Por:
Octavio Díaz García de León
La
recaptura de El Chapo Guzmán demuestra que difícilmente un delincuente puede
poner en jaque al Estado Mexicano por mucho tiempo. Cuando el reto proveniente de
los delincuentes se convierte en una afrenta que afecta a las más altas esferas
del gobierno, los recursos del Estado Mexicano, que no son pocos, se han podido
enfocar para dar resultados. La fuga espectacular de El Chapo en julio del año
pasado representó una humillación para las instituciones mexicanas afectando a la
imagen del país y su gobierno. Todavía hace pocos días un editorial del
periódico The New York Times restregó ante la opinión pública mundial, la falta
de rendición de cuentas del gobierno de México por los desaparecidos de
Ayotzinapa, por el posible conflicto de interés en la adquisición de la casa de
la esposa del presidente Peña, la llamada “Casa Blanca” de las Lomas, y por la
fuga de El Chapo Guzmán. (http://www.nytimes.com/2016/01/04/universal/es/editorial-las-respuestas-que-pena-nieto-no-le-da-a-mexico.html).
Ante
esta crisis de imagen, la recaptura de El Chapo se volvió una prioridad, no
solo para el gobierno federal mexicano sino también para el de Estados Unidos,
el cual seguramente contribuyó con información para su recaptura gracias al aparato
de inteligencia que ese país mantiene en nuestro territorio.
La
forma como se dio a conocer este acontecimiento ha sido también parte de la
noticia. Todo empezó con un tweet del presidente Peña y de allí se volvió
viral. Que el mensaje haya sido primero a
las redes sociales quizá sea en respuesta al maltrato que esas redes le han
dado al presidente desde hace ya más de un año. Luego vino un anuncio inusual desde Palacio
Nacional por parte del presidente Peña que tuvo amplia difusión en los medios
de comunicación del todo el país. Muchos
otros capos han caído, algunos de ellos de alto renombre, pero ninguno ameritó
que fuera el propio presidente quien lo anunciara, lo cual indica el valor que
le atribuye a esta captura.
Que
la recaptura de El Chapo no cambie mucho el estatus de la seguridad pública en
nuestro país es otro asunto. El inicio
de año nos recibió con el asesinato de la recién entrada en funciones alcaldesa
de Temixco, Morelos, Gisela Mota, ejecutada en su propio domicilio por un comando
de la banda de Los Rojos, uno de los grupos delincuenciales que se disputan
esta entidad y la cual, de acuerdo al gobernador Graco Ramírez, se oponen a que
el gobierno estatal asuma el mando único de las policías municipales. Pero no
solo la banda de Los Rojos y otros grupos de delincuentes se oponen al esquema
de mando único. El recién estrenado alcalde de Cuernavaca y ex futbolista,
Cuauhtémoc Blanco, también se oponía a dicho esquema, creando una fuerte
polémica con el gobernador Ramírez. Al final Blanco aceptó ceder el mando de
los policías a cambio de una notoria escolta personal de soldados lo que hace
sospechar que efectivamente los alcaldes están amenazados por aceptar el mando
único y que fue lo que pudo haberle costado la vida a la alcaldesa Mota.
El mando único fue una propuesta del
presidente Peña que se llevó ante el Congreso hace más de un año y que duerme
en la congeladora de iniciativas del Poder Legislativo. La iniciativa surge a
raíz de la complicidad de las autoridades municipales en el caso de los sucesos
de Ayotzinapa, en donde el presidente municipal de Iguala, Guerrero, y su policía,
estaban al servicio de una banda de criminales. Por ello se pensó que la
solución era poner en manos de los gobiernos estatales el mando de las policías
municipales para darles más fortaleza institucional.
Pero
la oposición al mando único no solo viene de los delincuentes, sino que también,
como en el caso del alcalde Blanco de Cuernavaca, es una disputa por el poder
entre autoridades de los tres órdenes de gobierno, lo cual explica que la
iniciativa no haya prosperado. De cualquier forma, creo que el problema no es cual
orden de gobierno sea responsable de la policía, sino encontrar quien sea capaz
de lograr una policía profesional, eficaz y que sea difícil de corromper.
Llama
la atención que la delincuencia organizada sepa gestionar mejor a sus recursos
que el Estado Mexicano. Sus recursos humanos tienen sentido de pertenencia,
lealtad, entrenamiento y son eficaces. Les pagan relativamente bien y
encuentran con facilidad sus reclutas entre los millones de jóvenes que no
tienen educación ni empleo y que han sido abandonados por sus familias. Sin tener los recursos que tiene el Estado
Mexicano, los delincuentes los usan de manera más eficaz para sus propósitos
ilegales.
Cuando
el Estado Mexicano se propone capturar a un criminal peligroso ha demostrado
que lo puede lograr. Abatir al fenómeno de la inseguridad cuando uno de cada
tres mexicanos se ve afectado por ella, es más difícil. Pero si existiera la
misma capacidad de enfoque, el uso masivo de recursos y la persistencia en las
políticas y estrategias de largo plazo, creo que se podría abatir el problema
de inseguridad y corrupción que ya tienen años asolando a nuestro país. Ojalá que la recaptura de El Chapo inspire a
nuestras autoridades para realizar una cruzada que devuelva la seguridad al
país, fortaleciendo sus policías y dedicando todos los recursos del Estado
Mexicano que sean necesarios para la tarea.
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Twitter: @octaviodiazg
http://heraldo.mx/tag/todo-terreno/ Correo: odiazgl@gmail.com
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