19 de junio de 2015

JUEGO DE NIÑOS



Por: Octavio Díaz García de León.
 @octaviodiazg

Dos adolescentes y tres niños asesinaron a un pequeño de 6 años de nombre Christopher Raymundo cuando “jugaban al secuestro” a mediados de mayo de este año en la ciudad de  Chihuahua. El grupo,  formado por dos adolescentes de 15 años, dos niñas de 13 y un niño de 12  llevaron a cabo este brutal asesinato.  La noticia no solo conmocionó a Chihuahua sino dio la vuelta al mundo. Un noticiero de Malasia realizó un video con la reproducción del asesinato (Video).

De acuerdo con notas periodísticas (Nota 1,  Nota 2 y Nota 3) “Aquel día, los cinco muchachos de la misma colonia lo encontraron fuera de su domicilio, lo invitaron a recoger leña y, una vez alejados de la zona habitacional, decidieron jugar al secuestro amarrando a Christopher de manos y pies, lo golpearon en repetidas ocasiones en el rostro con un palo y piedras, para luego sofocarlo. Mientras ocurría la agresión en contra del pequeño, una de las adolescentes, cavó un hoyo donde metieron el cuerpo bocabajo; sin embargo, para asegurarse de que el niño muriera,  una niña de 13 años lo apuñaló por la espalda para garantizar que no serían delatados. Luego cavaron un poco, lo enterraron y cubrieron con maleza y los restos de un animal muerto para disimular el mal olor”. Otros testimonios indican que “al pequeño Christopher le quitaron los ojos, le partieron el labio, le rebanaron el cachete y le dieron hasta 27 puñaladas en la espalda.”

¿Qué originó que los niños se dedicaran a este juego asesino? En la novela clásica de William Golding,  “El Señor de las Moscas”   describe como unos niños ingleses preadolescentes, estudiantes,  quedan abandonados en una isla del Pacífico por un accidente de aviación. Los niños se convierten en salvajes y asesinos con rituales crueles. El libro describe la maldad humana, el ansia de poder, el abuso de los débiles por los más fuertes y de lo que son capaces unos niños aparentemente civilizados e inocentes cuando son dejados a su suerte: surgen los instintos más salvajes que la civilización se ha encargado de moderar. Algo similar ha ocurrido en  Chihuahua y en tantas otras ciudades del país, donde los niños abandonados a su suerte por sus padres y la sociedad, dejan aflorar sus peores instintos.

La violencia entre niños no es rara. El bullying o acoso escolar que ocurre en las escuelas es un fenómeno cotidiano que padecen un gran número de niños. En ocasiones ha llegado a extremos que han provocado el asesinato o inducido al suicidio a las víctimas. Pero esto no fue un caso de bullying sino un “juego” mortal.

Desconozco cuales sean las circunstancias de los niños asesinos de Chihuahua y qué los impulsó a cometer este asesinato con esos extremos de crueldad. Cabe aventurar algunas hipótesis. La violencia nos rodea por todas partes. El cine, la televisión, los video juegos, la internet con una amplia disponibilidad de videos snuff (Videos de crímenes reales). Pero por el nivel socio económico de los niños es posible que no hayan tenido acceso a la mayoría de estas modalidades de espectáculo violento para inspirarse.  (Vean una reflexión sobre el tema de la muerte como espectáculo en mi artículo).

Chihuahua fue víctima durante años de la violencia de los delincuentes hasta que las autoridades locales las enfrentaron con éxito.  Actividades delictivas como el secuestro,  eran  práctica común entre delincuentes quienes reclutaban a sus sicarios en colonias marginales como la que habitaban estos niños. El ejemplo estaba allí ya fuera a través de comentarios de los propios sicarios que suelen presumir sus fechorías o por las noticias que les llegaban por otros medios.

Otra fuente de violencia aún más frecuente pero de la que se  sabe menos es la que los padres ejercen sobre los hijos. Los niños, desorientados por la agresión de quienes se supone los deben proteger, solo pueden canalizar su resentimiento por las agresiones de que son víctimas cotidianas en el hogar, ejerciéndola  sobre compañeros más débiles. Quedará a la comunidad chihuahuense averiguar qué pasó con esos niños pero también debería ser objeto de reflexión para el resto del país.  

Por otra parte, la Justicia se ve impotente ante tamaño acontecimiento. Las leyes no prevén que los niños sean tratados como delincuentes. El fiscal del estado detalló que los menores de 12 y 13 años no pueden ser imputados debido a su minoría de edad, aunque explicó que quedarán a disposición del DIF estatal para que determine su situación. Los que tienen 15 años podrían pasar de 10 a 15 años en la cárcel.  

¿Servirá de algo encarcelar a los adolescentes de 15 años y dejarlos salir cuando tengan treinta? ¿Qué van a aprender en la cárcel en esos años? ¿Se readaptarán o saldrán como sicarios refinados? Está claro que nuestras cárceles lo menos que hacen es readaptar a las personas. ¿Y los otros menores que ni siquiera pueden pisar la cárcel? ¿Qué será de ellos? ¿Volverán a matar?

Creo que lo que hace falta es modificar la Ley para que los padres de estos niños sean quienes vayan  a la cárcel como si ellos hubieran sido cómplices del asesinato, porque de hecho lo son. Los padres de estos niños son tanto o más responsables que los verdaderos asesinos al haber descuidado a este extremo a sus hijos y deben ser procesados por la Justicia.   

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