12 de mayo de 2019

ACOSO LABORAL



Por: Octavio Díaz García de León.

    
     La idea: Se le presta más atención al problema de acoso sexual en el lugar de trabajo que a otro tipo de agresiones. Sin embargo, existe otra práctica igual de insidiosa que afecta las relaciones interpersonales y la productividad: el acoso laboral. Ocurre más frecuente de lo que pensamos, resulta muy desgastante para la víctima y distrae al victimizador de ocuparse de los aspectos importantes de su trabajo.

     Es probable que ustedes hayan sufrido acoso laboral en el trabajo o lo sufrirán en su vida laboral. Y no me refiero a casos donde existe un jefe autoritario, exigente y neurótico. Aunque es un mal estilo de dirección, a algunos les da resultados aunque a un costo personal importante y creando un ambiente de trabajo de animadversión, disgusto y miedo.

    El acoso laboral se produce cuando las conductas de jefes o compañeros de trabajo se vuelven tan hostiles y de forma tan sistemática hacia una persona, que le ocasiona problemas psicológicos e imposibilidad para realizar su trabajo.

    También puede ocasionar  daño económico para el acosado  o  ponerlo en conflicto grave cuando se le obliga a realizar acciones que atentan contra sus principios, las leyes y la ética.  

    Estas tácticas también suelen aplicarse en casos en que los jefes quieren  forzar a las personas a renunciar por su propia voluntad al no soportar la presión del acoso.

    ¿Por qué ciertos jefes escogen este camino más desgastante para los involucrados, en lugar de llegar a un acuerdo sano de separación?

    Porque en el caso de las empresas es más costoso un despido injustificado ya que implica una indemnización como lo fija la ley laboral.

    Esta situación se da en el gobierno por las mismas razones y también como una forma de deshacerse de personas que les son incómodas.

    El acoso laboral se da cuando el jefe inmediato no tiene la opción de despedir a la persona porque se la impusieron y para convencer a su superior jerárquico  tiene que “armar un expediente” para  demostrar que la persona no le funciona.

    También ocurre cuando no se desea pagarle al trabajador una indemnización conforme a la Ley.

    Sucede  que algunos malos directivos creen que es la mejor forma de deshacerse de una persona, en lugar de  llegar a un acuerdo de separación.

     Algunos jefes reaccionan negativamente cuando no tienen la posibilidad de decidir quiénes serán sus subordinados y se ven obligados a trabajar con personas que  no escogieron. Si estos jefes carecen de  capacidades para trabajar con personas que son diferentes de ellas por motivos de edad, formación, antecedentes o preferencias, es probable que se dé un choque que derive en acoso laboral.   

   Los métodos de hostigamiento son variados. Puede darse mediante exigencias exageradas que no tienen que ver con la importancia o la urgencia del trabajo. Se trata de poner presión y demostrar que la persona acosada es una inútil y que no puede con el trabajo.

    La presión se ejerce también atentando contra el tiempo libre del acosado. Horarios interminables sin pago de horas extras; obligación de trabajar en fines de semana; alterar planes de vacaciones, para echarlos a perder; llamadas a casa a todas horas, especialmente a altas horas de la noche con cualquier pretexto de un supuesto trabajo urgente, acompañada de amenazas y reclamos contra el desempeño del subordinado.

    También está la táctica pasiva. El congelar a la persona sin darle trabajo, sin tomarla en cuenta para nada, quitándole su oficina, poniéndola en un rincón donde nadie le puede hablar, quitándole herramientas de trabajo, ignorándola para cualquier asunto que pudiera ser de su competencia, restringiendo su actividad y movimientos. Como ponerla en una cárcel  virtual.

    La idea es desquiciar al acosado para que renuncie por su propia voluntad.

    El acoso laboral es un gran problema en el lugar de trabajo ya que  puede afectar psicológicamente de forma grave al acosado, puede generar violencia física, afecta la productividad y crea un ambiente de trabajo inadecuado.

