Por:
Octavio Díaz García de León
Nuestro
país enfrenta muchos problemas y valdría la pena intentar encontrar la causa
raíz de los mismos. Me permito aventurar que existen por lo menos dos causas de
las que se derivan la mayor parte de los problemas del país: el mal desempeño
de la economía que no permite ofrecer niveles mínimos de bienestar a la mayoría
de la población y la falta de instituciones fuertes que permitan el buen funcionamiento
del país.
En
la encuesta de GEA-ISA de noviembre (http://www.isa.org.mx/contenido/GIMX1611p.pdf), los encuestados manifestaron que los
principales problemas del país son, en ese orden, el económico, la inseguridad,
el político y los servicios públicos. Estos se podrían subdividir a su vez en falta
de empleo, bajos ingresos, empleo informal, asesinatos, robos, extorsiones,
secuestros, corrupción, desconfianza hacia los políticos y sus partidos, malos
servicios educativos, de salud, urbanos, etc.
Por
una parte, podemos advertir que hacen falta instituciones sólidas que le den
rumbo y certeza a la conducción del país. En muchos aspectos apenas estamos
construyendo instituciones y en otros, las existentes están afectadas por la
corrupción, la ineficacia, la ineficiencia y por atender intereses particulares
o clientelares. Esto se puede apreciar, por ejemplo, en la corrupción de los ex
gobernadores de Veracruz, Sonora, Chihuahua, Zacatecas, Quintana Roo y un largo
etcétera, o la incapacidad para gobernar a Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Tamaulipas
entre otros.
Por
otra parte, el que no tengamos una economía que ofrezca niveles mínimos de
subsistencia u oportunidades para mejorar la calidad de vida y bienestar, ocasiona
que las personas intenten conseguirlo recurriendo al empleo informal, la
migración hacia Estados Unidos o incorporándose a la delincuencia.
Mientras
que en otros países se han alcanzado niveles de ingreso y bienestar elevados de
una manera relativamente rápida, como fue el caso de Japón, Singapur, Taiwán,
Corea del Sur y más recientemente China, en México seguimos sin poder construir
una economía que saque de la pobreza a la gran mayoría de la población y allí
es donde debemos enfocar nuestros esfuerzos.
Ya lo
decía Bill Clinton en su campaña para la presidencia de su país en los años
noventa: “Es la economía, estúpido”. A su esposa se le olvidó esto en las
pasadas elecciones, mientras que Trump sí lo captó y en lugar de proponer
soluciones razonadas (difíciles de entender por su electorado) de cómo resolver
el problema económico apeló a los sentimientos echándole la culpa de sus males
a chinos y mexicanos quienes, según él, les robaban sus trabajos. En realidad,
la manufactura en el mundo desarrollado está evolucionando para sustituir a los
seres humanos con robots y el 85% de la pérdida de empleos en Estados Unidos se
debe a razones tecnológicas y no a que la manufactura se haya trasladado a
otros países (http://theintellectualist.co/analysis-between-2000-and-2010-85-of-manufacturing-jobs-were-lost-to-technology-not-globalization/
La economía en México no ha funcionado, por lo menos en las últimas 5 décadas y si
me apuran un poco, desde que somos nación independiente, quizá con la excepción
del “Porfiriato” y durante el “Desarrollo estabilizador”. Basta ver algunas cifras: el 57.4% % de la
población ocupada (29.1 millones de personas) (http://expansion.mx/economia/2016/05/13/mas-de-29-millones-de-mexicanos-trabajan-en-la-economia-informal) tienen trabajos informales y más de 16
millones de mexicanos emigraron hacia Estados Unidos entre 1965 y 2015 (http://www.pewhispanic.org/2015/09/28/modern-immigration-wave-brings-59-million-to-u-s-driving-population-growth-and-change-through-2065/).
El
que no funcione la economía ha servido también para alimentar a la
delincuencia. Detrás de los altos índices de inseguridad está la falta de
empleo y de oportunidades económicas satisfactorias. Hace unos años el
Secretario de la Defensa estimaba en alrededor de medio millón de personas
dedicada a la delincuencia organizada. A esta cifra habrá que agregar a quienes
ya están en la cárcel (Alrededor de 238,000) y a otros delincuentes menores con
lo que el número de personas dedicadas a actividades ilegales puede sobrepasar un
millón (Casi equivalente a la población del estado de Aguascalientes).
Uno
de los aspectos que ha impedido el desarrollo económico en México es el modelo manufacturero
basado en maquiladoras. Este se inició en los años sesenta en México al mismo
tiempo que en Japón, Corea y Taiwán entre otros. Pero mientras que los países
del sureste asiático evolucionaron de ser países maquiladores a manufacturar productos
con marcas y tecnología propia que las ha colocado entre las economías más
desarrolladas del mundo, México se quedó estancado en este modelo e incluso se
acentuó con el Tratado de Libre Comercio para América del Norte.
Si bien
en el corto plazo Trump puede ser una amenaza a la economía mexicana al tratar
de llevarse estos trabajos repetitivos y de bajo valor agregado a su país, en
el largo plazo la amenaza vendrá de la revolución tecnológica y se perderán de
todas formas estos empleos de bajo valor agregado. Las maquiladoras no tardarán
en desaparecer.
Urge
buscar un modelo de desarrollo económico de largo plazo que nos permitan
generar empleos de mayor valor agregado, que paguen más y permitan competir
mejor en el mundo. La solución no la debe dar solo el gobierno ya que es la
iniciativa privada quien crea empresas para generar riqueza, empleo y pagar
impuestos. Es muy importante que los empresarios tomen el liderazgo para crear
nuevos modelos de negocios. El gobierno deberá proporcionar
las instituciones sólidas que generen condiciones de estabilidad y seguridad y tener
un papel meramente subsidiario que no estorbe a la iniciativa privada. El
peligro para México no solo es Trump, sino nuestra incapacidad para crear una
economía moderna.
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Twitter: @octaviodiazg http://heraldo.mx/tag/todo-terreno/ Correo: odiazgl@gmail.com
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