22 de marzo de 2014

OCTAVIO PAZ: BRÚJULA Y SEXTANTE


 
@octaviodiazg

 

Para Gaby con cariño.

 

        Este 31 de marzo se cumplen cien años del nacimiento de Octavio Paz. Pocos escritores como él influyeron tanto en una generación de lectores entre los que me cuento. Pero su influencia no solo se dio  en México sino se sintió en el resto del mundo y por ello tuvo reconocimiento universal. Así fue como  ganó el Premio Cervantes, el Premio Jerusalén, el Premio Internacional  Neustadt de Literatura, el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán  y el Premio Nobel de Literatura entre otros. Poeta, ensayista, diplomático, fundador de revistas, polemista, Paz no solo fue una inteligencia de primer orden sino también un hombre independiente, con firmes convicciones democráticas y liberales que supo enfrentar tormentas. Atacado por “izquierdistas” radicales que incluso llegaron a quemar su efigie en una manifestación en el Monumento a la Independencia en la ciudad de México a unos pocos pasos de donde vivía, se mantuvo como un gran crítico de los regímenes totalitarios -  como el soviético y el cubano - o autoritarios como el nuestro de aquella época. Renunció a ser embajador de México en la India en 1968 cuando la matanza de estudiantes en Tlatelolco y se mantuvo apartado de los regímenes en turno. Ya hacia el final de su vida esa distancia se acortó y fue objeto de homenajes de los presidentes Salinas y Zedillo con los que tuvo mayor cercanía.

 

      Como lector de su obra mi relación con Paz ha sido permanente. A mi padre, que era un gran lector, le pareció que su hijo debía llamarse como el autor del libro - en ese entonces recientemente publicado - “El Laberinto de la Soledad”. Aún conservo la primera edición publicada por “Cuadernos Americanos”,  aquella que leyó mi padre y de donde tomó la idea de ponerme el nombre de su autor. Tuve un par de contactos personales muy breves con Paz. Uno  fue para pedirle que me autografiara ese libro y en otra ocasión le llamé por teléfono para invitarle a una reunión con altos directivos de la empresa en que yo trabajaba. Me llamó la atención su trato  directo y poco amable para rechazar la invitación. Luego con el tiempo supe que así era en lo personal con un cierto talante autoritario.  Pero eso no va más allá  de la anécdota personal. Lo importante de Paz es su obra.

 

     Quizá empecé a leer a Paz cuando tenía catorce o quince años. Los primeros libros suyos que leí fueron “La Centena”, una antología de su poesía publicada en 1968, y “Posdata” publicada en  1970  donde reúne tres ensayos haciendo una crítica al régimen que mató a los estudiantes en Tlatelolco y al partido que gobernaba en aquella época.  Luego leí otros libros suyos,  pero especialmente las revistas que fundó y dirigió: Plural y Vuelta.

     Así, los escritos de Paz y sus revistas fueron como la brújula y el sextante en el mar de lecturas por el que navegué. Una guía imprescindible que me llevó a descubrir autores que de no ser por Paz quizá nunca hubiera leído. Por ejemplo, al gran escritor rumano Emile  Cioran o a los autores franceses precursores del surrealismo:  Apollinaire y su libro  Caligramas;  Mallarmé y su poema “Un coup de des”,  Baudelaire y sus libros “Las Flores del Mal” y “Pequeños Poemas en Prosa”;  a Rimbaud - el poeta niño que escribió toda su obra  antes de los 17 años - y sus libros “Una Temporada en el Infierno” e “Iluminaciones”; el Conde de Lautreamont y “Los Cantos de Maldoror”;   al Marqués de Sade y su obra; hasta llegar a André Breton, iniciador del surrealismo, movimiento que influyó a Paz y al que pertenece parte de su obra.  Otros descubrimientos que le debo a Paz fueron los escritores Italo Calvino, Leonardo Sciascia y Milan Kundera. Pero también Paz me permitió descubrir a poetas mexicanos como Villaurrutia, López Velarde y especialmente a José Juan Tablada y Homero Aridjis, este último a través de la antología que Paz realizó junto con otros 3 poetas: “Poesía en Movimiento”. Asimismo a los poetas americanos  T.S. Eliot y Ezra Pound  o al gran poeta portugués Fernando Pessoa, a quien Paz contribuyó de manera muy importante a dar a conocer en nuestra lengua.

 

      Pero su guía me llevó no solo por el mar de la literatura. Gracias a la revista Vuelta conocí la obra de Karl Popper y descubrí a los enemigos de la sociedad abierta (Platón, Hegel y Marx).  Paz también me dio a conocer al Japón y su cultura llevándome a leer, por ejemplo,  su traducción de “Las Sendas de Oku”  de Matsuo Basho  y la antología de poesía “Kokinshu”. De tal forma que mi primer viaje al Japón  lo hice de la mano de  Paz, tratando de ver por mis propios ojos  lo que yo había leído en sus poemas y ensayos.   Mi deuda y agradecimiento con Octavio Paz es inmensa. Una deuda intelectual que estoy seguro tienen  otras personas de mi generación. No solo nos dio a  conocer  el mundo de la literatura contemporánea y nos acercó a países como Japón y la India,  sino con su actitud e ideas  políticas ayudó  a la transición democrática de nuestro país. Hace falta hoy en México su mente creativa, lúcida y crítica.  

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Blog: octaviodiazgl.blogspot.com                                Correo: odiazgl@gmail.com

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