    Lo difícil del asunto es que el acosado no tiene muchos medios de defensa y la presión aplicada puede desbordar por caminos negativos. Ya sea dañando al acosado o generando violencia que ponen en riesgo a todo el personal.

    En el gobierno son muy frecuentes las denuncias por esta razón ante los órganos internos de control. Sin embargo, existen mecanismos para evitarlo a través de los comités de ética que también  atienden denuncias de este tipo.

    El Código de Ética recién emitido por la Dra. Irma Eréndira Sandoval, Secretaria de la Función Pública y La Ley General de Responsabilidades Administrativas califican como infracciones a estas disposiciones normativas, las conductas del tipo de acoso laboral.

    Esperemos que esta práctica tan insidiosa por parte de malos jefes sea erradicada a fin de tener ambientes de trabajo respetuosos de los derechos humanos, de las leyes laborales,  de las demás disposiciones normativas y sobre todo para tener ambientes de trabajo sanos y orientados a dar resultados. ________________________________________________________________
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10 de mayo de 2019

INSEGURIDAD COTIDIANA



Por: Octavio Díaz García de León

     La idea: Cuando se habla de inseguridad en los medios por lo general se citan  las cifras de homicidios dolosos. Pero la inseguridad cotidiana se refleja mejor en la incidencia  de otro tipo de delitos que afectan más pero que se les pone menos atención por “pequeños”. Muchos de ellos son originados por los mercados de bienes ilícitos, en gran parte tolerados por las autoridades municipales. 

     Cuando se habla del problema de seguridad pública, se hace mucho énfasis en la cifra de homicidios dolosos, la cual sigue creciendo a niveles que nos hace parecer un país en guerra.

    Muestra de ello es que en el primer trimestre del año hubo 8,493 homicidios dolosos, (https://www.elsoldemexico.com.mx/mexico/sociedad/primer-trimestre-del-ano-el-mas-violento-de-la-historia-sesnsp-pais-seguridad-mexico-ciudad-estado-homicidios-delitos-3349204.html) la cifra más alta desde que inició en 1997 este registro por parte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

    Es correcto que se le preste atención a los asesinatos porque un homicidio es el mayor agravio que se puede cometer contra una persona. Sin embargo, las cifras que mejor reflejan la inseguridad en nuestro país son otras.

    Las cifras relevantes se refieren a delitos que nos afectan cotidianamente y que nos hacen vivir con la angustia de no saber cuándo nos van a secuestrar, robar, extorsionar o defraudar y si en ese proceso nos causarán algún daño físico.  

    El INEGI en su Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2018,  con datos del 2017 (https://www.inegi.org.mx/programas/envipe/2018/) presenta una excelente panorámica:

  •           El 35.6% de los hogares de México tuvo al menos una víctima del delito.
  •          Hubo 25.4 millones, 3 de cada 10 mexicanos mayores de 18 años, víctimas del delito.  
  •          Se cometieron 33.6 millones de delitos.
  •          Los delitos tuvieron un costo para la población de $299.6 mil millones de pesos, esto es el 1.65% del PIB.
  •          No hubo denuncia en el 93.2% de los casos.
  •          De los que sí se abrió averiguación previa, en el 55.9% de los casos no pasó nada o se cerró la investigación, esto es, hubo impunidad total en el 97% de los casos.

     Los delitos más frecuentes fueron el robo en transporte púbico o en la calle, los cuales ascendieron a 9.5 millones de incidentes, seguido por el delito de extorsión que se dio en 6.6 millones de casos. Después del homicidio, quizás el delito de más alto impacto fue el secuestro, de los cuales el INEGI indica que se cometieron 80,790.

