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@octaviodiazg
Pareciera
que el imaginario colectivo de nuestro país está anclado en el absolutismo de
otras épocas. Se suele pensar que el presidente de la república tiene un poder absoluto para hacer lo que quiera… o que debe tenerlo.
Claro, hay políticos que han hecho evolucionar
nuestro país hacia la democracia y millones de personas con su voto la han
ratificado. Pero en el fondo, en el
inconsciente colectivo, se prefiere y espera que el presidente sea todopoderoso.
No importa si no tiene la responsabilidad de lo que ocurre en el ámbito
soberano estatal y municipal, en el
poder legislativo y judicial o en cuestiones ajenas al gobierno. Un gran número de mexicanos espera que él lo resuelva todo.
Aún en comentarios de gente educada y convencida de la democracia, no falta el
reclamo que dice que tal o cual error o tal o cual acontecer se debe a la incapacidad del presidente en turno,
aunque no sea su responsabilidad. Se sigue pensando que, como en las épocas de
las “presidencias imperiales” – como las llamó Enrique Krauze-, los presidentes
deberían seguir siendo la autoridad omnipotente capaz de resolver los problemas
de nuestro país. Por ejemplo casi nadie atribuye a la incapacidad de los
gobernadores y presidentes municipales el que creciera el problema del
narcotráfico sino que la culpa se atribuye a quien ha ocupado la oficina de Los
Pinos.
Pero
el presidente Peña está dispuesto a ser el presidente fuerte que anhelan muchos
mexicanos. Su experimento de gobernar Michoacán por encima de las autoridades
locales y la gran aceptación que ha tenido,
va en este sentido así como
muchas otras de sus iniciativas. Para lograrlo, tiene que alinear a las numerosas
fuerzas que concurren a orientar la dirección que toma nuestro país. No solo aquellas
plasmadas en nuestra Constitución tales como los tres poderes, los órganos
constitucionales autónomos y los gobiernos estatales y municipales, sino también a los poderes extra legales. Entre estos últimos podemos mencionar:
1. Grandes empresas con poder
de mercado suficiente para fijar las condiciones en las que participan en sus
mercados, normalmente desventajosas para competidores y consumidores, y además con
poder para influir en decisiones gubernamentales clave.
2. Grandes sindicatos como el de
maestros, electricistas, petroleros, trabajadores del Seguro Social, trabajadores
al servicio del estado, mineros, telefonistas, etc., todos con capacidad para vetar los esfuerzos
del gobierno.
3. Cámaras y asociaciones
empresariales y gremiales de todo tipo
impulsando sus agendas.
4. Partidos políticos
interesados sólo en ganar elecciones.
5. Empresas de comunicación electrónica
e impresa interesadas en influir en gobiernos y manipular la opinión pública.
6. Grupos de la delincuencia
organizada.
7. Gobiernos extranjeros que desean
influir en el rumbo de nuestro país. Notoriamente Estados Unidos.
8. Iglesias de todas las
denominaciones pero especialmente la más grande que es la católica.
9. Inclusive el poder ejecutivo
federal no es monolítico. La enorme burocracia federal que tiene más de 250
instituciones entre secretarías, empresas paraestatales, organismos desconcentrados
y fideicomisos, actúan en función de sus propios intereses y objetivos.
Para
alinear todas estas fuerzas, el
presidente Peña ha impulsado algunas medidas que contribuirán a ello:
1. Creación de organismos autónomos
para romper privilegios de los grandes empresarios. Al gozar estos organismos de autonomía y estar dirigidos por
comisionados con un perfil muy técnico, lleva al campo de la técnica lo que
antes era una lucha de poder en donde lo que valía era el peso e influencia de
los actores económicos.
2. La autonomía constitucional
y creación del organismo de la transparencia y el de combate a la corrupción, lleva al terreno de la
rendición de cuentas lo que antes eran disputas feudales, corrupción e
ineficiencia en la actuación de todos los niveles de gobierno y con lo cual se espera
disminuir los abusos de la burocracia.
3. La autonomía del Instituto
Nacional de Evaluación Educativa para llevar al terreno técnico un tema
contencioso con el sindicato de maestros y la autonomía del CONEVAL para darle
independencia a la evaluación de resultados de los programas de gobierno.
4. La creación del Instituto
Nacional Electoral en sustitución del IFE y de los institutos electorales estatales pretende reducir el poder que tenían los gobernadores para manipular
las elecciones locales.
5. La creación de la
gendarmería para reforzar la seguridad en estados y municipios espera combatir
a la delincuencia organizada y acotar a las fuerzas estatales y municipales de
seguridad pública corrompidas.
6. La firma del Pacto por México alineó a partidos políticos
de oposición - antes enfocados a
combatir al gobierno en turno - hacia las grandes metas del actual gobierno.
El
presidente y su gobierno solo son una fuerza más que empuja al país en
determinada dirección. Su gran reto es lograr orientar los intereses y
fuerzas - que apuntan en todas direcciones - hacia el logro de los objetivos de
su presidencia. Hemos visto como el presidente Peña ha entendido lo que se debe
hacer y de paso satisfacer el anhelo de un gran segmento de nuestra población
que añoran los tiempos de un presidencialismo fuerte. Pero lo importante no es perseguir
el poder por el poder. Este debe usarse con el fin de lograr una buena
conducción del país. Usarlo solo para perpetuarse en él, no será bueno para
nadie.
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