El Gobernador
Lozano ha realizado una fuerte promoción de Aguascalientes en el extranjero,
especialmente en Japón, para atraer inversión
de ese país. Escuché recientemente en una charla que se ponía en duda
las ventajas de que llegara inversión extranjera a Aguascalientes porque se
decía que es preferible y beneficia más al país la inversión nacional. No es
así. La política de favorecer a inversionistas nacionales se dio por décadas y
ella no le trajo más beneficios al país. Al contrario. El consumidor se vio
obligado a pagar precios más altos que en el extranjero por bienes de menor
calidad. Tampoco se generó el crecimiento económico que se esperaba de este
proteccionismo.
Hoy en día la
discusión ha revivido porque se mira el éxito económico que ha tenido Brasil en
los últimos años y a que se atribuye dicho éxito a las políticas proteccionistas
de su gobierno. Sin embargo la economía de Brasil prosperó recientemente gracias
a la demanda de sus materias primas por parte de China y el resto del mundo. Ahora que esa
demanda ha disminuido, así también se ha desacelerado la economía brasileña. Algunas
de las políticas brasileñas de fomento a su industria se quedaron ancladas en los
sesentas, con excepciones tales como en lo
que respecta a la explotación petrolera, en donde gracias a la entrada de
capital extranjero se ha vuelto un país exitoso. México ya vivió y superó las medidas que restringen el libre comercio y
el libre flujo de capitales. No es tiempo de regresar a un modelo económico ya superado.
Al contrario,
más que proteccionismo, si hay algo que
falta en México es concluir la liberación
de la economía. Por ejemplo, en materia de políticas de inversión en el campo
de la energía, México se ha quedado al nivel de los países más atrasados del
mundo. No sólo no se permite la inversión extranjera en la explotación, refinación
y distribución de petróleo y sus derivados sino que ni siquiera el sector
privado puede hacerlo. Lo mismo pasa con la generación y distribución de
electricidad y en las limitaciones a la inversión extranjera en
telecomunicaciones. La economía mexicana no acaba de funcionar como debiera
porque no se han completado las reformas que requiere nuestro país para
liberalizar sectores aún protegidos, no se ha terminado de privatizar empresas estatales y falta aumentar
la competencia en mercados oligopólicos; por esto y no porque se requiera mayor
protección a la industria nacional o que el gobierno dirija más a la economía. La
intervención del gobierno debería ser para permitir que funcionen mejor los mercados,
proveer seguridad pública y social e infraestructura.
En cuanto a la
discusión de si es preferible la inversión nacional a la extranjera, ninguna de
las dos es mala. Quienes invierten en empresas lo hacen para mantener o
incrementar sus inversiones y obtener ganancias. Esas ganancias se pueden usar
para crear nuevas empresas, reinvertir en las empresas propias, invertir en otros instrumentos financieros o
para sus gastos familiares. Sólo en el caso de la inversión en empresas
nacionales se garantiza que las ganancias se quedarán en el país. Todo
esto sin importar la nacionalidad de los
inversionistas.
Cuando hablamos
de inversión nacional, hay que recordar quién está detrás de ella. Primero, los
más conservadores son quienes invierten sus ahorros por ejemplo en inmuebles o
instrumentos financieros que no tienen riesgo y no contribuyen a la creación de
empresas. Luego tenemos a los pequeños y medianos empresarios y a quienes apenas les alcanzan sus ganancias para reinvertir en sus propias
empresas o para sus gastos. Por último tenemos a quienes disponen de
grandes capitales para invertir, los cuales son empresarios muy sofisticados
con posibilidades de invertir en todo el mundo y que buscan las mejores opciones que no necesariamente están
en México. Por ejemplo: ¿Qué van a hacer las familias Fernández,
Aramburuzabala, Díez Morodo, González y Sánchez Navarro con los 13.3 mil
millones de dólares que obtuvieron de la
venta de Cervecería Modelo? No lo sé, pero seguramente buscarán por todo el
mundo las mejores opciones de inversión. Ellos,
como otros capitalistas
nacionales, no por ser mexicanos lo invertirán
o gastarán en México. Además este tipo de inversionistas cuentan con
sofisticados métodos para optimizar impuestos al depositar sus capitales en paraísos fiscales y otros lugares donde
están más seguros que en nuestro país.
En el caso de
la Nissan que viene a invertir en Aguascalientes, esta empresa japonesa cotiza
en la Bolsa de Tokio. Si inversionistas nacionales quisieran beneficiarse de
las ganancias que tendrán las inversiones que realizará en nuestro estado, podrían comprar acciones de esta empresa.
Aguascalientes necesita
inversión no importa de donde provenga. Las inversiones en empresas generan no
solo empleos y los gastos asociados a la nómina, sino una derrama económica
importante en insumos, servicios e
impuestos. El tener estas plantas japonesas en el estado representa además una oportunidad enorme para
venderles partes y componentes. Es más fácil entrar a este mercado que ya está
aquí que andarlo buscando en otras
partes del mundo. Ojalá sigan llegando más
inversiones a Aguascalientes y si es mexicana, que bueno y si no, también: bienvenida.
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