    La zona más insegura del país es la zona metropolitana de la Ciudad de México donde, por ejemplo, se registraron 31,175 robos por cada 100,000 habitantes. Cifras más recientes indican que en el primer trimestre de 2019 se abrieron 1,056 carpetas de investigación por asaltos en el Metro de la ciudad, lo cual indica que, si incluimos una estimación de no denunciadas, el número real de robos podría ascender a 15,530. (https://www.animalpolitico.com/2019/04/denuncias-robo-metro-cdmx-subregistro/?utm_source=Hoy+en+Animal&utm_campaign=78d073c5b2-EMAIL_CAMPAIGN_2019_04_29_12_23&utm_medium=email&utm_term=0_ae638a5d34-78d073c5b2-392976985)

   Estos delitos son los que más afectan a las familias mexicanas y la responsabilidad de evitarlos radica principalmente en las autoridades locales por ser delitos del fuero común.  

    Una de las causas de esta inseguridad cotidiana se debe en gran parte a la existencia de mercados de bienes ilícitos. Entre ellos, el tráfico de celulares, autos, relojes y joyas, todos ellos robados, y, por otra parte, drogas y armas. Si se atacaran estos mercados, quizá se podría reducir la inseguridad que padecemos.

    Los mercados de mercancía ilícita más grandes del país quizás se encuentren en el Valle de México. Por ejemplo, en el centro histórico de la Cd. de México podemos ver a plena luz del día el tráfico de celulares robados. Estos mercados de bienes robados y el comercio informal, son tolerados o tienen la complicidad de las autoridades de la Ciudad de México.

    Otros lugares tradicionales de mercados ilícitos en la Ciudad de México son las colonias Doctores y Buenos Aires donde se trafica impunemente con autos y refacciones robadas. También tenemos el tráfico de drogas en las colonias Condesa, Roma, Juárez y muchas otras.

    Por su parte, el cobro de derecho de piso y la extorsión a los comerciantes establecidos, afecta a muchas ciudades del país sin que las autoridades locales lo eviten.

    La existencia de estos mercados ilícitos tiene décadas, pero nos hemos acostumbrado a ver este fenómeno como natural e incluso acudir a comprar bienes robados, lo que a su vez fomenta la inseguridad.

    Se podría empezar por cerrar estos enormes mercados de bienes robados que están a la vista de todos. Las autoridades locales  saben quiénes son, que venden, cual es el origen de sus mercancías, donde y como lavan su dinero, y conocen las redes de asaltantes que los alimentan. Se podría empezar por combatir la corrupción y las complicidades de las autoridades.

    Si bien las cifras de homicidios son alarmantes, las cifras de otros delitos son aún más escandalosas. Compete a las autoridades municipales y estatales el proporcionar seguridad pública a sus gobernados. Ojalá hagan pronto y bien su trabajo para darnos seguridad. De nada sirven discursos, planes y reuniones de coordinación. Lo que todos esperamos, son resultados.

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26 de abril de 2019

AUSTERIDAD Y BUEN GOBIERNO




Por: Octavio Díaz García de León

    La idea: Dos grandes propósitos se han planteado en esta nueva administración: combatir la corrupción y gobernar con austeridad. Ambas estrategias son muy importantes ante los excesos que se dieron en administraciones anteriores. Pero solo son medios para lograr un fin: tener un buen gobierno. Para lograrlo, no bastan los recortes; hace falta mejorar los procesos.

    No recuerdo, desde la administración de Miguel de la Madrid, un programa de austeridad tan ambicioso como el que se está dando al inicio de este sexenio.

   De la Madrid no tuvo otra opción ante la crisis descomunal de deuda derivada del gasto excesivo y el crecimiento desordenado de la burocracia en los sexenios de Echeverría y López Portillo.  

    Sin embargo, a diferencia de las crisis de los ochenta y la de 1995, hoy en día los niveles de endeudamiento y gasto público están dentro de parámetros  aceptables para las calificadoras financieras internacionales. (https://www.eleconomista.com.mx/mercados/Dificil-que-Mexico-pierda-el-grado-de-inversion-calificadoras-20190214-0009.html)

   La austeridad en este sexenio no proviene entonces de una crisis macroeconómica, sino del estilo personal de gobernar del presidente López Obrador, a quien le disgustan el boato y el abuso en la utilización de los recursos públicos. Para él,  la austeridad es una forma de gobierno.

