Les anticipo este artículo del cual saldrá una versión mas breve la semana que viene en El Heraldo de Aguascalientes.
Por:
Octavio Díaz García de León
Un
alcalde en Michoacán ordena matar a 10 personas por motivos que no están claros,
pero probablemente relacionados con temas de delincuencia organizada y
narcotráfico. Según testigos, él personalmente los lleva a la muerte, ordena su
ejecución que ocurre bajo su supervisión y luego manda incinerar los cadáveres.
Entre los muertos, un joven totalmente ajeno que había llegado a hacer una
compra en el lugar donde fueron detenidos los demás. El alcalde de Iguala ordena la detención,
muerte y desaparición de los cadáveres de 43 estudiantes de la Normal de
Ayotzinapa por motivos tampoco aclarados. Cerca de 20 mil personas son
asesinadas cada año en nuestro país, sin quedar claro los móviles y mucho menos
saber quiénes fueron los culpables. La violencia contra las mujeres se
documenta en cifras escandalosas y la violencia intrafamiliar también. Pero
nada o muy poco se habla de la violencia contra los niños a pesar de que en la
mayor parte de los hogares se ejerce esa violencia que llaman “educación”,
muchas veces a base de golpes. Aquí en Aguascalientes el empresario Flavio
Quintanar ha dedicado un gran esfuerzo personal a rescatar en su casa hogar a más
de 40 de esos niños que fueron víctimas indefensas de sus padres y les está
dando una nueva vida.
Muchos
escritores e investigadores han intentado desentrañar cual es el origen de la
violencia en los seres humanos y el porqué de tanta crueldad y abuso contra sus
semejantes. Entre ellos la psicoanalista Alice Miller, quien escribió 13 libros
atribuyendo el origen de la violencia al maltrato a los niños desde muy
pequeños, en nombre de lo que ella llama pedagogía
negra, en donde el abuso se justifica por “el propio bien de los niños”.
Miller,
de origen polaco y judío, sobrevivió a los nazis para ir a estudiar en la
Universidad de Basilea en Suiza, donde obtuvo su doctorado en filosofía, psicología
y sociología para luego estudiar y practicar el psicoanálisis. He tenido la oportunidad
de leer casi todos sus libros. El primero lo leí porque me atrajo el título: “El
drama del niño dotado” y los demás, porque me pareció que tenía razón. El
origen de la crueldad, la agresión, de muchas enfermedades inexplicables y
otras miserias de la humanidad puede estar en los maltratos que los padres
infligen a los niños de manera, la mayoría de las veces, de forma inconsciente.
(http://www.alice-miller.com/es/).
Desconozco
la biografía de los alcaldes de los que hablaba al principio o de tantos otros cabecillas
de bandas de delincuentes que actúan con extrema crueldad y no tienen ningún sentimiento
de empatía hacia sus víctimas. Están aislados de los sentimientos de compasión
e interés por los demás y por lo tanto pueden infligir sufrimiento a otras
personas sin ningún remordimiento.
Incluso es probable que el acumular enormes
fortunas que se traducen en casas enormes, ranchos, autos de lujo, relojes,
mujeres y todo lo que les permiten comprar las ganancias obtenidas de sus
negocios ilegales no les causen ninguna satisfacción. Allí tenemos el caso del Chapo Guzmán, quien es capaz de dejarse
atrapar por buscar el reconocimiento de dos artistas de cine y querer filmar su
propia biografía. Todo ello para obtener el reconocimiento del resto del mundo.
Un reconocimiento y afecto que seguramente sus padres no fueron capaces de
darle. O el caso que cita Miller en su libro La Madurez de Eva, el cual describió de manera magistral el escritor
Emmanuel Carrèrre en su libro El Adversario,
donde relata la historia del multihomicida Jean-Claude Roman, un texto extraordinario,
a la manera de A Sangre Fría de
Truman Capote.
Alice
Miller recurre a la psicohistoria para desentrañar los casos de monstruos como
Hitler, Stalin, Mao y otros dictadores que fueron capaces de mandar asesinar a
millones de personas sin ningún remordimiento. Miller muestra como todos ellos fueron
víctimas de abuso extremo a manos de sus padres en la niñez. Al niño indefenso,
ante el abuso del adulto, no le queda más que crearse una capa de indiferencia
para aislarse de aquello que le hiere y se vuelve insensible hacia los demás,
incapaz de empatía, amor o solidaridad a la vez que intenta sacar su odio
reprimido dirigiéndolo hacia los que le rodean. En este sentido habrá que
revisar la niñez de Trump, por ejemplo, para dimensionar de qué tamaño es el
peligro que le espera a Estados Unidos y al resto de la humanidad en caso de
que gane las elecciones
Los
niños que son víctimas de todo tipo de abusos, desde descuido deliberado hasta
castigos corporales o abuso sexual, cuando llegan a ser adultos intentarán
hacer sufrir a los demás lo que ellos vivieron. Los niños agredidos, al llegar
a ser adultos, repiten el abuso que ellos vivieron, en sus propios hijos. De
esta forma la
violencia y la infelicidad de las personas se prolonga a lo largo de
generaciones.
Cuando un padre maltrata a un niño para que no
vuelva a realizar determinada conducta, lo que queda en la memoria del niño no
es aquello que no debe hacer. Eso lo olvida. Lo que queda es el recuerdo de la
agresión que no logra explicarse. Estos recuerdos se entierran en lo más
profundo de la memoria de tal forma que es muy difícil hacer conciencia del
porqué luego las personas actúan con crueldad. Normalmente se idealiza a los
padres a los que se les quiere recordar como personas bunas que solo buscaron
el bien del niño, siendo que en la realidad fueron padres abusivos que odiaban
a sus hijos porque sus propios padres hicieron lo mismo con ellos y acabaron
vengándose con su descendencia.
No
todos los niños terminan siendo verdugos ya cuando son adultos. Muchos de ellos
se salvan porque tuvieron la fortuna de encontrar a otra persona que los
defendiera o los protegiera de los abusos de los padres. Encontraron a personas
como el Ing. Quintanar, que
fueron capaces de darles comprensión y apoyo y terminaron siendo personas de
bien.
De
los 192 países de las Naciones Unidas menos de 40 países han prohibido el
castigo corporal a los niños. En Estados Unidos existen 20 estados que permiten
el castigo corporal en las escuelas y hasta a los adolescentes. En América
Latina solo en 8 países está prohibido y entre ellos no está México.
(http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/03/150304_europa_francia_castigos_bofetada_francia_lav)
Para
parar la violencia, hay que empezar por casa. No agredir a los hijos indefensos
bajo el pretexto de educarlos y desde el punto de vista legislativo hace falta emitir
leyes que prohíban el maltrato a los niños. A México le haría bien legislar
para impedir la violencia de los padres hacia los niños. También ayudar a
impulsar la disponibilidad de terapias sicológicas orientadas a superar los
traumas de la niñez. Quizá con ello
podamos abatir los altísimos niveles de homicidios y violencia que tenemos y regresarles
a las personas que sufrieron estos traumas en su niñez, la posibilidad de ser
adultos productivos, que aportan a la sociedad y, sobre todo, que puedan ser
felices. Pero, sobre todo, romper la cadena de sufrimiento que pasa de generación
en generación y que solo se traduce en más violencia.
Bibliografía:
1. La Madurez de Eva. Una interpretación de la ceguera emocional. Autor: Alice Miller. 2001. Edición ePub.
2. El Adversario. Autor: Emmanuel Carrère. 1999. Edición ePub.
3. A Sangre Fría. Autor Truman Capote. 1966. Edición ePub.
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