20 de abril de 2017

ALTERNANCIA CONTRA LA CORRUPCIÓN


Por: Octavio Díaz García de León

     En días pasados fueron capturados dos ex gobernadores por las autoridades de los países donde residían, disminuyendo así la larga lista de ex gobernadores pendientes de atrapar y juzgar, ya que por lo menos trece ex gobernadores están en la cárcel, o prófugos, o han sido señalados por actos de corrupción y otros delitos. Aquí en Aguascalientes tenemos el caso contra el ex gobernador Luis Armando Reynoso, quien recibió un amparo.

     En Italia fue detenido el ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, quien será extraditado a Estados Unidos acusado de estar ligado con la delincuencia organizada y tráfico de drogas no solo cuando fue gobernador sino hasta épocas muy recientes. En Guatemala fue capturado Javier Duarte, ex gobernador de Veracruz y cabeza de uno de los gobiernos estatales más corruptos y dañinos en la historia reciente de nuestro país.

    Si bien teníamos indicios de que en algunos gobiernos estatales existían problemas de corrupción, malos manejos de las finanzas públicas, endeudamiento excesivo y otras tropelías, es hasta ahora que ha llegado a nivel de escándalo tanta fechoría. ¿Qué fue lo que hizo que se dieran a conocer los malos manejos? Ciertamente no fueron las auditorías que realizó la Auditoría Superior de la Federación (ASF), pues a pesar de que han revelado malos manejos desde hace años, han sido ignorados en su mayor parte por las autoridades. Por ejemplo, la ASF presentó 59 denuncias ante la PGR desde 2012 en relación a desvíos realizados por el gobierno de Javier Duarte y no han sido procesadas. Tampoco fue gracias a los poderes legislativos y judicial de esos estados los cuales más bien estuvieron al servicio de los gobernadores en turno y se convirtieron en sus cómplices.

    Lo que podría explicar el que ahora sí se hayan tomado acciones contra esos gobernadores corruptos es la alternancia de los partidos en el poder. No imagino que se hubiesen descubierto tantas tropelías si no hubiesen ganado el PRI en Sonora, el PRD en Michoacán, un independiente en Nuevo León y el PAN en Veracruz, Chihuahua, Quintana Roo y Tamaulipas, entre otros. Si hubiese continuado el mismo partido en el poder, seguramente no correrían peligro los ex gobernadores y muchas de sus abusos permanecerían ocultos. Hasta ahora, aunque no en todos los casos, la alternancia ha sido el mecanismo más eficaz para combatir la corrupción. No es de extrañarse que en los estados donde hay elecciones se dé una lucha tan reñida por mantener en el poder al partido político en turno.

    La corrupción no es un fenómeno reciente en nuestro país, pero la podríamos asociar a la falta de democracia y alternancia.  Si alguien escribiese la historia de la corrupción en México, quizá debería remontarse a la llegada de Hernán Cortés y su banda de codiciosos en busca de oro y luego a los gobiernos virreinales, cúspide del absolutismo y campo fértil de la corrupción.

     El siglo XX dio continuidad a una larga tradición de corrupción en el país gracias también a la ausencia de instituciones, democracia y contrapesos al poder de los gobernantes. Las figuras emblemáticas de políticos enriquecidos al amparo del poder abundan. Por ejemplo, habría que ver como el presidente Miguel Alemán, de quien no se tenía noticias que tuviera dinero antes de dedicarse a la política, pudo hacer una fortuna que lo convirtió en socio de Televisa, (¿O fue un pago de favores?) por lo cual, al vender sus descendientes su participación en esa empresa en 2006, obtuvieron 200 millones de dólares. Hoy su hijo y su nieto son prósperos empresarios dueños de la línea aérea Interjet, entre otros negocios. 

    De igual forma, el  profesor Carlos Hank González quien llegó a Atlacomulco como profesor rural cuando salió de la escuela Normal de Toluca y quien no tenía el capital ni siquiera para poner una pequeña fábrica de dulces en sus inicios como empresario, al grado que uno de los  comerciantes prósperos del pueblo le negó un préstamo por no confiar en su solvencia, llegó a acumular, al amparo de sus puestos en el gobierno,  una fortuna que hoy asciende  a miles de millones de pesos, ahora  en manos de sus descendientes. Casos como estos surgieron por la falta de alternancia de los partidos en el poder propiciando la impunidad.

    Llama la atención la codicia, avaricia y corrupción de tantos personajes de la vida pública de nuestro país. ¿Qué patología psicológica tendrán y que desviados valores les inculcaron para que usaran el poder público para enriquecerse y causar tanto daño a la sociedad?  ¿Qué puede motivar a una persona a acumular fortunas tan enormes de manera ilícita y para qué, si solo disfrutarán una pequeña parte? La respuesta seguramente la tendrán los psicólogos.

    A la sociedad no le queda más que seguir reforzando sus instituciones para que estos personajes, primero, no lleguen al poder, y segundo, si llegan, causen el menor daño posible. El Sistema Nacional Anticorrupción es un paso en la dirección correcta, pero hay dos antídotos más eficaces en el corto plazo contra estas personas: que haya democracia verdadera para que se dé la alternancia en el poder y que haya una independencia efectiva de los poderes legislativo y judicial para contrarrestar las tropelías de los poderes ejecutivos, sirviendo como contrapeso y evitando los malos manejos.  

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