    En  sexenios anteriores se dio un  crecimiento descontrolado de la nómina del gobierno, con plazas eventuales y contratación de personal  por medio de “outsourcing”, esquemas que proliferaron para darle la vuelta a la creación de plazas que supuestamente estaba restringida.

    También se crearon nuevos organismos con estructuras burocráticas excesivas las cuales no todas proporcionan a la sociedad más valor de lo que cuestan.  

   Además, existen redes clientelares añejas, que operan a través de  intermediarios,   beneficiando a  sus líderes,  quienes ejercían el poder político con dinero del erario y favoreciendo a los gobiernos en turno.

   Por ello,  resulta conveniente reducir plazas de estructura, eliminar los esquemas de “outsourcing”, quitar las plazas eventuales, desaparecer organismos gubernamentales  que no le ofrezcan valor a la sociedad y entregar el dinero directamente a los beneficiarios de los programas sociales para darle a cada persona la posibilidad de decidir cómo usar su dinero sin que el gobierno o sus intermediarios, dicten las reglas de como recibir y  utilizar esos recursos.

  Era necesario dar marcha atrás a esta inercia de gasto que iba camino de convertirse en inmanejable y que, de continuar, nos hubiera llevado a crisis similares a las que se vivieron a fines del siglo pasado.

   Sin embargo,  las medidas de austeridad para eficientar al gobierno son necesarias pero no  suficientes.

   En la lógica de la burocracia se piensa que proporcionar más servicios con mejor calidad solo se puede lograr a través de tener más recursos. La petición siempre es la misma: si les dan más trabajo,  requieren más plazas,  más herramientas y más infraestructura. Es un enfoque errado porque el dar resultados no se logra solo con más recursos,  sino con el buen uso de los mismos.

   Por eso,  a los gobiernos que quieren satisfacer las demandas de la población, se les acaba desbordando el gasto sin dar mejores resultados porque solo se concentran en agregar recursos y no en mejorar sus procesos.

   Si esta lógica se aplicara en las empresas, estas quebrarían rápidamente.

    Los gobiernos también quiebran,  pero toma más tiempo y causa más daño. Así lo vivimos en los sexenios de Echeverría, López Portillo, De la Madrid y Zedillo y las consecuencias para la población fueron terribles.

    Para  vencer las inercias burocráticas se requiere un cambio de mentalidad en los servidores públicos y un cambio de paradigma en la forma de operar del gobierno.  

    No basta con recortar plazas, organismos gubernamentales y eliminar gastos superfluos para que el gobierno funcione mejor.  Si se sigue trabajando igual que siempre pero ahora con menos recursos, la cantidad y calidad de los servicios se deteriorarán.

   Es necesario rediseñar los procesos del gobierno mediante técnicas de optimización que incluyan el  uso extendido de automatización, inteligencia artificial,  gobierno digital, y otros avances en la gestión de instituciones.  (https://www.heflo.com/es/blog/automatizacion-procesos/que-es-optimizacion-procesos/).

   Expertos en investigación de operaciones y optimización deberían revisar y mejorar todos los procesos del gobierno para que se usen mejor los recursos escasos y derive en mejores servicios tanto en cantidad como calidad.

  Al inicio de este sexenio, con un presidente que promueve la austeridad, es oportuno  transformar al gobierno en uno que haga verdaderamente más con menos,  realizando una reingeniería  a fondo de los procesos gubernamentales, para hacerlos más eficientes y eliminar puestos de trabajo de manera ordenada y racional. La austeridad burocrática será buena para el país, siempre y cuando no se deteriore la acción del gobierno.

