El
caso de Snowden, el ex contratista de la NSA, (Agencia de Seguridad Nacional por sus
siglas en inglés) de Estados Unidos, sigue dando mucho de qué hablar. Lo más
reciente son las revelaciones acerca del espionaje que este país realiza a países
amigos entre ellos México. De acuerdo a esa información, E.U. espió la embajada de México en Washington y en nuestro país monitoreó asuntos relacionados con
narcotráfico y energía. Todas estas actividades de espionaje causaron desde
luego gran molestia entre los países espiados, la mayoría aliados o amigos de
Estados Unidos. Pero esto no debería sorprender a nadie, como no sorprenderá a las autoridades de los países
espiados. Es sabido que desde los años cincuenta la NSA y la CIA realizan
labores de espionaje en países amigos o enemigos con permiso o sin permiso de
las autoridades locales. Pero también es cierto que muchos de estos países, a
su vez, realizan labores de espionaje en Estados Unidos. El juego del espionaje
es de todos contra todos.
Como
medida correctiva, los gobiernos espiados deben preocuparse por saber cuál información cayó en manos de los americanos; qué pueden
hacer con esa información y qué medidas hay que tomar para contrarrestar ese
daño. Por el lado preventivo hay otras cosas que hacer. En artículos anteriores
escribí sobre la necesidad de que el gobierno mexicano tenga una Ley que regule
el acceso a la información gubernamental confidencial y sancione a quienes
revelan secretos de estado. También es necesario contar con medidas robustas de protección de
las comunicaciones y la información. Esto incluye por ejemplo, contar con sistemas de encripción del más alto
nivel; protocolos de clasificación y manejo de información confidencial; y
seguridad perimetral y física de las instalaciones, entre otras.
Las
medidas preventivas parten de hacer un mapa de riesgos que ponga de manifiesto
las debilidades de los sistemas de comunicación e información. A partir de este
mapa, se deben tomar medidas que van desde capacitar a quienes manejan esa información
hasta sofisticadas medidas de contrainteligencia. Algunas áreas a revisar en el
gobierno son por ejemplo: la red federal de funcionarios o red roja, por donde
se cruzan las conversaciones más sensibles del gobierno federal; los teléfonos
móviles por los que se comunican estos funcionarios; los enlaces por internet
que utilizan; los sistemas de comunicaciones de las fuerzas de seguridad
pública y seguridad nacional. Habría también que valorar si los proveedores
extranjeros de equipos de protección de las comunicaciones que usa nuestro
gobierno, tienen obligación de entregar a
sus gobiernos de origen las claves para romper las codificaciones.
Pero
los americanos no sólo espían al gobierno de México. Nos enteramos recientemente
de la caída del famoso líder de los Zetas, el temible Z-40, Miguel Ángel
Treviño Morales. Algunos analistas opinan que en este caso, como en los casos
de la captura de otros capos famosos, el operativo se pudo realizar gracias a
que las agencias de inteligencia de Estados Unidos, probablemente la DEA, proporcionaron la
información para su captura. Un indicio de que así fue es que la captura la realizó la Secretaría de
Marina (SEMAR) en quien aparentemente
confían más las agencias estadounidenses, como ya se ha demostrado en otros
casos. Lo bueno es que este espionaje se
hizo en coordinación con la SEMAR y resultó en la captura del peligroso
maleante; lo preocupante, es que sea la
DEA quien tenga más capacidad para labores de inteligencia policiales en nuestro territorio,
que las agencias mexicanas.
También
existen los espías nativos. En días pasados se publicó en primera plana del
periódico Reforma una nota en la cual
mencionaba que la Universidad de Toronto detectó que existen
en México tres servidores de cómputo con software y capacidad para espiar a las
personas, interviniendo teléfonos celulares, computadoras y otros
dispositivos móviles. Espiar a individuos,
empresas, partidos y otras organizaciones puede resultar atractivo para ciertos
actores y por eso no es raro que en México también existan estas capacidades. En todo caso, si usted teme ser espiado, le propongo que se haga las siguientes
preguntas:
1. ¿Es usted un político de cierta
relevancia? Por ejemplo, con un cargo de elección en el poder legislativo; o es
dirigente destacado de algún partido político; o funcionario federal o estatal
de primer nivel.
2. ¿Es usted destacado líder empresarial,
estudiantil o sindical?
3. ¿Tiene usted mucho dinero y lo ostenta?
¿Negocios importantes?
4. ¿Maneja información que le puede dar a
ganar mucho dinero a terceros, por ejemplo, información privilegiada sobre las acciones de una empresa?
5. ¿Tiene usted gran influencia en la
opinión pública por sus actividades profesionales?
6. ¿Es usted extranjero y tiene algún
vínculo con organizaciones terroristas de su país o es usted miembro de
sus servicios de inteligencia?
7. ¿Participa usted en actividades
ilícitas, especialmente narcotráfico?
8. ¿Se dedica usted al terrorismo,
anarquismo, guerrilla u otros actos subversivos y forma parte de grupos que
gustan de poner bombas?
9. ¿Es usted infiel y su esposa (o)
sospecha algo?
10. ¿Tiene usted enemigos lo
suficientemente sofisticados y poderosos?
Si usted se encuentra en estos supuestos (Hay más por supuesto) usted o su familia
podrían ser espiados. Pero si no, despreocúpese.
Aunque la NSA haya leído sus correos, grabado sus conversaciones y visto
todo su Facebook, nada le pasará.
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