Por:
Octavio Díaz García de León
¿Cómo
se puede medir un fenómeno clandestino como la corrupción en donde los participantes
siempre intentan ocultar sus actividades? La nueva Ley General del Sistema
Nacional Anticorrupción (SNA) requiere que la corrupción sea medida porque es
una de las formas de saber si existen avances y logros en el combate a la
corrupción. Esta tarea no es fácil y será uno más de los grandes retos que
tendrá que enfrentar el SNA.
Transparencia Internacional desarrolló el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) con el cual miden la corrupción en más de 160 países. En México, el capítulo de Transparencia Internacional, Transparencia Mexicana (TM), desarrolló en 2005 el Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno (INCBG), “una herramienta analítica que permite en un mismo instrumento medir experiencias y percepciones de los hogares acerca de la corrupción.” Más recientemente, el INEGI incluyó en la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) una medición de la corrupción.
Las mediciones llevadas a cabo por estas tres instituciones coinciden en que el problema de la corrupción es grave en México. El IPC de 2015 evaluó a 168 países en donde México ocupó el lugar 95 con una calificación de 35 en una escala donde 0 es lo más corrupto y 100 es ausencia de corrupción. En el caso del INCBG de 2010, indicó que ese año los hogares mexicanos pagaron $32 mil millones de pesos en sobornos por la obtención de 35 servicios. Por su parte la ENCIG 2015 encontró que el 12.6% de la población objeto de este estudio (4.1 millones) fue víctima de la corrupción dándose 30.1 actos de corrupción por cada 100 habitantes (9.9 millones) para esta misma población estudiada, con un soborno promedio pagado de $2,799 pesos por persona ($6.4 mil millones de pesos).
Existen diversas metodologías para medir la corrupción. De acuerdo con un estudio de Camilo Cetina del gobierno de Colombia, hay mediciones basadas en: percepción (IPC); medición directa (INCBG y la ENCIG); diferencias de gastos vs. estándares aceptados; y por inferencia estadística. La ONU está desarrollando metodologías para medir la corrupción a través de las agencias nacionales de estadística.
A pesar de los avances que se han logrado, la medición de la corrupción en nuestro país presenta retos muy importantes:
Medir la corrupción es
importante para llamar la atención sobre el fenómeno y como una herramienta
para impulsar el combate a la corrupción. El SNA deberá tener indicadores que
reflejen el tamaño del problema y que sean consistentes a lo largo del tiempo
para medir los avances. El INEGI y el CONEVAL, aunque no sean parte del SNA, pueden
aportar metodologías y experiencia para ello y quizá debería ser el INEGI quien
se hiciera responsable ante el SNA de las mediciones de corrupción.
Transparencia Internacional desarrolló el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) con el cual miden la corrupción en más de 160 países. En México, el capítulo de Transparencia Internacional, Transparencia Mexicana (TM), desarrolló en 2005 el Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno (INCBG), “una herramienta analítica que permite en un mismo instrumento medir experiencias y percepciones de los hogares acerca de la corrupción.” Más recientemente, el INEGI incluyó en la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) una medición de la corrupción.
Las mediciones llevadas a cabo por estas tres instituciones coinciden en que el problema de la corrupción es grave en México. El IPC de 2015 evaluó a 168 países en donde México ocupó el lugar 95 con una calificación de 35 en una escala donde 0 es lo más corrupto y 100 es ausencia de corrupción. En el caso del INCBG de 2010, indicó que ese año los hogares mexicanos pagaron $32 mil millones de pesos en sobornos por la obtención de 35 servicios. Por su parte la ENCIG 2015 encontró que el 12.6% de la población objeto de este estudio (4.1 millones) fue víctima de la corrupción dándose 30.1 actos de corrupción por cada 100 habitantes (9.9 millones) para esta misma población estudiada, con un soborno promedio pagado de $2,799 pesos por persona ($6.4 mil millones de pesos).
Existen diversas metodologías para medir la corrupción. De acuerdo con un estudio de Camilo Cetina del gobierno de Colombia, hay mediciones basadas en: percepción (IPC); medición directa (INCBG y la ENCIG); diferencias de gastos vs. estándares aceptados; y por inferencia estadística. La ONU está desarrollando metodologías para medir la corrupción a través de las agencias nacionales de estadística.
A pesar de los avances que se han logrado, la medición de la corrupción en nuestro país presenta retos muy importantes:
1. Qué medir. Se requiere acotar el
fenómeno que se va a medir. El concepto de corrupción, según la definición de
Transparencia Internacional es muy amplio: “la corrupción siempre involucra el
abuso del poder confiado a una persona para beneficio personal”. Habría que
diferenciar entre los actos de corrupción desde los muy pequeños y cotidianos
como el dar un soborno para agilizar un trámite o para evitar pagar una multa,
hasta la gran corrupción en obras públicas que involucra el desvío de enormes
cantidades de dinero. También habrá que decidir si medir el monto de los
sobornos o el costo total de la corrupción.
2. Cuál método es el más adecuado. Los
índices de medición más usados son los que miden la percepción de la
corrupción. Es decir, lo que la gente cree o piensa sobre el fenómeno basado en
sus experiencias personales. Es muy impreciso. En busca de datos duros, un
ejemplo muy interesante fue el de Olken (http://economics.mit.edu/files/2913)
quien analizó que tanto más caro resulta una obra pública de
lo que debió haber costado si no hubiera corrupción. INEGI y TM se aproximan más
a los datos duros midiendo las experiencias de las personas a través de
encuestas.
3. Inconsistencias. El INCGB estimó que se destinaron 32 mil
millones de pesos a pagar sobornos en 35 servicios y 200 millones de actos de
corrupción. Si suponemos que el 1% de los servidores públicos (40,000) están
involucrados en prestar estos servicios y además son corruptos, a cada uno le
tocaría en promedio 800 mil pesos al año recibiendo 13 “mordidas” diarias, aspecto que sería notorio
ya que se trata de funcionarios con sueldos bajos y la experiencia no parece confirmar esta observación. Por otra parte, mientras el INEGI estima
9.9 millones de actos de corrupción al año en cientos de servicios que da el
gobierno (Los agrupa en 22 categorías y encuesta a mayores de 18 años en poblaciones de mas de 100,000 habitantes), con
$6.4 mil millones de pesos en sobornos, TM estima 200 millones de actos, solo
para 35 servicios y $32 mil millones de pesos en “mordidas”. Sería bueno acordar metodologías para que hubiera resultados comparables entre instituciones.
4. Estimaciones confusas. Otras estimaciones
se refieren al “costo” de la corrupción lo cual es un concepto más amplio que
el monto de los sobornos. Las estimaciones van del 2% al 10% del PIB lo cual
son cifras muy impactantes, pero habría que desmenuzarlas y ver como se llegaron
a esas cifras antes de usarlas. (http://www.forbes.com.mx/corrupcion-cuesta-9-del-pib-a-mexico/ )
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