Para las víctimas del
COVID-19
Por: Octavio Díaz García de León.
La idea: Desde que inició la pandemia
del Covid-19 hubo señales ominosas de que a nuestro país no le iría bien. Un
año y casi 400 mil muertos después, las sospechas se confirman. Pero lo peor no
ha pasado aún. ¿Qué no será posible que como sociedad seamos capaces de
responder mejor a esta tragedia ante lo que aún falta por venir?
Para saber si se está haciendo algo bien, la manera
más sencilla de comprobarlo es ver los resultados. El número de muertos por Covid-19
que en unas semanas más alcanzará el medio millón y el decrecimiento tan
pronunciado de la economía (PIB= -8.5% en 2020) nos muestran que los resultados
del combate a la pandemia han sido pésimos.
Si desde el principio se hubiera decidido minimizar
el número de fallecidos y mantener la economía funcionando, las acciones a
realizar hubieran sido muy diferentes a las que se llevaron a cabo y que aún se
siguen aplicando.
En países con estrategias exitosas de contención, los
gobiernos se fijaron como objetivo el reducir el número de contagiados para con
ello, reducir el número de personas que necesitaban atención hospitalaria y, por
lo tanto, el número de decesos, evitando, además, el cierre de actividades
económicas.
En estos países se logró contener la pandemia con
medidas drásticas pero selectivas de aislamiento, con aplicación masiva de
pruebas, con seguimiento y aislamiento de contagiados, etc... Aquí se escatimaron
esas medidas, incluso las más sencillas, como el uso de cubrebocas.
De acuerdo con el reciente libro de la Dra. Laurie
Ann Ximénez-Fyvie “Un Daño Irreparable”, (https://www.planetadelibros.com.mx/autor/laurie-ann-ximenez-fyvie/000054490 )
la estrategia en nuestro país no fue reducir contagios sino buscar una
inmunidad de “rebaño” sin vacunas, es decir, propiciando que se enferme el
mayor número posible de personas para alcanzar “inmunidad” de esa manera.
Dado que no hay medicinas que curen el Covid-19,
esta estrategia forzosamente tendría como daño colateral millones de muertes de
acuerdo con las cifras de letalidad de la enfermedad y millones de
sobrevivientes tendrían secuelas de por vida.
Además, esta estrategia tampoco considera que cada muerto,
cada enfermo, cada sobreviviente que tendrá que luchar con secuelas el resto de
su vida, representa una tragedia de carácter personal para los enfermos y sus
familias, lo cual ocasiona un daño moral enorme.
Los errores y acciones mal intencionadas en el
manejo de la pandemia las exhibe la Dra. Ximénez en su libro. Algunas de ellas son:
a) No se aplicaron medidas de contención.
b) las cifras no son confiables. Existe un enorme subregistro por falta
de pruebas y otros factores. c) Las autoridades han mandado mensajes
contradictorios. d) No hay medicinas ni oxígeno suficiente. e) Los trabajadores
de la salud no tienen protección adecuada lo que ha ocasionado que en México
sea el país donde más personal de salud ha fallecido. f) Se ha producido una
crisis económica sin precedentes recientes, que ha exacerbado la pandemia al
tener que salir a trabajar las personas, quienes se ven en el dilema de comer o
arriesgarse a contraer la enfermedad, etc.…
No todo ha sido negativo. Tenemos, por ejemplo, la
actuación heroica del personal de hospitales públicos y privados, de
innumerables doctores que en su consulta particular han ayudado a sus pacientes,
de camilleros y operadores de ambulancias y de todos aquellos quienes han
estado en la primera línea de atención a enfermos sin protección ni insumos
adecuados. O bien, el enorme esfuerzo de cientos de miles de familias que
atienden sin ayuda de las instituciones de salud, a sus enfermos, batallando
para conseguir oxígeno y medicinas, peleando por una cama de hospital,
suplicando por servicios funerarios y hasta por actas de defunción.
También la actuación de algunos gobernadores, como
la jefe de gobierno de la CDMX que, aunque tarde y tibiamente, han tratado de
tomar medidas más eficaces que las que ha dictado el gobierno federal. Asimismo,
la labor de la Secretaría de Relaciones Exteriores para conseguir ventiladores,
insumos básicos y, recientemente, vacunas. Falta que la adquisición y distribución
de las vacunas por parte del sector salud se materialice y sea eficaz, aunque
ya se empezaron a ver muchas carencias y prioridades distorsionadas en su
aplicación.
La sociedad debe participar, desde evitando
aglomeraciones en lugares cerrados, usar siempre el cubrebocas, impulsar que se
quiten las trabas para que el sector privado, a través de sus hospitales y
recursos apoyen la lucha contra la enfermedad, hasta pedir que se cambie la
estrategia de atención a la pandemia, la cual ha traído un daño colateral
enorme en vidas humanas y sufrimiento.
Ante gobiernos que se han visto rebasados, la
sociedad debe movilizarse para tomar el control de la atención a la pandemia y
tratar de detener la peor tragedia, medida en número de muertes, que ha
sucedido en nuestro país en los últimos cien años.
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Twitter:
@octaviodiazg
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