17 de abril de 2011

2001: UNA ODISEA DEL ESPACIO

TODO TERRENO
 
2001: UNA ODISEA DEL ESPACIO
 
Por: Octavio Díaz G.L.
Esta película del director Stanley Kubrick fue poco comprendida cuando se estrenó en 1968 pero se volvió una película de culto, especialmente por su secuencia final de más de veinte minutos sin diálogo alguno.  Hoy en día siguen sorprendiendo sus efectos visuales, aunque su desarrollo pausado y lento, contrasta con la aceleración de las películas de ciencia ficción modernas.  Kubrick era perfeccionista e intervenía en todos los aspectos de sus películas. Considero que  nos ha querido dejar una pista para la interpretación de la película en la música que emplea.
 
La película inicia sin ninguna imagen, sólo con la música desconcertante del compositor húngaro György Ligeti, uno de los más importantes compositores del Siglo XX,  para luego introducir las primeras imágenes  con los compases iniciales del poema sinfónico “Así Hablaba Zaratustra” del compositor alemán Richard Strauss. La película se divide en cuatro partes: inicia describiendo la vida de los antecesores del hombre, de  sus luchas por sobrevivir en una pradera inhóspita. Un día aparece un monolito de aparente origen extraterrestre en medio de estos homínidos. Al poco tiempo algunos de ellos descubren el uso de herramientas transformadas en armas que les permiten cazar, saciar su hambre y vencer a tribus rivales. Este es el amanecer del hombre. La segunda parte da un salto de tres millones de años hacia finales de un imaginario fin de Siglo XX. Los viajes lunares son comunes y hay una gran colonia humana en la Luna. Aquí las notas del vals “Danubio Azul” de Johann Strauss II (Nada que ver con el otro Strauss) sirven de fondo para un magnífico y cómodo viaje a la Luna de un científico que va a investigar la misteriosa aparición de un monolito enterrado cerca de un cráter.  El monolito es de origen extraterrestre y emite poderosas señales de radio. Esta aparición va acompañada de la música de Ligeti. Cuando los investigadores se acercan al monolito, este emite una señal que viaja a Júpiter. En la tercera parte de la película que inicia con música de Aram Katchaturian, se presenta la misión espacial con destino a Júpiter tripulada por una omnipresente computadora: HAL-9000 (Por cierto, las letras H, A y L son las letras del alfabeto que anteceden a las letras I, B  y M) que empieza a fallar y “enloquece” matando a casi todos los astronautas,  hasta que el último sobreviviente logra desconectarla. En la cuarta y última parte el astronauta sobreviviente llega a Júpiter. Al aproximarse al planeta, el espacio se dilata, su nave alcanza velocidades muy altas hasta que súbitamente aparece instalado en una habitación con una decoración muy convencional, como de un hotel en la Tierra. El astronauta está solo y envejece en unos cuantos minutos. Toda esta secuencia está acompañada de la música de Ligeti. Al final a punto de morir, se aparece de nuevo el monolito en su habitación que lo transforma en un feto o recién nacido,  que parece más que humano, un nuevo ser. De la habitación pasa súbitamente a una cápsula o placenta flotando en el espacio desde donde observa a la Tierra. De nuevo resuenan los compases iniciales de “Así Hablaba Zaratustra”.
Se ha escrito mucho acerca  de esta película, de sus efectos visuales pioneros en el cine de ciencia ficción, de la precisión científica de lo que allí se presenta,  de sus personajes humanos pero sin sentimientos, de la computadora HAL-9000 que a pesar de su increíble inteligencia, resulta más humana que los astronautas, pues comete errores, es soberbia y se convierte en asesina. ¿Cuál es el mensaje de la película? Al escoger los primeros compases del inicio del poema sinfónico “Así Hablaba Zaratustra”, aparte de que el efecto sonoro es impactante, también plantea una alusión a un pasaje famoso del libro del mismo nombre de Nietzsche, cuando Zaratustra dice: “El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, - una cuerda sobre un abismo.”. Lo que presenta Kubrick en esta película, es precisamente ese paso entre el animal y el superhombre. El hombre que viene de ser un animal y al transformarse en hombre ya ha dominado la técnica de los viajes espaciales y creado supercomputadoras que son casi humanas. Pero en esa transformación, el hombre corre muchos peligros. El peligro de caer al abismo representado por el mal uso de la tecnología; el peligro de la pérdida de sentimientos, el peligro del dominio de las máquinas sobre los humanos: todo ello pueden ocasionarles la muerte y su desaparición. ¿Quién impulsa esa transformación?  Kubrick no cree que el hombre por si mismo haya podido dejar de ser animal para convertirse en hombre y no cree que por si mismo se pueda transformar en superhombre. Plantea entonces que el motor de la transformación son los extraterrestres (¿o estará pensando en Dios?), representados por el monolito. Gracias al monolito, el astronauta/hombre muere y resucita en la forma del embrión de un nuevo superhombre que contempla la Tierra desde el espacio. ¿Regresará a ella para transformarla? ¿Conquistará ahora el Universo? Kubrick se planteaba en 1968 si gracias a la intervención de un poder superior nos convertiríamos en superhombres y lograríamos salvar los peligros de la tecnología y la deshumanización. Hoy siguen sin estar claras las respuestas a esas interrogantes.  
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