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12 de abril de 2019

ALERTA CONTRA EL FASCISMO



Por: Octavio Díaz García de León

   La idea: Existe una ola de gobiernos fascistas elegidos democráticamente. El fascismo entendido no como una ideología, sino como un método político para implantar regímenes autoritarios de izquierda o de derecha cuyos líderes lo que pretenden es perpetuarse en el poder.  El mundo debe estar alerta para evitar que haya más de estos regímenes.

  En su más reciente libro, “Fascismo. Una advertencia”,  Madeleine Albright hace un  recuento histórico de los gobiernos fascistas y pasa a analizar a los actuales gobiernos del mundo que han seguido el camino inaugurado por Mussolini en Italia en los años veinte del siglo pasado, terminando su recuento con Trump.

  A continuación, cito algunos de los aspectos más importantes que identifica la autora en su libro.

  Inicia con una descripción del régimen de Mussolini:  

-       Logró el apoyo inicial de las masas ofreciendo trabajos, apoyando a ancianos y discapacitados, creando infraestructura y tratando de mejorar el gobierno.

-       Llevó a cabo una campaña para “drenar el pantano” de la burocracia (Palabras que usa Trump)  despidiendo a más de 35,000 servidores públicos y castigando al resto.  Lo hizo aprovechando el disgusto popular por lo que se percibía como un mal gobierno. 

En contraposición a la lucha de clases, buscó unir a trabajadores y empresarios,  creando un Estado corporativo bajo su dirección, que resultó ineficaz.

Trató de  hacer de Italia un país autosuficiente, sin éxito.

-  Llegó a decir que “A veces me gustaría estar equivocado, pero hasta ahora no ha ocurrido.

 -     Consolidó su poder aboliendo a todos los partidos, eliminó la libertad de prensa, neutralizó al movimiento obrero y nombró autoridades municipales.

 Se unió a Hitler en la segunda guerra mundial, fue derrotado y acabó asesinado por sus enemigos.

Hitler retomó muchos de los conceptos de Mussolini, a quien admiraba, para destruir la democracia en Alemania sin perder el apoyo de las masas. La autora también lo describe:

-  Hitler decía que la mayoría de las personas deseaban fervientemente tener fe en algo y que no estaban equipados intelectualmente para determinar sobre qué. Por lo tanto, lo mejor era reducir los problemas a términos que eran fáciles de entender, haciéndoles creer que detrás de todos sus problemas había un grupo de personas que los ocasionaban: los judíos.

-   Entendió que sus compatriotas querían  a un hombre que expresara su enojo, entendiera sus miedos y los supo manipular a través de la propaganda, logrando su apoyo irrestricto.

-   Hitler terminó derrotado y suicidándose, después de ocasionar  el holocausto,  decenas de millones de muertos por la guerra y destruyendo a su país.

   Albright hace mención de personajes fascistas tales como Franco (España), Stalin (URSS), el Sen. McCarthy (E.U.A.), Perón (Argentina), el Gral. Velasco (Perú),  y más recientes, como  Milosevic (Serbia),  Duterte (Filipinas), Chávez (Venezuela), Erdogan (Turquía),  Orbán (Hungría), Putin (Rusia), Kaczynski (Polonia), Kim Il-sung y Kim Jong-un (Corea del Norte) y  Trump (E.U.A.).

   La autora describe lo que  el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán,  ha bautizado como democracia iliberal, quien dice haberla copiado de los regímenes de Putin y de Erdogan. Para él, una democracia iliberal está centrada en las supuestas necesidades de la comunidad, en lugar de los derechos inalienables de los individuos. Es democrática porque respeta la voluntad de las mayorías: es iliberal porque no atiende a  las minorías.

   Orbán usa la consulta popular para diseminar y validar falsedades. Hace consultas basadas en mentiras de tal forma que la mentira entra al debate nacional. Esto lo hace tomando el ejemplo de los nazis quienes la perfeccionaron, para darle visos de legalidad al régimen de Hitler.

