Por:
Octavio Díaz García de León
Todo
parece indicar que el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, fue
víctima de una conspiración que le quitó la vida un 22 de noviembre de 1963 en
Dallas, Texas. Aunque desde entonces el gobierno de aquel país lo ha negado
consistentemente, la evidencia disponible indica que no se trató de un asesino
solitario y tampoco existe la certeza de que haya sido Lee Harvey Oswald, a
quien se culpó del asesinato sin haberlo juzgado. Y no se le pudo juzgar porque el propio Oswald
fue asesinado un par de días después de Kennedy, ante los ojos de la prensa,
las cámaras de televisión y decenas de policías, por Jack Ruby, un personaje
cercano a la mafia. Les recomiendo el libro “Fuego Cruzado. La conspiración que mató a Kennedy” de Jim Marrs (https://www.amazon.com/Crossfire-Plot-That-Killed-Kennedy/dp/0465031803) o la película de Oliver Stone “JFK” (http://www.imdb.com/title/tt0102138/) que presentan la teoría de la
conspiración.
¿Por
qué la insistencia en negar que hubo una conspiración donde intervinieron
varios tiradores y no un asesino solitario? Quizá porque en ella estuvieron
involucrados instituciones del gobierno de ese país tales como el FBI; su entonces
director, J. Edgar Hoover, era enemigo de los Kennedy; la CIA, debido a que
Kennedy no los apoyó con fuerzas militares en la invasión de Cuba y, según el
autor David Talbot, Allen Dulles quien fuera director de la CIA hasta que lo destituyó el presidente Kennedy a raíz de la fracasada invasión de Cuba, pensaba que el
presidente Kennedy era una amenaza a la seguridad nacional y el ex director aún tenía mucho poder dentro de la CIA. Recientemente el
cineasta Oliver Stone dijo que el propio servicio secreto, encargado de la
protección del presidente, fue quien lo asesinó.(http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-08-30/jfk-oliver-stone-muerte-secreto-gobierno-conspiracion_1252536/). Difícilmente se sabrá quién o quiénes
fueron los asesinos materiales y los autores intelectuales del crimen.
Pero
Kennedy no fue la única víctima. En la década de los sesenta los Estados Unidos
se convirtieron en un país violentamente dividido por la guerra de Vietnam, por
el impulso al militarismo desquiciado de la guerra fría (incluso el presidente
Eisenhower advirtió del peligro que representaba para su país el complejo
industrial militar) y por la lucha por los derechos civiles de los
afroamericanos.
Cincuenta y ocho mil soldados americanos
murieron en Vietnam en una guerra mal conducida y 75 mil lisiados truncaron su
vida por esa guerra (http://www.uswings.com/about-us-wings/vietnam-war-facts/). Ante ello, la sociedad americana se
rebeló contra el establishment y respondió
con violencia. También los afroamericanos se rebelaron contra las condiciones
de discriminación que sufrían, dignas de un país esclavista.
Además
del presidente Kennedy, fueron asesinadas personalidades incómodas al establishment americano tales como
Robert F. Kennedy hermano del presidente muerto y Martin Luther King, activista
por los derechos de los afroamericanos, entre otros. También murieron estudiantes
de la Universidad Estatal de Kent en Ohio que se oponían a la guerra de Vietnam
a manos de la guardia nacional. Fue una época de tensiones que dividieron a la
sociedad americana. ¿Estaremos regresando a la época de división y
enfrentamiento que tanto polarizó la vida en Estados Unidos ahora con la
llegada de Trump al poder? ¿Será posible que nuevamente se piense en remover al
presidente en turno de ese país? Así parece.
El
presidente Trump ha ofendido a muchas instituciones de su propio gobierno: a
los militares, a la CIA, al FBI, al Congreso, al Poder Judicial y a un largo etc.
Si bien, como hemos visto, a veces las
élites americanas recurren a medidas extremas para deshacerse de un presidente
incómodo o de otros liderazgos que les son adversos, en tiempos más recientes
han recurrido a métodos más institucionales. Al presidente Nixon lo iban a someter
a un proceso equivalente al de juicio político para destituirlo y prefirió
renunciar antes de que lo hicieran y al presidente Clinton lo sometieron a este
procedimiento, pero finalmente lo exoneraron. El atentado al presidente Reagan parece
que no se trató de una conspiración sino fue víctima de un desquiciado mental,
aunque todo es posible, pues Reagan también llegó con una agenda revolucionaria
al poder.
Si el establishment
americano no logra controlar al presidente Trump por la vía institucional,
siempre podrán recurrir a otros métodos y echarle la culpa a un loco o a un
terrorista. Ya vimos durante la campaña por la presidencia que un tipo logró cruzar
barreras de seguridad para acerarse de forma violenta a Trump.
Para
los mexicanos, la salida de Trump sería una buena noticia, pero no hay que
apostarle a eso porque es improbable. Además,
la llegada del vicepresidente Pence a la presidencia de Estados Unidos tampoco
sería una buena noticia. Debemos hacer todo lo posible para seguir trabajando y
superar nuestros problemas internos y evitar estar a merced de lo que decida
hacer otro país, por poderoso que sea.
No
sería extraño que, si Trump continúa en su camino de ofender a las élites de su
país y al establishment de línea dura,
pudiera dejar la presidencia antes de terminar su periodo. Esperemos que si esto
ocurre no sea por la vía que escogieron para deshacerse de los Kennedy; que sea
por la vía institucional que en Estados Unidos sí funciona, aunque Trump no
crea en ella. Por lo pronto no hay indicios de que esto vaya a ocurrir, pero si
continúa Trump dividiendo y radicalizando a los americanos al grado de que
estalle la violencia o bien si daña seriamente los intereses de la élite que maneja
aquél país, entonces podría suceder.
Twitter: @octaviodiazg http://heraldo.mx/tag/todo-terreno/ Correo: odiazgl@gmail.com
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