LA SILLA ROTA
Por: Octavio Díaz García de León
La matanza de diecisiete estudiantes en la escuela preparatoria de Parkland
en Florida, ocurrida el pasado 14 de febrero, ha revivido la discusión en
Estados Unidos respecto a qué hacer con la abundancia de armas de fuego
(Pistolas, revólveres, rifles, ametralladoras, escopetas, etc.) y la facilidad que
tienen para adquirirlas sus habitantes.
Los promotores de las armas en
ese país, encabezadas por la Asociación Nacional del Rifle y apoyados por
políticos como el presidente Trump, han hecho propuestas tan absurdas como
pedir que los maestros en las escuelas estén armados para defenderse de los
locos que los acechan.
El pasado sábado 24 de marzo centenas de miles de personas en más de
800 ciudades de todo el mundo, aunque la mayor parte en Estados Unidos, se
unieron a protestar contra las políticas permisivas de posesión de armas y que
ha costado la vida de tantas víctimas inocentes en el vecino país. (Mapa
de manifestaciones)
Organizado por estudiantes de escuelas preparatorias en su mayoría,
estos jóvenes han dicho a los políticos de su país que ya basta y están
dispuestos a votarlos fuera de sus puestos en el Congreso de seguir apoyando
las políticas absurdas de ventas de armas prácticamente sin restricciones.
Alimentadas por un enorme y poderoso aparato de cabilderos, políticos
comprados, propaganda, mercadotecnia y otros medios de manipulación, los
americanos se han vuelto adictos a las armas. En uno de los países con el mejor sistema
judicial y policíaco del mundo, a los americanos comunes los han hecho sentir
inseguros y creen que necesitan tener armas en casa o incluso portarlas, para
defenderse quién sabe de qué enemigo imaginario. A otros, simplemente les
gustan sus armas y disfrutan el tenerlas y usarlas.
Detrás de toda esta afición armamentista se encuentran poderosos
intereses comerciales de los fabricantes de armas. Tan solo en Estados Unidos
los ingresos por ventas de todo tipo de armamento para las compañías de ese
país ascendieron a 238 mil millones de dólares en 2016 generando utilidades del
orden de 36 mil millones de dólares y generando empleo para medio millón de
personas.
En
lo que se refiere a armas de fuego, durante 2015 se fabricaron en Estados
Unidos 9.3 millones de armas de fuego, de las cuales se exportaron 343 mil y se
importaron 3.9 millones; es decir tan solo en ese año los americanos compraron
12.9 millones de armas de fuego. De esta forma, el 42% de los hogares en
Estados Unidos tienen al menos un arma de fuego. (Comercio
de armas de fuego)
Desafortunadamente los
jóvenes estudiantes de primaria, secundaria y universidad de aquel país van a
sufrir más atentados antes de que logren vencer los intereses tan arraigados en
favor de ese negocio.
Como lo plantea Steven
Pinker en su libro Los
Mejores Ángeles de Nuestra Naturaleza la
violencia ha disminuido en el mundo. Después de la segunda Guerra Mundial ya no
hubo guerras entre grandes potencias y después de la Guerra Fría, las guerras
han sido pequeñas y a nivel regional.
Sin embargo, no se ha desmantelado
y transformado todo el aparato productor de armas en el mundo y los intereses
alrededor del complejo industrial de la guerra, siempre buscan oportunidades
para usarlas.
Aunque suene obvio, no
hay que olvidar que las armas para lo único que sirven es para matar personas y
destruir propiedades. Es una de las peores industrias que tiene la humanidad
por inmoral, dado que su producto busca acabar con vidas, herir a las personas
o destruir propiedades.
El pequeño beneficio
que genera es para los dueños de las fábricas, sus trabajadores (Que no tienen
la culpa), quienes comercian con las armas y aquellos que las usan para
mantener sometidos a sus pueblos, cometer fechorías o para crear conflictos con
países vecinos.
Si en México no hubiera
la disponibilidad de armas de fuego que hay, no se tendrían los altos índices
de violencia que estamos padeciendo. Desafortunadamente para nuestro país, el
tener un vecino que produce cerca de 9 millones de armas de fuego al año e
importa otros 4 millones, hace que muchas de ellas encuentren su destino ilegal
en México.
La única forma de
acabar con la violencia derivada de las armas es prohibir su producción en todo
el mundo. Esto no se llevaría a cabo de
inmediato sino de forma gradual, transformando la industria de armamento en una
industria para la paz. Pero es tiempo de empezar ya a erradicar esa industria
que solo le causa daño a la humanidad y en México, realizar mayores esfuerzos
para evitar la posesión ilegal de armas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario