A finales
de los años ochenta y principios de los noventa, los funcionarios del Banco
Mundial se preguntaban por qué los proyectos y la ayuda que estaban otorgando a
países africanos estaban fracasando. Para averiguar que sucedía realizaron un estudio que arrojara luz sobre
las causas de esos fracasos. Lo que encontraron fue que no bastaba hacerles
llegar recursos ya que se perdían en corrupción, ineficiencia, ineficacia o
desvíos. Esto se debía a que los países
carecían de un factor clave para
su desarrollo, tanto o más importante
que los propios recursos que se destinaban a apoyarlos, llamado gobernanza. A
tal grado fue importante este hallazgo
que el Secretario General de Naciones Unidas dijo en 1997 que “La buena
gobernanza es quizá el factor más importante para erradicar la pobreza y
promover el desarrollo”. Esto está
reseñado en el libro “Como mejorar la gobernanza: Un
nuevo marco para el análisis y la acción” de los autores Ferranti, Jacinto, Ody
y Ramshaw.
La
gobernanza es una serie de prácticas que se requieren para el buen desempeño de
una organización, país o entidad subnacional. El concepto se puede aplicar a las empresas y de hecho a
cualquier organización en la que un grupo de personas ha designado a otras para
llevar a cabo ciertas tareas. Para explicar esta relación en que los dueños o
los ciudadanos delegan en un grupo de funcionarios las tareas de dirección de
una empresa, de un municipio, estado o país,
se utiliza el modelo “Agente-Principal”. Por ejemplo, los accionistas o dueños (Principal) de una
empresa les encargan a sus administradores (Agente) la conducción de la misma
para el logro de ciertos objetivos a cambio de una remuneración. O bien, los
ciudadanos (Principal) asignan la responsabilidad a un gobierno (Agente) de llevar
a cabo las tareas que la sociedad requiere tales como proveer seguridad pública, fomentar el
desarrollo económico, proveer educación, entre otras. Podemos definir a la gobernanza como todas
aquellas prácticas y acciones que realizan administradores o gobernantes para
cumplir con honestidad, eficacia y eficiencia las tareas que les han sido
encomendadas en la conducción y logro de los objetivos de una empresa,
organización o país. Acompañando a esta delegación de responsabilidades los dueños de empresas o los ciudadanos deben asegurarse,
mediante la rendición de cuentas, que en lugar de que los funcionarios persigan
sus propios intereses, cumplan con las
tareas que les fueron encomendadas.
El
Banco Mundial desarrolló un conjunto de indicadores para medir la gobernanza de 215 países y la cual publica a partir de 1996. Los
indicadores son: 1. Voz y rendición de cuentas. 2. Estabilidad política y ausencia de
violencia. 3. Efectividad del gobierno. 4. Calidad regulatoria. 5. Imperio de la Ley. 6. Control de la corrupción. Es importante
señalar que además de estos factores existen otros elementos tales como
capacidades técnicas, recursos financieros y políticas públicas adecuadas que
requiere una buena gobernanza. La forma como califica el Banco Mundial a los
países consiste en obtener una puntuación para cada indicador y clasificar a
cada país de acuerdo a como se comparan con el resto de los países. México se
ubicó en el 2011 como sigue: 1. “Voz y rendición de cuentas” en 53.5% (Quiere decir que el 53.5% de los países
están peor que México o al revés, el 46.5% de los países están mejor). 2. “Estabilidad
política y ausencia de violencia” en 25.5%; 3. “Efectividad del gobierno” en 63.5%;
4. “Calidad Regulatoria” en 60.7%; 5. “Imperio de la Ley” en 38.5%; 6. “Control
de la Corrupción” en 45.0%. En general
las calificaciones no han cambiado para México desde 1996 manteniendo una
tendencia estable. Diversos estudios del Banco Mundial señalan que existe una correlación positiva
entre una mejor gobernanza y un mejor desarrollo económico. De tal suerte que
esta institución considera de la mayor importancia el que se atiendan los retos
que presenta el nivel de gobernanza que tiene México que ha sido entre mediocre y malo.
Abonando
a esta recomendación, la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) elaboró un documento que
entregó al Presidente Peña Nieto en enero de este año y que contiene un
diagnóstico y recomendaciones acerca de los principales problemas que nuestro
país debe enfrentar para lograr un mejor desarrollo económico. Precisamente uno
de los capítulos está dedicado a cómo
fortalecer la gobernanza en todos los niveles de gobierno. Entre las recomendaciones
que hace la OCDE están las de fortalecer
el servicio profesional de carrera, crear sistemas de medición del desempeño y
rendición de cuentas en el gobierno y mejorar las instituciones que combaten la
corrupción, entre otros.
Para
mejorar la gobernanza de nuestro país, se propusieron modificaciones
constitucionales en materia de transparencia y la creación de una Comisión Nacional
Anticorrupción. Sin embargo, ambas iniciativas se han quedado detenidas en el
Congreso. También requieren atención urgente aspectos como “ausencia de violencia”, “imperio de la ley”
y “rendición de cuentas”. Si a ello le sumamos la desaparición de la Secretaría
de la Función Pública que era un gran impulsor de los temas de gobernanza, esto
podría ser un factor que impida que el
resto de las reformas que se están promoviendo rindan frutos.
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