Por:
Octavio Díaz García de León
Donald
Trump llegó en su avión privado a México. Fue recibido en el hangar
presidencial y trasladado a Los Pinos en un helicóptero de la Fuerza Aérea
Mexicana. Bajó del helicóptero dentro de la residencia oficial, recibido por un
funcionario de la Presidencia, caminó hacia la puerta y entró a la casa del presidente,
la casa de todos los mexicanos. Al cruzar la puerta, un oficial del Estado
Mayor Presidencial, miembro de las fuerzas armadas encargadas de cuidar al presidente
y a Los Pinos, agacha la cabeza. Trump no se digna voltear a verlo.
Agachar
la cabeza es dar un saludo respetuoso, pero también simboliza actitudes peores.
Un gran segmento de la población percibió la vista de Trump como un acto de
agachar la cabeza.
No
recuerdo una reacción de rechazo y enojo tan unánime en la opinión pública
contra una decisión presidencial como la que se manifestó contra esta invitación.
¿Por qué el presidente Peña tomó una
decisión tan impopular? ¿Qué se ganó el gobierno? ¿En que benefició al país?
Las explicaciones oficiales no suenan
convincentes: para tender un puente de
diálogo con el candidato a la presidencia de Estados Unidos que más ha
insultado a México y a los mexicanos.
Las extraoficiales suenan surrealistas: para calmar a los mercados financieros ante la baja de la calificación
de la deuda mexicana realizada por dos calificadoras americanas.
Cualesquiera
hayan sido las razones del presidente Peña y sus asesores para invitar a Donald
Trump a México las consecuencias se pueden ya palpar:
1. Se
acabó súbitamente la prudencia.
El gobierno de México se abstuvo durante meses de contestar los insultos del
precandidato Trump, para mantenerse al margen de un asunto interno de los
Estados Unidos. Lo que parecía una estrategia prudente se abandona de repente
para entrar de lleno a la campaña electoral del vecino, ayudando
involuntariamente a uno de los candidatos.
2. Reposicionamiento
dañado. Ante un año
de ataques de Trump contra México, el gobierno tenía en marcha una campaña en
Estados Unidos para posicionar a nuestro país como un socio importante y
confiable además de un esfuerzo por apoyar a las comunidades mexicanas en aquél
país ante la amenaza de Trump. ¿Cómo va a poder continuar ahora esa campaña y
ese posicionamiento de ayuda a los mexicanos en Estados Unidos?
3. Gabinete
fracturado. La
invitación a Trump fue un error diplomático en muchos sentidos. La Cancillería
lo sabía y por eso la visita aparentemente se organizó a sus espaldas. Si el
presidente no puede confiar en su canciller para algo tan delicado y de tanto
impacto, la Canciller debe renunciar. Por lo menos por dignidad. No se puede
seguir siendo Secretaria de Relaciones Exteriores ante uno de los mayores
errores en la historia de la diplomacia mexicana. Además, se habla de otras
voces que estuvieron en contra de esta decisión al interior del gobierno. ¿Cómo
recuperará el presidente la unidad dañada al interior de su equipo?
4. Apoyo
para que gane Trump. La visita de Trump a México ayudó a que
este candidato repuntara en las encuestas y mejorara su imagen ante el electorado
de aquél país. Sería una de las mayores paradojas el que el gobierno mexicano
ayudara a elegir presidente de Estados Unidos a uno de los más vociferantes
enemigos de nuestro país y una amenaza para el resto del mundo como lo ha
demostrado la preocupación que existe en la mayoría de los países por la
posibilidad de que resulte electo presidente.
5. Golpe
a la popularidad del presidente. De creerle a la encuesta reciente del
periódico Reforma, el presidente Peña tiene el nivel más bajo de aceptación
entre la población desde que empezaron a medirlo hace 20 años. Tomar una decisión tan impopular sin una razón
verdaderamente convincente y poderosa es condenar a que crezca su rechazo poniendo
en riesgo la gobernabilidad del país.
6. Golpe
a las aspiraciones del PRI e impulso a las de AMLO. La impopularidad del presidente, emanado
del PRI, afecta las aspiraciones de este partido para repetir triunfo en 2018.
Las posibilidades de que gane López Obrador (El equivalente de Trump en México)
se ven muy favorecidas.
7. Daño
a las relaciones con Estados Unidos. El no haber seguido los canales
diplomáticos adecuados, el manifestar apoyo a Trump cuando el presidente Obama
lo ha denunciado en su país y la posibilidad de que gane Hillary Clinton no es
nada bueno para el futuro de las relaciones de este gobierno con el de Estados
Unidos.
8. Sin
reacción positiva en mercados financieros. Los mercados financieros no han
reaccionado positivamente a la visita de Trump, porque el problema para México
no es que pueda ganar ese candidato, sino el mal manejo de las finanzas
públicas como ya lo hizo ver el Gobernador del Banco de México y otros
analistas financieros.
Me
temo que el recuento de daños es más largo, pero me falta espacio. Ahora lo que
sigue es un intenso control de daños en todos los frentes abiertos por esta
visita descabellada de una de los peores candidatos a dirigir un país, desde
Hitler. Hubiera sido bueno que los asesores del presidente Peña recordaran la
triste historia del primer ministro británico Chamberlain al tratar de apaciguar
a Hitler. Para ser estadista hay que saber mucho de historia.
http://heraldo.mx/tag/todo-terreno/ Correo: odiazgl@gmail.com
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