Recientemente
tuvimos la visita del Presidente Obama de Estados Unidos y la del Presidente de
China y Secretario General del Partido Comunista Chino Xi Jinping. Los líderes
de las dos principales potencias del mundo, de visita en nuestro país. El despliegue de seguridad de Obama, enorme
como siempre, fue noticia por su exceso
mientras que el de Xi Jinping fue discreto. En estos detalles se pueden
observar las dos actitudes contrastantes: desconfianza y prepotencia por parte
de Estados Unidos y acercamiento y calidez por parte de China. En el sexenio
pasado la relación con Estados Unidos llegó a ser muy estrecha y con China
estuvo bastante deteriorada. Ahora el presidente Peña Nieto invierte los
papeles: enfría la relación con E.U. y
se acerca a China.
Y hay buenas
razones para hacerlo. China es la segunda economía más grande del mundo sólo
después de Estados Unidos, el cuarto país más grande en extensión territorial y el más poblado del mundo con 1,349 millones
de habitantes.
A raíz del auge
de la economía China impulsada por la gran visión de Deng Xiaoping y con la
ayuda del férreo control político que ejerce el Partido Comunista Chino sobre su pueblo, este país ha logrado un crecimiento anual del PIB en
promedio de 9.7% anual en los últimos 32 años. Su economía creció apoyada en
exportaciones de productos baratos debido
a una abundante fuerza de trabajo en condiciones laborales precarias. Ahora ya son
más los productos chinos que compiten no sólo en base a precios bajos sino que incorporan
alta tecnología. Esto ha logrado incrementar
los salarios de sus trabajadores que ya aportan no solo mano de obra
sino capital intelectual a sus productos. Este modelo de desarrollo lo siguieron
antes con éxito Taiwán, Hong Kong, Japón y Corea entre otros.
China ha competido
ferozmente con nuestros productos por años y ha desplazado a muchos de ellos. Aguascalientes
sufrió la desaparición de la industria textil local por las importaciones
chinas y la falta de competitividad para exportarlos y hace poco se debatía si
se debía permitir la instalación del desarrollo comercial Dragon Mart en Cancún por el riesgo de que nos
pudieran invadir de productos chinos. El
interés de China por México tiene varias
aristas: nuestro país como proveedor de
materias primas especialmente petróleo; como mercado, siendo el segundo más importante de Latinoamérica y
como competidor por el mercado de
Estados Unidos. En los tres aspectos hay riesgos para México: depender de las
compras chinas de materias primas ha causado problemas en América del Sur; ya
hemos visto los estragos que los productos baratos de ese país han ocasionado
en el mercado nacional; y finalmente como han desplazado a los nuestros en el mercado
americano.
Otra razón del
reciente interés de China por nuestro país podría ser el crear una relación especial con México por su
vecindad con E.U.. Así como Estados Unidos
choca con China al apoyar la independencia de Taiwán y las aspiraciones
independentistas del Tíbet, a China le podría ser benéfico poner un pie en nuestro país para generar contrapesos geopolíticos en esta zona del mundo.
Para México es buena idea el intentar diversificar mercados como en su momento lo intentó el presidente Salinas de Gortari, quien
inicialmente trató de cultivar una
relación más fuerte con los países europeos. (Ya antes el presidente Echeverría
había optado también por fortalecer los nexos con los países del tercer mundo).
Pero el presidente Salinas vio que Europa estaba enfrascada con el arranque de
la Unión Europea. Ante esto, optó por
impulsar el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) que ha
sido el mayor logro en la historia del comercio internacional de nuestro país.
Difícilmente
dejaremos de competir en los mercados mundiales con los productos chinos y va a
ser muy complicado entrar al mercado de aquél país. Si acaso una relación más
cercana con China podría servir para corregir un poco el gran déficit comercial que tenemos con ellos y
atraer algo de inversión. Sin embargo en el largo plazo la geografía acabará por
imponerse. Aunque por lo pronto Estados Unidos siga teniendo como prioridad los
añejos problemas bilaterales como el
tráfico de drogas, la migración ilegal y la inseguridad y que no exista mayor interés de su parte por nuestro país o
por Latinoamérica, la relación con China
nunca podrá tener la relevancia que tienen las relaciones con nuestro vecino
del norte. La lejanía, cultura e idioma siempre hará difícil la relación con
China.
Mejor sería llevar la relación con Estados Unidos un paso más
allá del TLCAN. Una unión a la europea con el libre flujo de personas y
mercancías y quizá una moneda común sería el siguiente gran paso para nuestro país y con ello mejorar el nivel de vida de todos los
mexicanos. Desde luego que en Estados Unidos hay mucha oposición a ello, como
lo hubo para la aprobación del TLCAN, por razones raciales, religiosas, pasando
por la oposición de los sindicatos,
entre otros obstáculos. Lo mismo ocurre en México. Pero vencer estas
dificultades hará que en el largo plazo
una Unión para Norteamérica le reditúe mucho más a nuestro país que una
estrecha relación con China.
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