   Albright cita a Primo Lévi, escritor sobreviviente del holocausto, que decía que cada época tiene su fascismo y que el punto crítico puede ser alcanzado “no solo a través de la intimidación de los policías, sino negando y distorsionando información, debilitando el sistema de justicia, paralizando el sistema educativo y diseminando  una sutil nostalgia por un pasado donde existía orden”.

   Albright dice que el fascismo empieza con personajes como Mussolini o Hitler quienes en sus inicios eran irrelevantes y quienes van construyendo al fascismo con pequeños pasos sucesivos,  de tal manera que el tránsito al fascismo es sutil y las personas no se dan cuenta hasta que es demasiado tarde.

   Los fascistas suelen llegar al poder  democráticamente y luego se dedican a debilitar a los poderes que  les hacen contrapeso, como el Congreso, el Poder Judicial, los partidos de oposición y la prensa independiente.

   Según Albright, no es la ideología la que define al fascismo,  sino las prácticas autoritarias para destruir a la democracia, implantar creencias de carácter discriminatorio hacia las minorías,  polarizar a las sociedades entre buenos y malos y quitando libertades a los opositores, hasta destruirlos.

   La advertencia del libro de Albright va dirigida a los riesgos que plantea el gobierno de Trump y es un llamado para que Estados Unidos no caiga en el fascismo. Es oportuno también para que el resto del mundo no caiga en la trampa de elegir gobernantes fascistas. ________________________________________________________________
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29 de marzo de 2019

REPLANTEAR EL SISTEMA ANTICORRUPCIÓN




Por: Octavio Díaz García de León

     La idea: El Sistema Nacional Anticorrupción es un sistema complejo, de difícil coordinación y poco eficaz. Su falta de resultados no es porque no se le haya dado  tiempo para funcionar  o por no haber  incorporado los elementos que aún le hacen falta. Más bien, no se tomó en cuenta la dinámica propia de las instituciones que conforman el Sistema,  dado que el combate a la corrupción no es su objetivo central y por lo tanto, no están enfocadas a ese tema.  Podría ser oportuno replantear el cómo combatir la corrupción.

     El Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) está formado por siete instituciones: la Secretaría de la Función Pública (SFP), el Consejo de la Judicatura, la Auditoría Superior de la Federación, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, la Fiscalía Especializada en Combata a la Corrupción, el Tribunal Federal de Justicia Administrativa y el Comité de Participación Ciudadana (CPC), uno de cuyos integrantes preside al SNA. Esta integración se replica en cada una de las 32 entidades federativas

    Una de las complejidades del SNA es que de las instituciones que pertenecen al Sistema, solo una de ellas, la Fiscalía Anticorrupción,  tiene como objetivo central el combate a la corrupción.  Las demás instituciones han tratado de incidir en el tema, pero al no estar en sus atribuciones, lo hacen de manera indirecta.

    Los titulares de las siete instituciones que conforman el SNA, convergen en reuniones periódicas, pero no se tocan casos específicos de corrupción o se toman acciones que permitan atender con urgencia el combate a la misma. Además,  hace falta la participación de otras instituciones como la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), el Sistema de Administración Tributaria (SAT) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

    Por otra parte, a la Secretaría Ejecutiva del SNA la ha faltado visibilidad y empujar los temas a su cargo, mientras que  el  CPC,  quien tiene la presidencia del Comité Coordinador del  SNA,  no ha tenido la fuerza política necesaria para mover al resto de los integrantes del Sistema.

    La presidencia rotatoria del SNA, a cargo del CPC,  dura solo un año y no les da tiempo suficiente a sus presidentes para lograr un impacto de fondo.

    Otro problema que requiere atención urgente es la Ley General de Responsabilidades Administrativas la cual impide tener una acción eficaz en el combate a la corrupción por ser una ley garantista, por exigir capacidades que falta desarrollar a quienes la implementan y por serias deficiencias jurídicas, todo lo cual abona a la impunidad.

