de
empresarios en ese estado. Su muerte, como la del 98% de los delitos que se
cometen en nuestro país, sigue impune. Una de las grandes carencias en México
es la falta de justicia y legalidad. Por ello surgen las autodefensas. Si el Estado
no puede, no queda más que hacer justicia por propia mano. Ojalá que no cunda
el ejemplo.
Mis
deseos porque 2015 sea un muy buen año para todos ustedes.
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