23 de junio de 2013

SECRETOS DE ESTADO II



      Nuevamente la filtración de información confidencial sobre un tema de seguridad nacional del gobierno ha causado un enorme revuelo. El Presidente ha salido a dar declaraciones sobre el caso y a defender sus políticas. El Senado ha pedido cuentas a los responsables de la filtración. Se interpuso una demanda contra el gobierno por parte de una organización no gubernamental. La controversia es enorme y ha dominado los encabezados recientemente. Desde luego no me refiero a algo que haya sucedido en México, sino en Estados Unidos. Y no es porque aquí no ocurran estas filtraciones sino que las normas legales son más endebles al respecto, el escrutinio del Congreso sobre temas de seguridad nacional muy limitado y existe menos sensibilidad de la opinión pública acerca de cómo se deben tratar este tipo de  secretos.

     A principios de junio un periódico inglés dio a conocer que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos recababa los registros telefónicos de millones de americanos que no son sospechosos de ningún crimen. Poco después el Washington Post informó de un programa de espionaje conducido por dicha Agencia llamado  PRISM con el cual se solicita información a las grandes empresas proveedoras de servicios en internet tales como Google, Facebook, Apple, You Tube y Skype entre otras acerca de correos, imágenes, archivos y llamadas telefónicas por internet. Una vez dada esta información a la prensa, el propio Senado de E.U. reconoció que esto ocurre desde hace años. El culpable de estas filtraciones es Edward Snowden un empleado de una de las muchas empresas que le subcontratan servicios de inteligencia al gobierno americano.

      La filtración y el reconocimiento del gobierno de E.U. de que efectivamente realiza este tipo de espionaje a sus ciudadanos,  causó tremendo revuelo en los medios y afectó la imagen del Presidente Obama. Sin embargo estas actividades las realiza ese gobierno de forma legal ya que se hace con orden de juez especializado en estos temas. Pero la sociedad norteamericana se resiste, con justa razón, a que su propio gobierno los espíe sobre todo cuando se trata de ciudadanos inocentes. La dificultad consiste en que los terroristas, como lo hacen muchos  delincuentes en nuestro país, se mimetizan con el resto de la población. De allí que para identificar a los malos se tenga que investigar también a los buenos.

     Estos acontecimientos tienen varias aristas que vale la pena comentar:

1.    La evolución acelerada de la tecnología informática y de telecomunicaciones que permiten captar grandes cantidades de información de las personas, va más rápido que la reflexión ética y legal de lo que debe  permitir  la sociedad. Tal es el caso de la posibilidad de manejo masivo de información que ahora utilizan los gobiernos pero también las empresas privadas para entender mejor el comportamiento de sus ciudadanos o de sus consumidores.

2.    Al tener acceso a infinidad de datos personales y  poder analizarlos, lo importante es que haya acuerdo en la sociedad acerca de cuáles son los propósitos válidos para realizar estas acciones. Este acuerdo social debe quedar plasmado en leyes para proteger a  personas inocentes de que los métodos de espionaje no afecten sus vidas a través de un mal uso de esta información.

3.    En Estados Unidos la NSA, por motivos de seguridad nacional, se dedica a espiar comunicaciones de gobiernos y ciudadanos extranjeros desde los años cincuenta del siglo pasado. La novedad de lo revelado recientemente es que ello se realice a ciudadanos americanos,  la cantidad de información personal a la que pueden acceder y lo que se puede hacer a través de herramientas de cómputo con esa información. Desde saber quiénes son las amistades de las personas hasta saber dónde se encuentran  a todas horas del día, que están haciendo, que compran, con quienes se reúnen, etc. Además de conocer el contenido de todas sus comunicaciones personales.

4.    El debate se da porque si bien en aquél país reconocen que hay amenazas a la seguridad nacional que deben ser atendidas por todos los medios posibles, la preocupación de que un gobierno espíe a sus propios ciudadanos  revive los fantasmas de lo que en su momento hicieron  los  regímenes totalitarios  a través de sus policías políticas para acabar con los  opositores al régimen. La lista es larga pero no olvidemos a la Gestapo en la Alemania Nazi; a la Stassi en la Alemania del Este;  y a la Checa en la Unión Soviética entre otras.

      En lo que respecta a México, ciertamente la tecnología está disponible para que gobiernos y organizaciones privadas pongan en observación a casi toda la población.  Pero dudo  que hubiera capacidad para analizar tanta información y menos aún para actuar sobre las conclusiones de esos análisis.  Lo que sí es muy importante es que estas herramientas tecnológicas se utilicen para atrapar corruptos, delincuentes o personas vinculadas con el mundo criminal. Lo único malo es que en el proceso, quizá sea necesario investigar a buenos ciudadanos para encontrar a los malos que se ocultan entre la sociedad. Si es así, será importante que no vayan a pagar justos por pecadores, pero sobre todo, que quien realice estas actividades actúe apegado a derecho. 
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