    Respecto a las declaraciones 3 de 3 ya he expuesto con anterioridad, algunos de los problemas que presentan, tales como la falta de continuidad entre la información histórica y los nuevos formatos aprobados. Por otra parte, el hacerlas públicas puede ocasionar riesgos de seguridad a los servidores públicos sin que su publicidad ayude al combate a la corrupción.

    Y es que el problema medular de las declaraciones 3 de 3 consiste en verificar la información que se presenta. Ni la SFP, ni sus OIC, ni otras instancias,  tienen aún la capacidad suficiente para realizar dichas verificaciones ahora que el número de obligados asciende a casi 5 millones de servidores públicos.

    Respecto a los nuevos formatos de las 3 de 3, el CC del SNA, a petición de la Dra. Sandoval, Secretaria de la Función Pública, aceptó revisarlos y no entrarán en vigor  hasta finales de este año, después de ser simplificados.

    Es tiempo de analizar si el SNA es el instrumento adecuado para combatir la corrupción. Se podrían replantear algunos aspectos:

  1.    Darle el liderazgo del combate a la corrupción a la institución que sí tiene ese mandato, que es la Fiscalía Anticorrupción y que ella sea la encargada de articular la investigación de casos específicos de corrupción que cruzan transversalmente a diferentes instituciones.

  2.    En lugar de un Comité Coordinador crear  una Comisión Interinstitucional que incorpore a otras instancias de la APF, como al INEGI, el SAT y  la UIF, presidida por la SFP y con el apoyo de la Secretaría Ejecutiva del SNA.

  3.    Para la parte preventiva se podría privilegiar la actuación de la SFP para que tenga el liderazgo en esta materia en toda la APF a través de una Comisión Intersecretarial que impuse programas preventivos anticorrupción.

  4.    Que la SFP convoque a la sociedad civil a colaborar en tareas de  vigilancia ciudadana, investigación de casos de corrupción, denuncia de los mismos  y propuesta de políticas públicas.

  5.    Revisar y reformar el marco jurídico aplicable al combate a la corrupción para volverlo más eficaz.

Sería conveniente que, de llevarse a cabo nuevas reformas, se hagan de la mano de quienes tendrán que implementarlas, para evitar el divorcio entre su diseño y su implementación como ocurrió el sexenio pasado. Es el momento oportuno para replantear la forma de combatir la corrupción de una manera más sencilla y eficaz ante la urgencia por dar resultados.
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15 de marzo de 2019

PRESIDENTE FILÓSOFO




Por: Octavio Díaz García de León

    La idea: El presidente de Francia, Emmanuel Macron, es un mandatario con un perfil fuera de lo común. Filósofo, administrador público, financiero, pianista, novelista y político consumado. Si bien en los últimos meses su gobierno está siendo acosado por grandes protestas de los “chalecos amarillos”, sus ideas para gobernar son muy interesantes.

    Según Platón en su diálogo La República, los filósofos son quienes deberían ser   gobernantes y propone una larga educación de  más de 30 años para que lleguen a gobernar. Estas ideas son contrarias al ideal democrático, como lo criticó Karl  Popper.

    Pero en el fondo, tiene sentido. Se requieren gobernantes bien preparados, no solo desde el punto de vista técnico, sino como lo propone Platón, se debe conocer qué es el bien para poder hacer el bien.

    En estos tiempos donde el populismo de izquierda o derecha avanza en una buena parte del mundo y surgen sistemas como la democracia iliberal, hacen falta gobernantes preparados que sean capaz de conducir los destinos de una nación.

    Y qué  mejor que se elijan por la vía democrática.  Es así que en Francia se eligió a Emmanuel Macron en 2017. Un presidente filósofo  quien no se avergüenza de serlo y  aplica su intelectualismo en el discurso y la acción de gobierno.

