1 de agosto de 2020

LA PESTE HOY


 

“Sin embargo, cuando se ve la miseria y el sufrimiento que acarrea, hay que ser ciego o cobarde para resignarse a la peste.”

 “Muchos de los enfermeros y de los enterradores, al principio oficiales y después improvisados, murieron de la peste.”

Albert Camus

Por: Octavio Díaz García de León.

                                  

   El doctor Bernard Rieux, el personaje central de la novela de Albert Camus, La Peste,  se encuentra una mañana de abril una rata muerta en la escalera de su edificio, en un lugar donde no debía haber ratas y, mucho menos, muertas.

    Unos días después,  ya son miles las ratas sin vida que aparecen por toda la ciudad ante el horror de sus habitantes. Pero eso no es lo peor. La gente empieza a enfermar y  luego morir a causa de una extraña enfermedad cuyos signos son visibles y aterradores.

    La ciudad de Orán en Argelia,  donde se desarrolla la novela, va adquiriendo  conciencia lentamente del problema. Al principio no lo toman en serio, pero el número de enfermos y fallecidos crece inexorablemente.

    Nadie se atreve a ponerle nombre a la enfermedad hasta que la evidencia los vence: se trata de la peste. La legendaria enfermedad que cobró la vida de la tercera  parte de la población europea en la Edad Media y causó  alrededor de doscientos millones de muertes.

    Las autoridades aún no lo creen, vacilan para tomar medidas estrictas de aislamiento de los contagiados,  mientras la enfermedad se extiende. Finalmente se deciden por decretar el cierre de la ciudad para ponerla en estricta cuarentena.

    Al protagonista le toca atender a un sinnúmero de enfermos y ser testigo de cómo la enfermedad va matando al azar, sin un patrón claro. La enfermedad inicia, ataca con síntomas terribles, luego parece que hay mejoría y a continuación una recaída de la que algunos se salvan y otros saben que, irremediablemente, morirán.

    En su novela,  Camus plantea el absurdo de la vida y su falta de sentido,  pero intenta buscar el antídoto a ambas realidades  a través de  la solidaridad de las personas que combaten la peste.

    También desfilan por la novela, el personaje  que desea huir de la ciudad pero no tiene escapatoria, el comerciante que le viene muy bien la peste porque se dedica a hacer negocios para enriquecerse y los políticos a quienes los rebasa la epidemia, entre otros.

    Sin duda, los héroes de esta novela son los médicos y las personas que desinteresadamente los apoyan,  quienes se unen para combatir a la peste, de la mano del Dr. Rieux. Ellos se dedican a buscar y atender a los enfermos, porque reconocen que  “… puesto que la enfermedad estaba allí, había que hacer lo necesario para luchar contra ella. …” porque,  “… es cosa de todos.”

    Nuestra peste de hoy se llama SARS-CoV-2 y a semejanza de la novela, el combate a la misma está llena de trabajadores de la salud que se juegan la vida todos los días por tratar de salvar a sus semejantes. Para ellos,  cada enfermo tiene cara, nombre, historia  y familia. Cada enfermo es una persona que hay que cuidar, no una estadística abstracta que se divulga diariamente.

    Decenas de miles de doctores y personal que los apoya,  están construyendo la historia heroica de esta pandemia. Enfrentada sin los equipos de protección adecuados para protegerse y sin suficientes insumos, equipos e instalaciones que les permitan salvar vidas.      

    El protagonista de La Peste, el doctor Rieux,  logra sobrevivir a la epidemia pero desafortunadamente en México,  cientos de trabajadores de la salud no podrán decir lo mismo. Nuestro país presenta uno de los más altos índices de fallecimientos de personal de la salud. https://www.infobae.com/america/mexico/2020/07/14/mexico-es-el-quinto-pais-con-mas-personal-medico-fallecido-por-covid-19-amnistia-internacional/.   Entre ellos,  el pasado  26 de julio falleció por COVID-19, Jesús Enrique Grajeda,  Secretario de Salud del Estado de Chihuahua.   

   Quizás habría que empezar por hacer un monumento con los nombres y retratos de cada uno de los trabajadores de salud que fueron víctimas de esta enfermedad, porque no tuvieron el apoyo necesario para salvar su vida y con ello,  la de muchos otros.

    Pero no es suficiente, porque la pandemia sigue su curso y cada vez hay más infectados y muertos. Les debemos  apoyo a estos trabajadores, no solo de carácter material para que hagan mejor su trabajo de salvar vidas, sino emocional, psicológico, de seguridad a sus personas y familiares y remuneraciones que compensen su esfuerzo. Pero también, como en la novela de Camus, con trabajo voluntario para apoyarlos.

