Por:
Octavio Díaz García de León.
@octaviodiazg
Dos
adolescentes y tres niños asesinaron a un pequeño de 6 años de nombre
Christopher Raymundo cuando “jugaban al secuestro” a mediados de mayo de este
año en la ciudad de Chihuahua. El grupo,
formado por dos adolescentes de 15 años,
dos niñas de 13 y un niño de 12 llevaron
a cabo este brutal asesinato. La noticia
no solo conmocionó a Chihuahua sino dio la vuelta al mundo. Un noticiero de
Malasia realizó un video con la reproducción del asesinato (Video).
De
acuerdo con notas periodísticas (Nota 1, Nota 2 y Nota 3) “Aquel día, los cinco muchachos de
la misma colonia lo encontraron fuera de su domicilio, lo invitaron a recoger
leña y, una vez alejados de la zona habitacional, decidieron jugar al
secuestro amarrando a Christopher de manos y pies, lo golpearon en repetidas
ocasiones en el rostro con un palo y piedras, para luego sofocarlo. Mientras
ocurría la agresión en contra del pequeño, una de las adolescentes, cavó un
hoyo donde metieron el cuerpo bocabajo; sin embargo, para asegurarse de que el
niño muriera, una niña de 13 años lo apuñaló por la espalda para
garantizar que no serían delatados. Luego cavaron un poco, lo enterraron y
cubrieron con maleza y los restos de un animal muerto para disimular el mal
olor”. Otros testimonios indican que “al pequeño Christopher le
quitaron los ojos, le partieron el labio, le rebanaron el cachete y le dieron
hasta 27 puñaladas en la espalda.”
¿Qué
originó que los niños se dedicaran a este juego asesino? En la novela clásica
de William Golding, “El Señor de las
Moscas” describe como unos niños
ingleses preadolescentes, estudiantes, quedan abandonados en una isla del Pacífico
por un accidente de aviación. Los niños se convierten en salvajes y asesinos
con rituales crueles. El libro describe la maldad humana, el ansia de poder, el
abuso de los débiles por los más fuertes y de lo que son capaces unos niños
aparentemente civilizados e inocentes cuando son dejados a su suerte: surgen los
instintos más salvajes que la civilización se ha encargado de moderar. Algo
similar ha ocurrido en Chihuahua y en
tantas otras ciudades del país, donde los niños abandonados a su suerte por sus
padres y la sociedad, dejan aflorar sus peores instintos.
La
violencia entre niños no es rara. El bullying
o acoso escolar que ocurre en las escuelas es un fenómeno cotidiano que padecen
un gran número de niños. En ocasiones ha llegado a extremos que han provocado
el asesinato o inducido al suicidio a las víctimas. Pero esto no fue un caso de
bullying sino un “juego” mortal.
Desconozco
cuales sean las circunstancias de los niños asesinos de Chihuahua y qué los
impulsó a cometer este asesinato con esos extremos de crueldad. Cabe aventurar
algunas hipótesis. La violencia nos rodea por todas partes. El cine, la
televisión, los video juegos, la internet con una amplia disponibilidad de
videos snuff (Videos de crímenes reales). Pero por el nivel socio económico de
los niños es posible que no hayan tenido acceso a la mayoría de estas
modalidades de espectáculo violento para inspirarse. (Vean una reflexión sobre el tema de la muerte
como espectáculo en mi artículo).
Chihuahua
fue víctima durante años de la violencia de los delincuentes hasta que las autoridades
locales las enfrentaron con éxito. Actividades
delictivas como el secuestro, eran práctica común entre delincuentes quienes reclutaban
a sus sicarios en colonias marginales como la que habitaban estos niños. El
ejemplo estaba allí ya fuera a través de comentarios de los propios sicarios
que suelen presumir sus fechorías o por las noticias que les llegaban por otros
medios.
Otra
fuente de violencia aún más frecuente pero de la que se sabe menos es la que los padres ejercen sobre
los hijos. Los niños, desorientados por la agresión de quienes se supone los
deben proteger, solo pueden canalizar su resentimiento por las agresiones de
que son víctimas cotidianas en el hogar, ejerciéndola sobre compañeros más débiles. Quedará a la
comunidad chihuahuense averiguar qué pasó con esos niños pero también debería
ser objeto de reflexión para el resto del país.
Por
otra parte, la Justicia se ve impotente ante tamaño acontecimiento. Las leyes
no prevén que los niños sean tratados como delincuentes. El fiscal del estado detalló
que los menores de 12 y 13 años no pueden ser imputados debido a su
minoría de edad, aunque explicó que quedarán a disposición del DIF estatal para
que determine su situación. Los que tienen 15 años podrían pasar de 10 a 15
años en la cárcel.
¿Servirá
de algo encarcelar a los adolescentes de 15 años y dejarlos salir cuando tengan
treinta? ¿Qué van a aprender en la cárcel en esos años? ¿Se readaptarán o saldrán
como sicarios refinados? Está claro que nuestras cárceles lo menos que hacen es
readaptar a las personas. ¿Y los otros menores que ni siquiera pueden pisar la
cárcel? ¿Qué será de ellos? ¿Volverán a matar?
Creo
que lo que hace falta es modificar la Ley para que los padres de estos niños
sean quienes vayan a la cárcel como si
ellos hubieran sido cómplices del asesinato, porque de hecho lo son. Los padres
de estos niños son tanto o más responsables que los verdaderos asesinos al
haber descuidado a este extremo a sus hijos y deben ser procesados por la Justicia.
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