POR:
OCTAVIO DÍAZ G.L.
En
mi anterior artículo escribía que acontecimientos como los que ocurrieron en
Iguala donde se dio muerte a 6 personas y desaparecieron 43 normalistas secuestrados
por la policía, son amenazas a la
gobernabilidad del país y por tanto a la seguridad nacional. Pero si ya llovía
sobre mojado en ésta materia, ahora diluvia: una nueva amenaza se cierne no
solo sobre México sino sobre el mundo. Una vez más se podría presentar el
riesgo de una pandemia de consecuencias incalculables, en esta ocasión
protagonizada por el virus del Ébola. Hace pocos días se reportó que la
enfermedad está creciendo a un ritmo exponencial en el oeste de África
(Liberia, Guinea y Sierra Leona). Según un artículo de la revista “New England
Journal of Medicine” entre el 30 de diciembre de 2013 y el 14 de septiembre de
2014 se han reportado 4,507 casos con una tasa de mortalidad de 70.8%. Al 10 de
octubre, la Organización Mundial de la
Salud (OMS) reportaba 8,396 enfermos y 4,032 defunciones. La cifra está aumentando
exponencialmente y el número de casos para noviembre podría alcanzar a 20,000.
Pero
lo que parecía una enfermedad exótica en países lejanos ya apareció en Norteamérica
y Europa. Una persona se trasladó de Liberia a Estados Unidos siendo portador
del virus. Cuando se sintió mal acudió al Hospital Presbiteriano en la ciudad
de Dallas donde fue diagnosticado con la letal enfermedad y ya falleció. Por
ello Estados Unidos entró en una emergencia nacional. Además, dos de las enfermeras que lo atendieron, a pesar de haber
seguido todos los protocolos de
protección, se contagiaron, lo que ha demostrado que también los protocolos han
fallado. Misma situación en España donde otra enfermera que atendió a uno de
los enfermos repatriados de África a ese
país, también se ha contagiado de la enfermedad. El peligro de que la
enfermedad aparezca en México proviene de la cercanía que tenemos con la ciudad
de Dallas donde están los enfermos, pero también existe la posibilidad de que
entren viajeros portadores de la enfermedad provenientes de África e incluso de
España.
Es
conveniente recordar que los virus son estructuras orgánicas pero no se
clasifican como seres vivos sino como algo intermedio entre lo orgánico e
inorgánico. Tienen material genético y se reproducen mediante el auto ensamble
pero no tienen metabolismo ni estructura celular que los pueda caracterizar
como seres vivos. Al multiplicarse toman material de la célula invadida y la
destruyen, pasando a infectar células sanas para seguir el mismo proceso. Tal
es el caso del virus del Ébola que se trasladó de un animal a un ser humano y
es altamente contagiosa entre seres humanos.
De
acuerdo con la OMS se identificó que los murciélagos frugívoros son portadores naturales de este virus y se han detectado casos de infección
asociados a la manipulación de estos murciélagos, chimpancés, gorilas, monos,
antílopes y puercoespines infectados. Los primeros dos brotes identificados en
seres humanos ocurrieron en Sudán y en
Congo en 1976. Los síntomas son:
aparición súbita de fiebre, debilidad intensa y dolores musculares, de cabeza y de garganta,
seguida de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática
y, en algunos casos, hemorragias internas y externas. El periodo de incubación (intervalo desde la
infección hasta la aparición de los síntomas) oscila entre 2 y 21 días. La
transmisión de esta enfermedad se da por
contacto directo o indirecto con los
fluidos del enfermo y la tasa de mortalidad entre humanos puede alcanzar un
90%.
Se
pensaba que, a diferencia de las enfermedades transmitidas por aire como la
influenza, el Ébola no lo hacía. Sin
embargo en el caso de las enfermeras contagiadas - de acuerdo con un artículo
de la Universidad de Minnesota -
aparentemente el contagio se dio
no por contacto directo sino a través del aire, con fluidos del enfermo
transmitidos en forma de aerosol,
aspecto que no se había entendido lo suficientemente y que pudo
ocasionar el contagio al no tenerse el equipo protector adecuado. Dicha
Universidad recomienda que los que atiendan a los pacientes usen máscaras con
respiradores de aire purificado.
Así
como ya se aprobó la iniciativa para que México participe en las fuerzas de paz
de los Cascos Azules de la ONU sería deseable que un contingente de
trabajadores del área de salud se traslade a los países de África donde está en
su apogeo el brote de Ébola, para que no solo ayuden a las personas afectadas
sino para que tomen experiencias de primera mano en la problemática que México
tendría que enfrentar en el caso de un brote de esa enfermedad en nuestro país.
Un
brote de Ébola en nuestro territorio
podría presentar el riesgo de extenderse sin control y rebasar nuestros
sistemas de salud. No solo es necesario tener mecanismos de inteligencia para
detectar enfermos en los puertos de entrada, sino estar alertas en todo el
territorio ante cualquier indicio de la enfermedad. La clave para evitar su
diseminación es que se detecte en forma muy temprana para aislar a los enfermos
y posibles contagiados. El impacto de ésta enfermedad en México puede ser catastrófico por lo contagiosa, por
el alto índice de mortalidad y porque no
hay vacuna ni remedio que la cure. Todos los esfuerzos que se hagan para evitar
un brote valdrán la pena.
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@octaviodiazg http://heraldo.mx/tag/todo-terreno/ Correo: odiazgl@gmail.com
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