Por:
Octavio Díaz García de León
El
pasado 27 de octubre fue ratificada por el Senado como Secretaria de la Función
Pública la ex Procuradora General de la República, Mtra. Arely Gómez. La nueva
secretaria enfrenta un reto muy complejo. Por una parte, tendrá que darle
nuevos bríos a una Secretaría de la Función Pública (SFP) a la que han intentado
desaparecer ya un par de veces en los últimos 6 años. La más reciente se dio a
partir de enero del 2013 en que formalmente desapareció, quedando en funciones
de manera provisional por casi 4 años. La SFP vuelve a incorporarse como parte
del Poder Ejecutivo Federal a partir del 18 de julio de este año al promulgarse
las reformas anticorrupción.
Durante
estos cuatro años la Secretaría operó con debilidad por la falta de Secretario
en los dos primeros años. Cuando se nombró al secretario Andrade en febrero de
2015, a raíz de la investigación periodística referente a la “Casa Blanca”,
este no pudo incorporar más que solo unas pocas personas de su confianza a la
Secretaría. Por ejemplo, se tardó año y medio para que le permitieran nombrar a
un oficial mayor y así con otros puestos de alto nivel donde le impusieron
funcionarios o no pudo hacer los cambios que consideró convenientes. El
secretario Andrade renunció el 18 de julio de este año y pasaron tres meses
para que se nombrara nueva secretaria.
Otro
aspecto que restó fuerza a la SFP, es que desde inicios del sexenio se dejó en
manos de quienes encabezan a las instituciones del gobierno federal el que
nombraran a sus propios titulares de los órganos internos de control (OIC).
Cada OIC puede tener hasta 5 titulares que deben ser nombrados directamente por
el Secretario de la Función Pública (el titular del OIC, y los titulares de Auditoría,
Quejas, Responsabilidades y Mejora de la Gestión). En el pasado, la SFP era
quien decidía quien debía ocupar estos puestos, pero en este sexenio no ha sido
así de tal forma que los OIC responden más a las instrucciones de los titulares
de las propias instituciones a las cuales les toca fiscalizar (con algunas
excepciones), con las limitaciones para realizar su trabajo que esta falta de
independencia conlleva.
Recomponer
a la SFP para que sea una pieza clave del Sistema Nacional Anticorrupción y
pueda actuar con plena independencia y contundencia, requiere una cirugía mayor.
A la nueva Secretaria le hará falta tiempo para hacerlo y necesitará fuerza
política para retomar el control de dicha institución y proceder con todo el
rigor de la ley en los casos de corrupción.
La Secretaria
Gómez por lo pronto llegó pidiendo la renuncia de todos los funcionarios de
nivel de director general hacia arriba. Por ello ya se prevé el cambio del
oficial mayor, del director general de recursos materiales y del director
general de información e integración (DGII) (este último clave para el combate
a la corrupción). Falta ver qué pasará con el resto. Con respecto a los OIC, aún no toma medidas. Lo
conveniente sería que entre los OIC y los titulares de dependencias y entidades
no hubiera vínculos de amistad o de colaboración previa para prevenir
conflictos de interés. Sin embargo, cambiar a estos titulares de OIC representa
un reto político muy grande ya que se ve difícil que las cabezas de las
instituciones del gobierno federal acepten perder a fiscalizadores que les responden
más a ellos que a la SFP.
¿Cómo
revivir a esta Secretaría en los dos años que quedan del sexenio con las
restricciones que mencioné? Se podría
empezar por fortalecer a la Coordinación General de Órganos de Vigilancia y
Control, quien es la unidad que controla a todos los OIC, para que, con
programas muy claros y mecanismos de rendición de cuentas muy estrictos, se les
exija a los OIC los resultados que requiere la Secretaria Gómez. Para ello tendría
que reforzar la visitaduría de dicha unidad para asegurarse de que sus
instrucciones se llevan a cabo. Podría también ir sustituyendo paulatinamente a
los titulares de OIC con personas que cumplan con el perfil y la independencia necesaria
para realizar su función y sobre todo que le respondan directamente a ella. Otra
medida sería reforzar el área de comisarios en dicha Coordinación, para ejercer
un control más adecuado de los OIC, empezando por derogar los acuerdos que
facultan a los titulares de los OIC de las secretarías de estado a controlar a
los titulares de OIC de sus sectores.
También
deberá enfocar los esfuerzos de la SFP hacia el combate a la corrupción
fortaleciendo la DGII, creando en cada uno de los OIC una nueva área especializada
en combate a la corrupción e impulsando medidas preventivas mediante programas anticorrupción
que abarquen a todo el gobierno federal, los cuales sean monitoreados
estrictamente. Sobre todo, deberá evitar la impunidad en aquellos casos que se
detecten actos de corrupción, sin importar el nivel del funcionario o el poder
económico del particular que se vea involucrado.
No
solo está en juego el prestigio de una funcionaria con una trayectoria
profesional destacada, sino el futuro del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA),
ya que, si la SFP revive sin tener la fuerza que se requiere para combatir la
corrupción, el SNA no funcionará como se espera. ______________________________________________________________________ Twitter: @octaviodiazg http://heraldo.mx/tag/todo-terreno/ Correo: odiazgl@gmail.com
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