Por: Octavio Díaz García de León
En el mundo desarrollado hay un brote grave de intolerancia y
discriminación. Desde el racismo de Trump y sus seguidores, pasando por el temor
a los inmigrantes que llevó a Gran Bretaña a salir de la Unión Europea y las posiciones
que enarbolan los diferentes partidos de derecha en Alemania, Austria, Francia,
Polonia y otros países, en donde el extranjero se convierte en el indeseable
del que hay que deshacerse.
La pesadilla de Hitler podría volver a repetirse si las sociedades de
todo el mundo no hacen algo para evitarlo. Pero no es solo es el racismo. Es
también, por ejemplo, la intolerancia religiosa y la misoginia que se vive en
los países islámicos. La población de esos países vive con costumbres
medievales que atentan contra los derechos humanos.
Podríamos estar en riesgo de repetir lo peor de nuestra historia. Desde
el holocausto hasta las nuevas Inquisiciones. Basta darse una vuelta por el
Museo de Memoria y Tolerancia en la CDMX (https://octaviodiazgl.blogspot.mx/2016/04/memoria-de-los-genocidios.html), para comprender
mejor el horror de estas prácticas.
Cada vez es más imperativo ser incluyentes porque la diversidad entre las
personas que nos rodean es cada vez mayor y debemos respetarlas en su dignidad
como seres humanos. Las diferencias surgen por el color de piel, religión,
idioma, discapacidades, entre las edades de las personas, etc. Por ejemplo, en
materia de preferencias sexuales se pueden identificar 14, aunque la ONU dice
que son más de 100. Esta diversidad llega
a producir miedo y hasta odio solo por el hecho de ser diferentes.
Más cerca de casa, encontramos también el fenómeno de las diferencias
por las edades. Por ejemplo, los hábitos de trabajo de los Baby Boomers
que consisten en asistir a trabajar a una fábrica u oficina, en horarios largos
y agotadores, con trabajos rutinarios y poco retadores, con tecnología de la
era industrial y poca incursión a nuevas tecnologías, con vestimenta formal e
incómoda como corbata y trajes. Todo para acumular bienes materiales y consumir
productos y servicios superfluos.
Esto les resulta absurdo a los Millennials, que prefieren trabajar
en espacios abiertos, con muebles cómodos o bien desde sus casas; prefieren
vestir informales y trabajar en horarios nocturnos y muy flexibles. Su objetivo en la vida se concentra más en las
experiencias de vida y no en el consumo o la acumulación de bienes que solo los
atan. Son más proclives a la gratificación instantánea que sacrificarse para asegurar
su futuro.
Otro fenómeno de gran impacto en la sociedad es la incursión de la
mujer en el mundo laboral y profesional lo cual ha sido muy disruptivo y ha llevado
a que las mujeres sufran grave discriminación y hostigamiento sexual en sus
carreras profesionales. (https://octaviodiazgl.blogspot.mx/2015/10/la-lucha-de-las-mujeres.html).
El fenómeno de la xenofobia no es exclusivo de los países
desarrollados. Así como México fue un
gran expulsor de personas en busca de mejores oportunidades hacia los Estados
Unidos, hoy en día la inmigración de Centroamérica y el Caribe hacia nuestro
país se ha convertido en un reto que exige el tener políticas migratorias
humanitarias. También es necesario integrar a los recién llegados a nuestra
sociedad, aprovechando sus talentos.
No deberían ocurrir fenómenos lamentables y vergonzosos como el de la
“Bestia”, esos vagones de ferrocarril que utilizan los inmigrantes para
trasladarse al norte del país en pésimas condiciones. Tampoco ocurrir masacres
como la de San Fernando, Tamaulipas, donde la banda criminal de los Zetas
asesinó a 72 inmigrantes.
Un ejemplo de que no estamos preparados para atender emergencias
derivadas de grandes flujos migratorios fue el caso reciente de la crisis
provocada por miles de haitianos que salieron de su país a raíz del terremoto
de 2010 y quienes intentaron llegar a Estados Unidos atravesando nuestro país hasta
llegar a Tijuana y no poder ya cruzar la frontera.
Sin embargo, la sociedad tijuanense reaccionó positivamente para
integrar a estos miles de emigrados, aprovechando sus talentos, pues eran
personas que hablaban varios idiomas y estaban altamente capacitadas.
Debemos apreciar a las personas por lo que son capaces de hacer como
seres pensantes y dejar de lado prejuicios que tienen que ver con la “envoltura”
en la que vienen o por sus creencias o preferencias.
Un riesgo adicional es cuando los políticos quieren crear divisiones
artificiales en la sociedad. Esa fue la estrategia de los grandes dictadores
del siglo pasado tales como Hitler, Mao, Castro o Chávez quienes llegaron al
poder generando odio hacia grupos raciales, grupos de diferentes niveles socioeconómicos
o diferentes niveles educativos, bajo el pretexto de que existía una supuesta
lucha de clases: entre oprimidos y opresores, entre “buenos” (nosotros) y “malos”
(ellos).
No hay que caer en esa trampa. Estas divisiones fomentan el odio y la
división en el país. Con tolerancia e integración de las diferencias es como
este país va a llegar a ser grande. Todo lo que nos divida nos disminuirá y
todo lo que nos una, nos hará crecer.
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