Por:
Octavio Díaz García de León.
@octaviodiazg
Para Gaby.
Algunos
artículos periodísticos recientes han comparado la época que vivimos con la
situación que prevalecía en 1908, en vísperas de la revolución que durante una
década destruyó al país. Creo que no es correcta esa apreciación. Hoy en México no es de temerse una
insurrección armada. Los barruntos de inconformidad de la población no pasan de
eso. Los medios de comunicación, el llamado círculo rojo, que ha criticado a los
últimos gobiernos, en realidad tiene menos influencia de la que les gusta pensar que
tienen. Los partidos políticos de oposición que deberían ser los grandes críticos
de las cosas que no funcionan en los gobiernos en turno, ahora callan. Parece
que el statu quo satisface a la gran mayoría. Por más que las personas se quejen en privado o bien, día con día aparezcan
artículos y noticias periodísticas denunciando tal o cual cosa, parece que prefieren
que todo siga igual. Por eso se puede reelegir sin problema un alcalde que roba
poquito y eso porque no había más que robar en su municipio; por eso pueden
seguir en el poder gobernadores como el de Chihuahua, acusado con pruebas
relevantes de actos de corrupción. Por eso pueden gobernar los delincuentes los
estados de Michoacán Tamaulipas y Guerrero. Por eso el diagnóstico es correcto: es mejor
el silencio como política de comunicación porque al final, los temas se olvidan
y no pasa nada. La gran mayoría de los mexicanos son aguantadores, resignados o
indiferentes a lo que ocurre en su país, o no saben cómo hacer para que mejoren
las cosas.
Hubo
quien haya creído que la solución armada era una vía para cambiar al país y la
última vez que se intentó fue en 1994 con un levantamiento fracasado que
solo llevó a la muerte a inocentes. Antes hubo otros intentos, como el asalto al
cuartel en Ciudad Madera, Chihuahua en 1965, tratando de emular a la Revolución
Cubana. O bien las acciones de la Liga 23 de Septiembre a principios de los años setenta o más
recientemente las limitadas acciones del EPR y el ERPI. Para recordar
levantamientos ya más en serio, habrá que remontarse al del Gral. Saturnino
Cedillo en 1938 en San Luis Potosí, el cual duró ocho meses y culminó con su muerte el 10 de enero de 1939.
El
país no puede permitirse una insurrección armada. La vía violenta es el peor camino
para lograr un cambio. A mi generación y la de mis hijos no nos ha tocado un movimiento
armado en nuestro país y es de agradecerse porque los horrores de las guerras
civiles son terribles. Basta ver lo que ocurre en Siria, Irak, Afganistán y Ucrania.
Además
no existen las condiciones que propicien un levantamiento. No hay grupos importantes
de inconformes dispuestos a tomar las armas para intentar llegar al poder. En
todo caso, la delincuencia organizada
que sí lo ha hecho, lo realiza para beneficiarse en sus negocios personales, no porque quieran
gobernar para mejorar a los ciudadanos que oprimen sino para extraerles rentas
con impunidad. Tampoco existe una cultura de manejo de armas entre grupos de
población, con excepción de los delincuentes. Armas hay muchas y es fácil
conseguirlas pero su uso y manejo requiere entrenamiento y eso no existe fuera
del medio delincuencial, policial o militar. Por otra parte, las fuerzas
armadas son leales a las instituciones y no hay ningún indicio de que deseen
asumir el poder. Estados Unidos también es un factor de estabilidad.
Mientras México no se convierta en una
Venezuela, el interés de ese país estará
en que no haya revueltas y se mantenga el statu quo y para ello pueden usar
desde la persuasión hasta la fuerza.
La
vía armada para realizar cambios en nuestro país debe estar descartada. Pero entonces
¿qué salida existe para quienes anhelan cambios de fondo ante la indiferencia de quienes prefieren
mantener las cosas como están?
La
participación ciudadana por encima de los partidos políticos - que parecen
incapaces de encabezar un cambio de fondo - debe impulsar acciones que ayuden a transformar
nuestro país. Hay liderazgos ciudadanos
destacados que han logrado impulsar estrategias para mejorar la seguridad. Hay instituciones educativas y de la sociedad
civil que han propuesto con éxito reformas en materia de combate a la
corrupción y transparencia. Hay periodistas que con su labor llegan a despertar
conciencias y a veces hasta ocasionar
movimientos de protesta. Es factible que se dé un movimiento ciudadano que no sea
secuestrado por grupos de interés, el
cual permita sacudir la indiferencia de quienes, llámense burocracia, partidos
políticos, grupos empresariales, sindicatos, etc., prefieren mantener privilegios antes que
hacer cambios de fondo.
Nadie
sabe cuáles son los factores que puedan despertar al México bronco, como nadie
lo previó en 1910. Se desconocen los mecanismos que podrían
llevar a la población a una reacción violenta pero la forma de evitarlo es
teniendo una oposición que responda como oposición, un Congreso que sea un verdadero contrapeso al Ejecutivo, un Poder
Judicial que actúe con absoluta independencia y un gobierno en general, que sea
sensible a las necesidades más apremiantes, atento a los reclamos públicos y
actúe en consecuencia. Con gobernabilidad y estabilidad es como nuestro
país podrá avanzar, siempre y cuando no se abuse del aguante o la resignación de la gente pues ambas
se pueden agotar en el momento menos pensado.
________________________________________________________________
http://octaviodiazgl.blogspot.mx/ Correo: odiazgl@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario