Para Papá que me enseñó a explorar el
universo.
Hace apenas
doscientos años la humanidad ni siquiera sospechaba que hubiese un universo
vasto y caótico. Hoy en día los
científicos hablan incluso de que
existen universos paralelos. Para las
personas de aquella época su universo se reducía a su aldea de la que nunca
salían y la naturaleza que les rodeaba. Las estrellas en el cielo eran puntos luminosos agrupados en lo que parecían
figuras a las cuales los astrólogos atribuían misteriosas influencias en la
vida de los humanos.
El siglo XX
cambió por completo la noción del cosmos. De repente la humanidad supo que nada viaja más rápido
que la luz; que las estrellas son grandes masas de hidrógeno y helio encendidas
en reacciones nucleares liberando enormes cantidades de energía; que los
planetas giran alrededor del sol, no
atraídos por él, sino recorriendo un misterioso camino de espacio distorsionado
por la gravedad; que nuestro Sol es sólo una estrella entre 300 mil millones en
nuestra galaxia y está ubicado en el brazo de Orión y Cisne en esa espiral de
estrellas que nuestros antepasados bautizaron como Vía Láctea. Pero además, la nuestra es sólo una galaxia entre lo que se
estima son más de 170 mil millones de galaxias en el universo visible. La vastedad
del universo rebasa nuestra imaginación. Tenemos a miles de millones de galaxias que a su vez tienen
cada una miles de millones de estrellas y cada estrella es posible que tenga
planetas como los de nuestro sistema
solar. Entre tantos planetas, ¿no habrá algunos en que haya vida o será un
fenómeno exclusivo de este pequeño planeta azul en un sistema solar cuyo centro
es una modesta estrella girando
alrededor del centro de una galaxia común y corriente? ¿Serán la vida y la
inteligencia un mero producto del azar? ¿No habrá algo semejante en el resto
del universo?
Habrá quien explique el origen de la vida y la
inteligencia en base a los designios de
Dios. Otros dirán que fue el azar con sus probabilidades y los miles de
millones de años que tomó que se desarrollaran, primero la vida y más
recientemente la inteligencia que tendrá
unos cuantos millones de años. Es muy difícil saberlo.
La especie
humana, ante esta vastedad desmesurada, se siente demasiado sola y frágil, sujeta a las
vicisitudes de una humanidad capaz de autodestruirse. También siente claustrofobia en este mundo
que le empieza a quedar chico y mira hacia afuera. Estas ansias por salir de su
espacio conocido explotó hace 500 años cuando la aventura consistía en atravesar los mares
que no se sabía si tenían fin, para alcanzar lejanas tierras y ver si
estaban habitadas por quien sabe que extrañas civilizaciones. En el siglo
pasado el Hombre viajó a la Luna. Ahora
quiere ir a Marte. La humanidad desea salir de este mundo y explorar y
conquistar otros mundos; también ansía saber
si hay vida en otras partes del universo. Quizá dentro de 500 años cuando los planetas de nuestro sistema solar y mas
probablemente sus satélites ya hayan sido recorridos y habitados por nuestra raza, se intentará viajar a las 72 estrellas que están a menos
de 16.3 años luz de distancia; y quizá dentro de 5000 años más, las estrellas de la Vía Láctea estén ya al
alcance de los seres humanos y entonces querrán ir a otras galaxias. Así como
no se imaginaron nuestros antepasados hace 500 años que recorreríamos el mundo
en aviones en unas cuantas horas o que iríamos a la Luna y a Marte, no es descabellado pensar que los humanos
puedan salir de la Tierra hacia otros mundos.
Pero los seres
humanos que vivimos hoy tenemos poca esperanza de saber si hay vida e
inteligencia fuera de nuestro planeta. Lo único que nos queda es pensar que hay
otras civilizaciones que nos puedan
visitar. Libros y películas reflejan
este sueño, tales como “Contacto” de
Carl Sagan, en donde una civilización que vive en una estrella cercana hace
contacto con la Tierra y envía los planos de una nave para irlos a visitar; o “Encuentros cercanos del Tercer Tipo” en
donde llegan extraterrestres para
devolver a personas que habían desaparecido misteriosamente para llevarse a otros dispuestos a convivir
con ellos.
Nuestra civilización
ha dado origen a sectas que se suicidan pensando que así irán al encuentro de
extraterrestres. Todos los días en todas partes del mundo se avistan objetos
voladores no identificados a los que se les atribuye origen extraterrestre. Las
supuestas evidencias de que seres de otros mundos han llegado a la Tierra se multiplican. Detrás
de ese deseo de que haya extraterrestres se esconde el temor a estar solos en
el universo y el sentirse pequeños e indefensos. Somos incrédulos de que
podamos ser un fenómeno único en esta inmensidad; de que podamos ser producto
solamente del azar y del tiempo.
Incrédulos ante
lo extraño que resulta el fenómeno de la vida y la posibilidad de tener inteligencia,
la especie humana sale a buscar compañía u observa esperanzada a ver si alguien
viene de visita. Quizá resulte que a lo mejor, efectivamente no estamos solos.
________________________________________________________________
Estoy en: www.heraldo.mx/tag/todo-terreno Twitter: @octaviodiazg
Blog: octaviodiazgl.blogspot.com Correo: octaviodiazgl@yahoo.com.mx