25 de marzo de 2018

INTEGRAR A LAS PERSONAS DIFERENTES


Por: Octavio Díaz García de León

    En el mundo desarrollado hay un brote grave de intolerancia y discriminación. Desde el racismo de Trump y sus seguidores, pasando por el temor a los inmigrantes que llevó a Gran Bretaña a salir de la Unión Europea y las posiciones que enarbolan los diferentes partidos de derecha en Alemania, Austria, Francia, Polonia y otros países, en donde el extranjero se convierte en el indeseable del que hay que deshacerse.

     La pesadilla de Hitler podría volver a repetirse si las sociedades de todo el mundo no hacen algo para evitarlo. Pero no es solo es el racismo. Es también, por ejemplo, la intolerancia religiosa y la misoginia que se vive en los países islámicos. La población de esos países vive con costumbres medievales que atentan contra los derechos humanos.

      Podríamos estar en riesgo de repetir lo peor de nuestra historia. Desde el holocausto hasta las nuevas Inquisiciones. Basta darse una vuelta por el Museo de Memoria y Tolerancia en la CDMX (https://octaviodiazgl.blogspot.mx/2016/04/memoria-de-los-genocidios.html), para comprender mejor el horror de estas prácticas.

     Cada vez es más imperativo ser incluyentes porque la diversidad entre las personas que nos rodean es cada vez mayor y debemos respetarlas en su dignidad como seres humanos. Las diferencias surgen por el color de piel, religión, idioma, discapacidades, entre las edades de las personas, etc. Por ejemplo, en materia de preferencias sexuales se pueden identificar 14, aunque la ONU dice que son más de 100.  Esta diversidad llega a producir miedo y hasta odio solo por el hecho de ser diferentes.

     Más cerca de casa, encontramos también el fenómeno de las diferencias por las edades. Por ejemplo, los hábitos de trabajo de los Baby Boomers que consisten en asistir a trabajar a una fábrica u oficina, en horarios largos y agotadores, con trabajos rutinarios y poco retadores, con tecnología de la era industrial y poca incursión a nuevas tecnologías, con vestimenta formal e incómoda como corbata y trajes. Todo para acumular bienes materiales y consumir productos y servicios superfluos.

    Esto les resulta absurdo a los Millennials, que prefieren trabajar en espacios abiertos, con muebles cómodos o bien desde sus casas; prefieren vestir informales y trabajar en horarios nocturnos y muy flexibles.  Su objetivo en la vida se concentra más en las experiencias de vida y no en el consumo o la acumulación de bienes que solo los atan. Son más proclives a la gratificación instantánea que sacrificarse para asegurar su futuro.

    Otro fenómeno de gran impacto en la sociedad es la incursión de la mujer en el mundo laboral y profesional lo cual ha sido muy disruptivo y ha llevado a que las mujeres sufran grave discriminación y hostigamiento sexual en sus carreras profesionales. (https://octaviodiazgl.blogspot.mx/2015/10/la-lucha-de-las-mujeres.html).

    El fenómeno de la xenofobia no es exclusivo de los países desarrollados.  Así como México fue un gran expulsor de personas en busca de mejores oportunidades hacia los Estados Unidos, hoy en día la inmigración de Centroamérica y el Caribe hacia nuestro país se ha convertido en un reto que exige el tener políticas migratorias humanitarias. También es necesario integrar a los recién llegados a nuestra sociedad, aprovechando sus talentos.

     No deberían ocurrir fenómenos lamentables y vergonzosos como el de la “Bestia”, esos vagones de ferrocarril que utilizan los inmigrantes para trasladarse al norte del país en pésimas condiciones. Tampoco ocurrir masacres como la de San Fernando, Tamaulipas, donde la banda criminal de los Zetas asesinó a 72 inmigrantes.

     Un ejemplo de que no estamos preparados para atender emergencias derivadas de grandes flujos migratorios fue el caso reciente de la crisis provocada por miles de haitianos que salieron de su país a raíz del terremoto de 2010 y quienes intentaron llegar a Estados Unidos atravesando nuestro país hasta llegar a Tijuana y no poder ya cruzar la frontera.  

     Sin embargo, la sociedad tijuanense reaccionó positivamente para integrar a estos miles de emigrados, aprovechando sus talentos, pues eran personas que hablaban varios idiomas y estaban altamente capacitadas.   

     Debemos apreciar a las personas por lo que son capaces de hacer como seres pensantes y dejar de lado prejuicios que tienen que ver con la “envoltura” en la que vienen o por sus creencias o preferencias.  

    Un riesgo adicional es cuando los políticos quieren crear divisiones artificiales en la sociedad. Esa fue la estrategia de los grandes dictadores del siglo pasado tales como Hitler, Mao, Castro o Chávez quienes llegaron al poder generando odio hacia grupos raciales, grupos de diferentes niveles socioeconómicos o diferentes niveles educativos, bajo el pretexto de que existía una supuesta lucha de clases: entre oprimidos y opresores, entre “buenos” (nosotros) y “malos” (ellos).

    No hay que caer en esa trampa.   Estas divisiones fomentan el odio y la división en el país. Con tolerancia e integración de las diferencias es como este país va a llegar a ser grande. Todo lo que nos divida nos disminuirá y todo lo que nos una, nos hará crecer.
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