Desde los
sismos de 1985 no ocurría en la Ciudad de México una tragedia como la que
ocurrió el jueves pasado en el edificio B-2 del complejo de las oficinas
centrales de Pemex. La tragedia más reciente fue la caída casi en la
confluencia de las calles Reforma y
Periférico del avión en que viajaba el entonces Secretario de Gobernación con otros acompañantes y que provocó un total
de 16 muertos y 40 heridos el 4 de noviembre de 2008. Al
momento de escribir esto van 33 muertos y 121 heridos en el incidente de Pemex.
Tres pisos se desplomaron por su parte interna
sin dejar huella alguna de fuego. No se saben aún las causas de la
tragedia pero por lo pronto el gobernador Carlos Lozano de la Torre dio
instrucciones el pasado 2 de febrero para reforzar la vigilancia en los puntos
estratégicos de Aguascalientes para evitar algún atentado.
Existen dos
explicaciones posibles: fue un accidente o un atentado. Si fue un accidente, se
tendrá que explicar que lo causó, porqué produjo tanto daño y
porqué no hubo fuego. Esto último es interesante. En los videos que se
tomaron desde la Torre Latinoamericana se ve lo que parece una bola de fuego. Se ha manejado que explotó una caldera; que
hubo una fuga de gas; que grandes cantidades de gas halón se encontraban
almacenadas en el sótano del edificio y
que produjo una “implosión”. No conozco de calderas, si sean capaces de causar tanto daño y si al estallar no provocan incendios.
Lo tendrán que determinar los expertos. Por lo que respecta a la fuga de gas yo creo que ésta sí causa
explosión y produce fuego, mismo del que no hay evidencias. Por lo que respecta
a la hipótesis del gas halón, el Procurador General de la República dijo que no
es correcta y que evidentemente hubo una
explosión.
En todo caso
¿cómo es posible que en un complejo de oficinas donde trabajan alrededor de
10,000 personas hubiese la presencia de algo que representara un riesgo tan
elevado? Ojalá esto sirva para que todos los grandes edificios y puntos
estratégicos de la Ciudad de México sean
revisados concienzudamente para ver si no existen riesgos que puedan desencadenar tragedias de la
magnitud de lo ocurrido. Sería también una poderosa llamada de atención
para las brigadas de protección civil
del gobierno y de las empresas a fin de que revisen sus protocolos de
seguridad. Por lo pronto conozco
edificios de más de diez pisos de altura que almacenan en sus sótanos
grandes archivos que en caso de incendiarse representan una gran amenaza para
todo los que trabajan allí.
El peor de los
escenarios es que haya sido un atentado. Normalmente cuando ocurre un atentado
terrorista siempre hay un grupo que reivindica el suceso. La lógica del terror
es la publicidad. Hasta antes del jueves se han dado incidentes menores en donde supuestos grupos ecologistas
atacan cajeros bancarios automáticos en horas de la madrugada con explosivos
caseros muy primitivos. Atentados de mayor envergadura son los que ocurrieron
contra ductos de Pemex en el estado de Guanajuato, Veracruz y Tlaxcala en el
2007 y que se atribuyó el EPR. Estos
ataques no produjeron muertes sino sólo
daños materiales.
En el caso del
edificio de Pemex, si fue un atentado nadie lo ha reivindicado. ¿Estaríamos
entonces ante un escenario similar a lo que ocurrió en Morelia cuando unos criminales arrojaron una granada
en medio de la multitud que celebraba el grito la noche del 15 de septiembre de
2008 y que produjo 7 muertos y 132 heridos? En la masacre de Morelia ningún grupo
se adjudicó la matanza. ¿Fue un mensaje? ¿De quién, a quién o con que
propósito? No se sabe. Si estuviéramos ante el mismo escenario en el caso de
las oficinas de Pemex ¿fue un mensaje sólo para
iniciados? No se había observado en México tal capacidad destructiva en
un atentado y en un lugar de la visibilidad de Pemex. ¿Estamos ya ante la misma
sofisticación que sólo reconocidos
grupos terroristas de otras partes del mundo habían exhibido? A
diferencia de lo que ocurre en otros países donde grupos terroristas como la
ETA, el ERI o Al Qaeda son capaces de producir artefactos explosivos con gran
capacidad de destrucción, en México no existe o no existía la presencia de
artificieros, es decir, terroristas
entrenadas en el manejo de explosivos con este grado de sofisticación.
Otra hipótesis
que se ha manejado es que hubo intención de destruir archivos para ocultar corrupción, delitos o vaya usted
a saber qué. La hipótesis es algo endeble. Un buen incendio a la medianoche
habría acabado con toda la evidencia incriminante. Hasta donde se ha visto los
corruptos no son asesinos u organizan masacres para ocultar sus fechorías.
Tampoco se les sabe torpes. Los papeles quedaron dispersos pero sin destruir.
Si se
confirma que lo de PEMEX fue un atentado, entonces estamos entrando en terrenos
desconocidos previamente en México.
Ojalá las autoridades esclarezcan pronto estos sucesos y tomen las
medidas necesarias para evitar que algo similar vuelva a ocurrir. Lo que está
en juego es la tranquilidad de todos los
mexicanos.
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Que tal
ResponderEliminarYo trabajo en Pemex, y fui parte de los rescatistas, debajo del B1 y B2 no hay calderas ni nada que provoque lo ocurrido, y menos acumulacion de gas, debido a que el sotano y las trincheras tienen digamos asi suficiente ventilacion. El edificio B2 se observa como si lo hubieran querido derrivar, puesto que la explosion provoco daño solamente en toda su area, Papeles que se hayan querido destruir no, puesto que aparte de existir todo fisicamente, todo tiene respaldo virtual, en archivos pdf existentes en los servidores.
Ni a nosotros como trabajadores nos han aclarado el suceso, ni creo que lo hagan, y esa ficcion que dicen sobre la causa, gas metano, nadie como petrolero les creemos.
Efectivamente seguimos esperando respuestas. Mis condolencias a los trabajadores afectados y sus familias. Que nunca se vuelva a repetir una tragedia asi. Accidente o no, no es posible que pase esto.
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