Por: Octavio Díaz García de León.
La idea: El que haya un ingreso
básico universal para todos es una vieja propuesta que ha tomado fuerza recientemente.
Debido a los avances tecnológicos que están produciendo el desplazamiento de la
fuerza de trabajo, se requiere analizar cómo se puede implementar esta
iniciativa y que sea fiscalmente viable. También es importante atender a los
impactos psicológicos que puede causar en las personas y los tabúes culturales
que hay que romper.
Hace tres años escribí un artículo sobre este tema derivado de una propuesta de
campaña que hizo el entonces candidato a la presidencia, Ricardo Anaya. Como no
ganó, ya no sabremos si se hubiera podido dar este beneficio a la población. Esta
propuesta tenía muchas ventajas, pero una de las limitaciones que yo observaba
era la viabilidad fiscal para sostener un programa así, con un ingreso que
realmente permitiera a las personas subsistir.
El presidente López Obrador mantiene un programa
que inició en el sexenio del presidente Calderón, dirigido a los adultos de más
de 68 años y a los de 65 o más que viven en municipios indígenas, con un monto que
asciende a $15,300 pesos al año. Este es el único apoyo de carácter universal,
aunque acotado por la edad, que otorga el gobierno.
En las condiciones económicas que ahora vive
nuestro país, es menos viable que en 2018 el poder otorgar un beneficio de este
tipo a la población, a menos que sustituyera a todos los programas sociales. Sin
embargo, el mundo se enfrenta a una revolución industrial que requiere considerar
el otorgar un ingreso básico para todos.
La Cuarta
Revolución Industrial que estamos
viviendo es producto de avances extraordinarios en la tecnología. Una de las
transformaciones que se están dando es, por ejemplo, la robotización de la
producción de bienes y servicios, lo cual inevitablemente desplazará de sus
actuales trabajos a cientos de millones de personas por todo el mundo.
Las empresas, al abaratarse y perfeccionarse los
robots, la capacidad de procesamiento y almacenamiento de información, las
telecomunicaciones, el transporte, y la inteligencia artificial, irán
eliminando empleos, desplazando no solo a trabajadores que realizan trabajo
manual repetitivo, sino también a los profesionistas.
En un ensayo de 1966, Erich Fromm proponía un “sueldo asegurado” para todos. El veía una sociedad próspera con suficiente
dinero para dar un ingreso mínimo garantizado a todos. Le impulsaba a proponerlo
el que el hombre tuviera libertad de actuación, la cual era limitada por las
condiciones sociales imperantes que obligaban a las personas a trabajar para
subsistir. El sueldo asegurado daría esa anhelada libertad a todas las personas
para poder dedicarse a desarrollar sus potencialidades como seres humanos.
Pero eso requería transformaciones importantes.
Tal como “pasar del consumo individual máximo el consumo óptimo; desplazar la
producción de las necesidades individuales a la producción de bienes públicos”.
La necesidad de superar ciertos tabúes psicológicos tal como “la abolición del
principio “el que no trabaja no come””.
El Estado tendría que transformarse también para
convertirse en un eficiente proveedor de bienes públicos básicos y ser el
articulador con el empresariado para orientar la producción de bienes y
servicios hacia aspectos que permitan mejorar la calidad de vida y disminuir el
consumo irracional. Debería también ser capaz de reciclar las utilidades
generadas por empresas que ya no ocupen personal, para distribuirlas a través
de este ingreso universal.
Es oportuno considerar el otorgar este “sueldo
asegurado” para todos, antes de que la tecnología desplace al ser humano de sus
trabajos. También hay que reflexionar sobre los cambios que deben ocurrir en la
sociedad para racionalizar el consumo, para ocupar de una manera productiva el
tiempo liberado y superar el condicionamiento psicológico que asocie el derecho
a subsistir con la obligación de trabajar, para con ello acceder a una sociedad
que permita desarrollar todas las capacidades del ser humano.
Si bien para México el escenario de la disrupción
por la Cuarta Revolución Industrial aún se ve distante, el impacto vendrá tarde
o temprano y es oportuno ir construyendo el andamiaje necesario para transitar
hacia ella.
La Cuarta Revolución Industrial junto con el
ingreso básico universal permitirán desarrollar todas las capacidades del ser
humano, gracias al tiempo del que dispondrá al no tener que vivir para
trabajar. Los satisfactores que hacen posible la vida humana serán en su
mayoría producidos por robots y todos tendrán acceso a un ingreso básico que
les permita vivir.
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Twitter: @octaviodiazg
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