El periodismo se ha convertido en una profesión de alto impacto en la vida de naciones y comunidades especialmente por el crecimiento en el alcance de los medios de comunicación. Por ello hace falta un periodismo moderno que resista los embates de grupos que desean influir sobre ellos y enfrente la competencia de nuevas tecnologías.
Siempre se ha intentado coartar la libertad de expresión de los periodistas. Desde quienes intentan influirlos mediante el halago y reconocimientos, pasando por los que intentan corromperlos con dinero o dádivas, hasta quienes los amenazan e incluso matan si no cumplen con sus designios.
A partir de mediados de los años noventas empezamos a vivir en México una gran libertad de expresión. El tipo de periodismo que se hacía durante los regímenes de la Revolución (entre 1930 y 2000) estaba sumamente acotado. Hay que recordar que los gobiernos en turno ejercieron un fuerte control sobre los medios de comunicación. En el caso de los medios electrónicos, se amenazaba a los dueños con retirarles sus concesiones, entre otras medidas de presión, para ejercer la censura. En los medios impresos el control se ejercía por mecanismos tales como negarles el suministro de papel, ya que la importadora de papel (PIPSA) era propiedad del gobierno e inclusive dependía de la Secretaría de Gobernación, dependencia encargada en aquél entonces de ejercer el control de los medios en todo el país. Otro mecanismo de control eran los anuncios gubernamentales que se condicionaban a que los medios fueran dóciles a las directrices del gobierno. Pero no sólo así se ejercía la censura. Es bien conocida la dádiva o “chayote” que se repartía a los periodistas desde las oficinas de gobierno. Inclusive se llegaba también al extremo del asesinato como en el caso del periodista Manuel Buendía, por cuya ejecución fue a dar a la cárcel un alto funcionario de la Secretaría de Gobernación de aquellos años.
Ahora las presiones vienen de otros actores: de grupos empresariales, del crimen organizado, de gobiernos locales. Pero el periodismo actual no sólo está amenazado por estos grupos de interés que intentan manipularlo. Los nuevos medios de comunicación como el Twitter, el Facebook, YouTube, los Blogs personales y otros han empezado a competir con el periodismo tradicional. Se han convertido en una alternativa de información en donde las personas pueden verificar si lo que dice el periodista es cierto e incluso enterarse antes. El periodista no genera valor agregado si se limita a dar a conocer una noticia ya que es superado en oportunidad por los medios mencionados. Por ello debe enfocarse a realizar labores de investigación de fondo que les ofrezca a sus lectores profundidad, calidad y mayor contenido en la información.
Para ejemplificar el tipo de periodismo de impacto que se requiere, les comento que recientemente volví a ver una película acerca de un par de reporteros que cambiaron la historia de los Estados Unidos. La película se llama “Todos los Hombres del Presidente” en donde actúan Dustin Hoffman y Robert Redford. Se trata de la historia de cómo los periodistas del periódico Washington Post, Carl Bernstein y Bob Woodward, pusieron al descubierto una extensa red de corrupción, espionaje y propaganda negativa que el entonces Presidente Richard Nixon, del Partido Republicano, organizó para mantenerse en el poder y poder reelegirse en el año de 1972. El descubrimiento ocurrió por accidente cuando cinco presuntos ladrones fueron capturados dentro de las oficinas del Partido Demócrata en el complejo de edificios Watergate en la ciudad de Washington. Lo que parecía un simple problema policial, resultó la punta del iceberg de una extensa operación de espionaje y desprestigio hacia los adversarios del Presidente Nixon. Para ello, el Presidente utilizó toda la fuerza del estado incluyendo a sus organismos de inteligencia y seguridad, poniéndolos al servicio de su causa personal. A través de una investigación acuciosa todo esto fue revelado por los periodistas del Washington Post lo cual demostró que ni el Presidente del país más poderoso del mundo es inmune a la verdad descubierta por un trabajo de periodismo bien hecho. Para los americanos, que están muy orgullosos de tener una de las democracias más avanzadas del mundo, el hecho de que un Presidente recurriera a este tipo de tácticas para ganar unas elecciones causó tal indignación que por primera vez en la historia de aquél país, el Presidente en funciones se vio obligado a renunciar en 1974 cuando culminó la revelación de todos los abusos que cometió. La labor de investigación e información que realizaron Woodward y Bernstein fue fundamental para ello y demostró la eficacia de un periodismo de fondo, profesional y sin miedo.
Hoy en día, el periodismo de investigación ayuda a sacar a la luz el proceder de actores públicos, los obliga a actuar con mayor transparencia y a cuidar sus acciones porque saben que están siendo observados. Desafortunadamente se ha vuelto una profesión de alto riesgo y se ve amenazada por medios alternativos de comunicación. Pero siempre habrá necesidad de un periodismo valiente, investigativo y de fondo que ayude a transformar a la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario