POR:
OCTAVIO DÍAZ GARCÍA DE LEÓN
@octaviodiazg
Los
comentarios del presidente Peña Nieto respecto a si la corrupción era un
problema cultural de los mexicanos, desataron mucha polémica y todavía sigue.
En ésta columna publiqué hace pocas semanas lo que opino al respecto. Más
recientemente plumas tan destacadas como la del Dr. Macario Schettino (El
Financiero), Roger Bartra y Alejandro Faya (Reforma) por mencionar algunos, han
escrito sobre el tema. Creo que está más que demostrado que la corrupción es un
cáncer que impide el desarrollo de nuestro país y, más allá de analizar las causas y discutir si
es un problema de instituciones o de costumbres, lo que siempre ha estado
disponible son herramientas para combatirla. Por ello urge que se retomen
algunas de ellas y se apliquen de inmediato.
Es
importante insistir en que el Senado designe ya al Fiscal Anti Corrupción
adscrito a la Procuraduría General de la República y que el Congreso promulgue la reforma que cree la Comisión Nacional
Anticorrupción. Pero no es todo lo que se puede hacer para combatir la
corrupción. Algunas de las herramientas que están disponibles se pueden reforzar o echar a andar de
inmediato. Entre ellas se pueden mencionar:
1. Transparencia. No basta que se tenga el derecho de
acceder a la información pública gubernamental, es necesario que más personas e
instituciones académicas se dediquen a analizar dicha información para detectar
posibles actos de corrupción y den a
conocer sus hallazgos.
2. Servicio
Profesional de Carrera.
Una de las ventajas del servicio civil
que contempla la Ley federal
respectiva es que los funcionarios públicos al tener certidumbre en la continuidad
de sus trabajos, evitan caer en actos de corrupción. No necesitan practicar el
“Año de Hidalgo” ni “robar poquito” para
asegurar su futuro pues la continuidad en sus trabajos les da certeza. Esta Ley
no ha sido del agrado de los altos mandos de las dependencias federales por lo
que suele haber designaciones tramposas. Es importante que se cumpla la Ley a
cabalidad para crear un verdadero servicio profesional de carrera.
3. Testigos
sociales. Toda gran
licitación requiere de la participación de testigos sociales quienes ayudan a
dar fe de la transparencia de los procesos y su apego a la Ley. Es lamentable
que en un caso reciente se haya intentado intimidar a un testigo social.
4. Trámites
automatizados. Entre
menos personas intervengan en la realización de trámites, menos oportunidades
existirán de que haya actos de corrupción. Es urgente tener más trámites digitales que de
ventanilla.
5. Desregulación. Los trámites, permisos, concesiones,
entre otros, se prestan a la discrecionalidad, a la opacidad y por tanto, a la
corrupción. Por ello es importante que haya los menos trámites posibles. Desde
que hace falta simplificar o eliminar los trámites que se requieren para abrir
empresas que solo fomentan la informalidad
y detienen a la economía, hasta los trámites para obtener concesiones en materia de hidrocarburos y
electricidad.
6. Denuncia
social. La denuncia
siempre ha sido una herramienta útil
para combatir actos de corrupción. Las denuncias bien encausadas que
aporten elementos de tiempo, lugar y modo son fuente muy importante para
instaurar procesos sólidos contra
funcionarios corruptos. Hay que propiciar que los ciudadanos denuncien cuando
encuentren prácticas de corrupción.
7. Usuario
simulado. Estos operativos
son grandes auxiliares para detectar actos de corrupción. Valdría la pena
impulsar la realización de estos operativos.
8. Campañas
en medios. En el
sexenio del presidente Fox se llevaron a cabo tareas de difusión entre la
sociedad para concientizarlos acerca de lo perjudicial que son los actos de corrupción
a través de campañas como la de los “Cine
minutos contra la corrupción”, el concurso para niños “Adiós a las Trampas”,
cursos universitarios contra la corrupción, etc. Se pueden retomar estos esfuerzos.
9. Programas
institucionales de combate a la corrupción. A través de la desaparecida “Comisión Intersecretarial para
la Transparencia y el Combate a la Corrupción en la Administración Pública
Federal”, se logró que cada institución del gobierno federal (240) tuviera sus programas de combate a la
corrupción y sus resultados se presentaban ante el Presidente y el gabinete
ampliado. Eran programas de carácter preventivo que permitían focalizar los
esfuerzos en las áreas más proclives a corrupción con el apoyo de los titulares
de las entidades y dependencias. Se podría revivir una Comisión similar.
10. Órganos
internos de control (OIC) y contralorías. Si bien el propósito de los OIC no es específicamente el
combarte a la corrupción, eran importantes auxiliares para combatirla. Con la
desaparición de la Secretaría de la Función Pública se ha disminuido el foco en
estos esfuerzos. Al depender los titulares de los OIC y contralores de los
titulares de entidades y dependencias, cada uno persigue diferentes prioridades
hacia adentro de sus instituciones. No necesariamente el combate a la
corrupción es una de ellas. Se podría volver a orientarlos hacia el combate a
la corrupción.
11. Organizaciones
de la Sociedad Civil.
Aún siguen siendo muy pocas las organizaciones de la sociedad civil que se
encargan de darle seguimiento a los temas de corrupción y la mayoría están en
la ciudad de México. Por ejemplo, no tengo noticia de una OSC con estos
propósitos en Aguascalientes.
Hay
más herramientas para combatir la corrupción sin necesidad de recurrir a
grandes reformas. Es importante que se cree la Comisión Nacional Anticorrupción
al haber desaparecido la Secretaría de la Función Pública, pero al final, para
combatir la corrupción, lo que hace
falta es voluntad.
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