Por: Octavio Díaz García de León
El candidato presidencial de “Por México al Frente”, Ricardo Anaya, ha
presentado lo que podría ser quizá la propuesta más interesante en las últimas
semanas. De las decenas de propuestas de otros candidatos, algunas no tienen pies
ni cabeza o son meras ocurrencias. Ésta, por lo menos, tiene una larga
historia.
De acuerdo con el libro “Ingreso Básico. Una propuesta radical para una
sociedad libre y una economía sensata” de Philippe Van Parjis y Yannick
Vanderborght, ambos profesores de la Universidad Católica de Lovaina en
Bélgica, sus antecedentes se remontan a 1526 con la publicación del libro de
Juan Luis Vives, judío converso español, “De la ayuda a los pobres”.
La primera propuesta de un ingreso básico la hizo Thomas Paine en el
panfleto “Justicia Agraria” publicado en 1796, en donde proponía dar una
cantidad de dinero a toda persona que cumpliese 21 años y un ingreso fijo anual
vitalicio a toda persona de 50 años o más.
La propuesta de Anaya es muy similar a lo que proponen los profesores
belgas en su libro y refleja las ideas de decenas de economistas a lo largo de
la historia, entre ellos, por ejemplo, Friedman, Galbraith y Tobin. En Estados
Unidos el presidente Nixon introdujo un esquema parecido y luego en 1972 el
candidato a la presidencia de Estados Unidos, George Mc Govern, propuso un
ingreso fijo universal. Existen otras propuestas y experimentos que se han dado
en todo el mundo.
¿Qué es lo que propone Anaya?
El Ingreso Básico
Universal es una cantidad de dinero pagada mensualmente a cada ciudadano
mexicano. Se financiaría con ingresos que siempre subestima Hacienda, como los
686 mil millones de pesos en 2016 que no estaban previstos en la Ley de
Ingresos. También reordenando el gasto social ya que actualmente existen más de
6 mil 500 programas sociales, algunos de ellos sin reglas de operación o padrón
de beneficiarios confiable. Existen muchos programas duplicados y una enorme
corrupción que si se eliminaran ayudarán a financiar este programa. Por otra
parte, hace falta un programa serio de austeridad y ahorro, eliminando todos
los gastos innecesarios y los privilegios de los funcionarios públicos. (Propuesta
Anaya)
Menciona diez razones por las que
otorgar este ingreso es una buena idea:
1. Reduce la pobreza, especialmente la
pobreza extrema.
2. Reduce la desigualdad.
3. Se elimina la trampa de la pobreza.
Actualmente los beneficiarios de los programas sociales saben que, si dejan de
ser pobres, dejarán de recibir los apoyos.
4. Al ser para todos, se eliminan
muchísimos costos burocráticos. En lugar de pagarle a los que seleccionan a los
beneficiarios, administran y operan los programas sociales, se le da directamente
el dinero a la gente.
5. Al ser universal, se elimina por
completo el uso político y clientelar de los programas sociales.
6. Le permite a la gente arriesgarse
para intentar cosas nuevas, emprender nuevos proyectos.
7. Convierte a todos los ciudadanos en
sujetos de crédito.
8. Estimula el mercado interno. La gente gasta más y eso provoca que crezca
la economía y se generen más empleos.
9. Permite hacer frente a los problemas
de desempleo debido a la automatización y a la robotización.
10. Valora trabajos que normalmente no
se pagan como el del ama de casa o el trabajo de quienes cuidan a un familiar
enfermo o con discapacidad.
¿Populista
y financieramente inviable?
A la propuesta se le ha tachado de populista e inviable desde un punto
de vista financiero. En contraste, quienes la impulsan en el mundo lo ven
como una manera de darle más libertad de elegir a los que tienen menos
ingresos. Además, en nuestro país, podría
ser una solución a la corrupción y el clientelismo que se da en los programas
sociales.
Uno de los obstáculos es vencer el cacicazgo de quienes dirigen el clientelismo.
Requiere romper poderosas estructuras de poder y que el PAN, cuando gobernó, no
desapareció porque eran una buena fuente de control político. ¿Estará
dispuesto Anaya a abandonar el clientelismo de los programas sociales que
favoreció por décadas al PRI, y más recientemente al PRD y al PAN? Parece
que sí.
Una objeción al programa es que podría fomentar el ocio al tener todas
las personas un ingreso mínimo. Esto no sucederá, porque la cantidad no sería
suficiente para vivir bien en el largo plazo. Sería darles a las personas un
margen de maniobra por si desean capacitarse, cambiar de trabajo, descansar un
tiempo, etc. Se trata de darles más libertad para que decidan su destino.
La gran pregunta es si
efectivamente es viable financieramente. La propuesta de los profesores belgas es que
el ingreso no pase de ser un 25% del PIB per cápita. En el caso de México el 25% del PIB per cápita
equivale a $3,171 pesos al mes (Ver
INEGI), un 18% por encima del salario mínimo y costaría $4.6 billones de pesos,
casi equivalente a todo el presupuesto del gobierno federal, por lo que sería
imposible otorgarlo.
Suponiendo que fuera la cuarta parte
de un salario mínimo (Y esto lo digo yo, no Anaya), aproximadamente $670 pesos
al mes, tendría un costo de alrededor de 1 billón de pesos equivalente al 20%
del presupuesto federal. También se ve difícil financiar esta cantidad, pero no
imposible.
¿Qué tanto ayudaría un ingreso universal de $670 pesos al mes? Seguramente para el 50% de la población que
vive en pobreza, sería una buena ayuda, sin desincentivar el trabajar o buscar
empleo remunerado.
Las grandes
beneficiarias de este programa podrían ser las mujeres, especialmente aquellas
que realizan trabajo no remunerado en sus hogares. Con ello se les
daría oportunidad de mejorar sus condiciones personales e incluso la libertad
de abandonar hogares con parejas abusivas. El dinero que les correspondería a
los menores de edad, se les podría dar también a las mamás.
A las personas de mayor ingreso también se les daría, pero quizá en la
forma de un impuesto sobre la renta negativo.
Hay muchos detalles que tendría que aclarar el candidato Anaya. Por lo
menos su propuesta es novedosa e interesante.
Desafortunadamente, hay una escasez de buenas propuestas entre los
candidatos actuales que oscilan entre más de lo mismo y ocurrencias. Ojalá
pronto surjan otras propuestas que valga la pena discutir.
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