POR:
OCTAVIO DÍAZ G. L.
Twitter:
@octaviodiazg
Durante
el desfile del pasado 16 de septiembre en la Cd. de México, llamó la atención
que se exhibieran aviones no tripulados para labores de inteligencia, lo que
los americanos llaman “drones” y cuyo número ha crecido espectacularmente en el país vecino. En México se empezaron a
usar en la administración del presidente Calderón y diversas dependencias del
gobierno federal compraron este tipo de aparatos. De acuerdo con un reportaje
de Contralínea, nueve de estos aviones fueron adquiridos en el sexenio
anterior: dos por la Policía Federal, dos por la SEDENA, dos por el CISEN y
tres por la SEMAR, estos últimos de fabricación propia y los demás de
fabricación israelí, aunque no se especifican los del CISEN.
Existen
diversos tipos de aviones no tripulados que van desde los muy pequeños que casi
parecen juguetes; los aviones del tipo “Predator” que son aviones militares
para operaciones de bombardeo, alcanzan altitudes de casi 10,000 metros y
pueden durar 30 horas o más en el aire; otros que se desplazan a velocidades
superiores a las del sonido; hasta aquellos que alcanzan alturas de 20,000 metros que se desplazan a menor
velocidad. El catálogo de aviones de este tipo es bastante amplio y ya son
usados por los ejércitos más importantes del mundo.
Se
han identificado numerosos usos para este tipo de aviones: para labores de
inteligencia para la seguridad nacional tales como ubicar grupos de terroristas y guerrilleros;
en seguridad pública para vigilar ductos que transportan hidrocarburos, vigilar
otras instalaciones estratégicas o localizar grupos de delincuentes; aplicaciones civiles para localizar incendios
forestales, sitios arqueológicos, derrama de contaminantes, para auxiliar en
desastres naturales, identificar tipos de cultivo y uso de suelo e identificar
yacimientos de hidrocarburos, entre
otros.
Para
los Estados Unidos estos aviones no
tripulados se han convertido en el arma favorita para atacar a terroristas en Pakistán, Afganistán, Somalia, Yemen, Irak y
Siria entre otros lugares. Con estos
aviones, los americanos han podido bombardear
campamentos y escondites de guerrilleros islámicos y las muertes producidas
por estos ataques ya pasan de las tres mil. También se sabe que “drones”
americanos incursionan en territorio
mexicano para actividades contra el tráfico de drogas.
La
ventaja de los aviones no tripulados vs. los tripulados son: pueden durar
muchas horas en vuelo; transportan explosivos más pequeños que los bombarderos
tradicionales o los misiles, por lo que los daños colaterales son menores; son más
baratos; y no hay riesgo para los pilotos. En Estados Unidos la tendencia es a
usar este tipo de aviones en lugar de los tripulados y ya se entrena a mas
pilotos de no tripulados que de los otros.
En
México las aplicaciones de este tipo de aviones aparentemente se están
enfocando a tareas de inteligencia y vigilancia y no para bombardeo de
objetivos. Sin embargo esta flota aérea es demasiado pequeña si solo existían nueve
aviones a finales del sexenio pasado. Aunque se hayan comprado algunos más en
este año y medio, seguramente son insuficientes dada la extensión del territorio nacional y
los riesgos que hay que atender en materia de seguridad. Estos aviones son
buenas herramientas de inteligencia, por ejemplo, para descubrir movimientos
de convoyes en los que se desplaza la
delincuencia organizada, pero requieren gran coordinación con fuerzas
operativas terrestres para poder interceptar estos convoyes. Su uso en el campo
puede ser útil también para descubrir plantíos de droga o ubicar escondites de
los delincuentes, especialmente en lugares de muy difícil acceso. En las ciudades
también tienen importantes aplicaciones para labores de vigilancia. Por
ejemplo, los pequeños “drones” que se
exhibieron en los patios de la Secretaría de Gobernación hace unos días,
se estaban proponiendo para el monitoreo de marchas y plantones.
El
presidente Peña ha indicado que una de sus grandes prioridades en el combate a
la delincuencia es el invertir en inteligencia. Prueba de ello es el crecimiento
exponencial que ha tenido el presupuesto del CISEN. El sexenio pasado creció su
presupuesto de forma importante al pasar de $1,114 millones de pesos (MDP) en
2007 para terminar en 2012 con $2,786 MDP
(2.5 veces más). Sin embargo, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda, para
2014 el presupuesto asciende a 7,537 MDP (2.7 veces el de 2012 y casi siete
veces el de 2007) de los cuales 4,600
MDP - dentro del rubro de “inversión física” -
son para “Centros Estratégicos de Inteligencia”. En 2015 no se
especifica para que propósitos, pero el CISEN está pidiendo para “inversión
física” $4,687,021,901 pesos, exactamente hasta el último peso, la misma
cantidad que se le otorgó en 2014 para este rubro.
Aquí
la pregunta es, ¿en que vale la pena invertir más, si en equipo y personal de recolección y análisis de inteligencia o en los centros de
fusión? (¿Qué es primero, tener la
inteligencia y analizarla o el
compartirla?). De cualquier forma, es una inversión muy considerable en “Centros Estratégicos de Inteligencia” que se
realizará este año y de seguir la misma lógica, si se invierte una cantidad
igual en 2015 en estos Centros, llegará
a más de 9 mil MDP en dos años, por lo que esperamos pronto ver resultados
espectaculares contra la delincuencia, derivados de toda esta inversión sin
precedentes en la historia del CISEN.
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