   En un libro reciente, titulado  “Revolution Francaise. Emmanuel Macron y la Búsqueda para Reinventar una Nación”  (https://www.bloomsbury.com/uk/revolution-francaise-9781472948618/), la periodista Sophie Pedder  hace un retrato muy interesante de este personaje. Cito a continuación las características que identifica la autora:

    Macron fue educado en un colegio jesuita y al mismo tiempo estudió piano en el Conservatorio de Amiens, donde llegó a ganar premios. Proveniente de una familia laica, decidió abrazar el catolicismo a los 12 años. Estudió dos carreras: Ciencias Políticas y Filosofía. Posteriormente estudió en la elitista Escuela Nacional de Administración.

   Se casó con quien había sido su profesora en la secundaria,  24 años mayor que él y cuyos hijos tienen la edad de Macron. Fue discípulo de uno de los más importantes  filósofos franceses, Paul Ricoeur.

   Fue un banquero muy exitoso con la Banca Rotschild que lo hizo millonario,  para luego incursionar en el gobierno llegando a ser Ministro de Economía en la administración  del  presidente Francoise Hollande. Escribió tres novelas aún no publicadas y lee ficción y poesía todos los días. Su compositor favorito es Bach.

   Viendo la disfuncionalidad de los partidos políticos, creó su propio movimiento político, “En Marche”, que lo llevó a la presidencia de su país a los 39 años de edad.

   Su ideología es netamente pragmática. Está a favor de reducir el gasto púbico, pero promueve grandes proyectos de inversión. Apoya el libre comercio y la globalización y al mismo tiempo busca proteger a Europa de sus competidores. Cree en la economía de mercado pero pide regulación para enfrentar los excesos del capitalismo

    Su agenda política oscila entre la izquierda y la derecha pero siempre buscando el bien común. Esto se deriva de la influencia de Ricoeur quien estaba en contra del dogmatismo filosófico  y para quien era necesario otorgar derechos iguales a interpretaciones opuestas.

  Macron desarrolló la convicción  de que la sociedad debe trabajar colectivamente hacia el bien común,  así como una creencia en la necesidad constante de confrontar las ideas con la realidad.  

   Sus ideas parten del racionalismo ilustrado creyendo en la perfectibilidad del hombre y en la necesidad de liberar las capacidades individuales. Su idea no es dirigir la vida de las personas.

   A aquellos a quienes no les vayan bien les ofrece protegerlos de los grandes accidentes de la vida. De acuerdo con las ideas de Rawls y Sen, quiere que la relación entre Estado e individuo haga explotar las capacidades de los individuos en lugar de frenarlas.

   Por décadas, izquierda y derecha han intentado aplicar una ideología a la realidad, lo cual es un error. Para Macron lo correcto es un enfoque pragmático. Aplicar ideas que funcionan, a la realidad. Pretende alcanzar un balance entre libertad y protección,  en el cual el Estado habilitador se vuelva una herramienta para el progreso del individuo.

   Él ha dicho que si la solución fuera altos impuestos y gasto excesivo para combatir la pobreza y el desempleo, Francia hubiera eliminado ambas hace mucho tiempo  y no ha sucedido así.

   La sociedad francesa, debido a la influencia de la Iglesia Católica, se estructuró verticalmente y retiene la expectativa de una autoridad central. Los franceses anhelan un monarca.  Macron construye grandes narrativas basado en el pasado glorioso de Francia y se presenta como algo parecido a un monarca.

    Tiene fe en la meritocracia y la competencia técnica y está determinado a quitar a los políticos de carrera que solo buscan extraer rentas.

    Parece que Macron logrará sobrevivir las protestas de los “chalecos amarillos”. Sus ideas y acciones, orientadas al pragmatismo en la búsqueda del bien común y a la protección de la libertad de los individuos, son un aire fresco ante la avalancha de mandatarios populistas y autoritarios  que han llegado al poder para no soltarlo y coartar las libertades individuales y la democracia.  Ojalá hubiese más gobernantes filósofos como lo pretendía Platón;  Macron puede ser un ejemplo de ello.
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