Por: Octavio Díaz García de León
Ahora que el gobierno federal instauró un programa
para mitigar la falta de alimentos entre la población más pobre, lo bautizó como “cruzada contra el hambre”. Si bien la mitad de la población en nuestro
país sufre de pobreza material y una proporción
menor de hambre, creo que la pobreza intelectual afecta a casi toda la
población a juzgar por los discursos de políticos, la preferencia de la mayoría
de la población por entretenimientos televisivos y la falta de lectura de
libros. No será con la creación de la
Secretaría de Cultura como se van resolver
las carencias culturales e intelectuales de los habitantes de nuestro país.
Hace falta una cruzada nacional contra la pobreza cultural e intelectual.
Algunas evidencias de
nuestras carencias intelectuales se pueden observar ahora que se ha puesto de
moda exhibir en periódicos las mansiones de políticos. Tal es el caso de la
supuesta mansión del gobernador Gabino Cué de Oaxaca; me llamó la atención de esa casa su enorme
biblioteca… sin libros. O bien, los
discursos del nuevo gobernador de Nuevo León,
Jaime Rodríguez, en su toma de posesión.
Diversos artículos han reseñado la pobreza intelectual de los discursos: uno de
Roberto Zamarripa en el periódico Reforma comparando el lenguaje del nuevo
gobernador con el lenguaje florido del Piporro: muy apropiado para “la raza” (Ver
artículo); y otro artículo muy
simpático de Gil Gamés en El Financiero quien
dice que junto a Jaime Rodríguez, Fox resulta un Demóstenes (Podía haber hecho
referencia a un Demóstenes anterior, Luis Echeverría, pero la mayoría de los
lectores no había nacido cuando este presidente caía en amplios y floridos
excesos verbales) (Ver
artículo)
Quedó muy atrás la época
donde políticos mexicanos destacados podían hilvanar discursos inteligentes y no
necesitaban que se los escribieran, como
ahora, los profesionales de la pluma. No
hemos vuelto a tener personajes públicos
de la talla de Vasconcelos, Gómez
Morín, Reyes Heroles o Lombardo Toledano; políticos de amplia cultura e ideas, autores no solo de
grandes discursos sino también de libros y artículos de importancia. Lo
lamentable es que quienes escriben los discursos a funcionarios y políticos
tampoco parecen ser capaces de articular ideas, citar autores, mostrar algo de
cultura, ubicarse en alguna corriente ideológica moderna o algo por el estilo. Hay
pobreza de ideas y cultura hasta en los
profesionales de los discursos.
Platón pensaba que el
gobernante debería ser cuidadosamente seleccionado y educado desde la infancia
y que al Estado lo gobernasen reyes -
filósofos como lo propuso en su diálogo
“La República o del Estado”. El futuro rey recibiría estricta educación
elemental hasta los 18 años, luego dos años de un riguroso entrenamiento físico;
quienes superaran este proceso, tomarían
diez años de educación matemática y luego les seguirían cinco años de aprendizaje
de la dialéctica; finalmente tendrían
otros quince años de aprendizaje para gobernar . Llegados a los cincuenta años,
se escogería entre el mejor de todos al que sería rey. Platón desde luego era enemigo de la democracia y las fallas de su
esquema elitista han sido puestas en evidencia por diversos autores.
Pero estaría tentado a darle
la razón a Platón después de ver el tipo de gobernantes que pueden surgir de
las democracias: desde Hitler hasta
Chávez y Evo Morales pasando por algunos especímenes locales, todos
elegidos en procesos democráticos. Pero no hay que desfallecer de las
convicciones democráticas. No
necesitamos déspotas ilustrados sino demócratas ilustrados. Que sepan manejar ideas
absorbidas y meditadas mediante la
lectura y el estudio, enriquecidas con el debate y llevadas a buen término
mediante ejercicios de gobierno inteligentes.
Pero no solo es necesario elevar el nivel
cultural de los gobernantes; hace falta elevar el de toda la población. Una cruzada contra la pobreza intelectual
podría incluir: el crear bibliotecas de barrio en donde las personas pudieran
aportar y pedir prestados libros; pedir donativos para adquirir libros para
esas bibliotecas; tener en ellas libros
no solo de papel sin también electrónicos mediante computadoras de deshecho o
tabletas baratas. Otra cosa que se podría hacer es crear un programa para
repartir en forma masiva tabletas electrónicas exclusivamente hechas para leer
libros (como los “Kindle” de Amazon). Estas tabletas, con su enorme capacidad de
memora podrían contener miles de títulos con obras clásicas de la literatura,
las principales obras de filosofía, enciclopedias, obras de matemáticas, física, química, biología,
genética y obras referentes a oficios de aplicación práctica. Estas bibliotecas
individuales serían más grandes que la mayoría de las bibliotecas personales
que existen hoy en día. Además se podrían actualizar con novedades periódicamente. Imagínense si en lugar de
regalar millones de televisores con el pretexto del apagón analógico se hubieran
regalado tabletas así; hubiera sido una
gran aportación a la cultura de este país.
También se podrían organizar clubes de lectura y de debates a partir de las
bibliotecas de barrio; talleres de novela, poesía, periodismo, pintura,
escultura, música y demás artes. A partir de la biblioteca de barrio se podría
hacer un mini centro para las artes. Allí se podrían tener tertulias con personajes relevantes de la comunidad que
transmitan conocimientos y estimulen el debate.
Elevar el nivel cultural de
los mexicanos es tan urgente como elevar su nivel de vida. De hecho, ambas cosas van de la mano. No se necesita
mucho dinero. Solo un poco de imaginación, ganas y no esperar que el gobierno lo haga
todo.
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@octaviodiazg http://heraldo.mx/tag/todo-terreno/ Correo: odiazgl@gmail.com
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