    Camus utiliza su novela para tratar de encontrar respuesta al absurdo de la vida cuando las certezas del pasado han dejado de funcionar.  Ahora nos toca encontrarle sentido a algunos de los absurdos que nos toca vivir y  Camus propone encontrarlo en la solidaridad.

   Esa solidaridad que, en gran medida, aún les debemos a los médicos y a todos los trabajadores de la salud, hombres y mujeres generosos,  que están dispuestos a enfrentar la muerte,  para que no mueran nuestros enfermos. 

 

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19 de julio de 2020

UNA REFLEXIÓN SOBRE LA CORRUPCIÓN

 

¨Tenemos que atacar los actos individuales de corrupción.

Ese es el enfoque necesario. Ir tras esos individuos.”

Peter Eigen

           Por: Octavio Díaz García de León               

   La idea: Existe un clamor popular contra la corrupción derivado de los excesos del sexenio anterior y una gran aceptación por combatirla como se ha propuesto.   Sin embargo, habría que moderar las expectativas ya que la corrupción continuará estando entre nosotros por mucho tiempo y el abatirla es una lucha de largo plazo.

    El concepto de corrupción ha ido cambiando. Por ejemplo, en la Nueva España  la venta de cargos era  legal, aunque no faltaban quienes vieran en este sistema algo injusto ya que privilegiaba, no al que lo merecía,  que en ese caso era haber nacido de cuna noble, sino al que pagaba más por un puesto. Hoy en día eso se considera un acto de corrupción. (https://www.cambridge.org/core/books/corruption-and-justice-in-colonial-mexico-16501755/F495BBF52DFE0441B927DB4A0254B1F8)

   El problema de la corrupción en la actualidad se puede entender a partir del fenómeno que se da cuando los dueños de una empresa o los ciudadanos,  delegan en administradores y gobernantes la conducción de un negocio o de un gobierno.

 Los intereses de dueños y administradores son diferentes. Simplificando, los dueños querrán tener más ganancias y los administradores querrán ganar más dinero. Ambos objetivos se contraponen.

    A este fenómeno se le ha estudiado como el problema Agente-Principal,  cuando al existir intereses divergentes, el Principal tiene dificultades para supervisar al Agente o no tiene mecanismos suficientes para que este actúe en favor de los intereses del Principal. Para resolverlo se han desarrollado mecanismos de gobernanza.

   En el sector público el reto es mayor. Los ciudadanos rara vez se ven como “dueños“ a pesar de que ellos son los que aportan los recursos  con impuestos.

   Esto se debe a las múltiples barreras que existen entre gobierno y ciudadanos las cuales generan indiferencia y alejamiento por parte de estos últimos. Por ejemplo: dificultades para acceder y entender la información técnica, la complejidad del entramado jurídico en que opera el gobierno, la costumbre asistencialista que desincentiva la crítica al gobierno mientras este otorgue recursos, etc. 

    De esto se aprovechan los malos funcionarios quienes administran al gobierno como si los recursos fueran suyos.  

   De esta indiferencia por una parte y abuso por la otra, surge la corrupción. Transparencia Internacional define a la corrupción como “El abuso del poder público confiado a una persona para obtener un beneficio personal”.

   ¿Qué tan grande es la corrupción? Existen diferentes formas de medir la corrupción: Percepción (Transparencia Internacional): mediante encuestas se pregunta qué tanta corrupción perciben en base a una escala subjetiva. Experiencia (INEGI): se pregunta  a las personas si han sido víctimas de un acto de corrupción y cuanto han pagado por él. Diferencias: en una obra, adquisición o proyecto  se calcula cuánto hubiera costado con parámetros de mercado  y cuánto costó en realidad. Del sobreprecio pagado, se estima que una parte es por corrupción. Ningún método es muy preciso ya que se trata de un fenómeno clandestino muy difícil de medir.

   Se ha especulado sobre  las causas de la corrupción. No se trata de un problema cultural o genético. Se da por el deseo de enriquecimiento de los funcionarios corruptos. Puede ser solo para complementar la quincena en el caso de algún funcionario menor o para hacer ricos a varias generaciones de descendientes, como en el caso de los ex gobernadores Duarte. Por su parte,  contribuyen a la corrupción los particulares que prefieren evitar una multa, agilizar un trámite u obtener un contrato.

    Principalmente se propicia por la impunidad y falta de controles adecuados para evitar la corrupción.

   Las empresas han desarrollado mecanismos de gobernanza cada vez más eficaces pero  el sector público se ha quedado rezagado. Y no por carencia de leyes, normas, entidades fiscalizadoras y otro tipo de mecanismos, sino por ineficaces.

   Estas leyes y normas en su mayoría dificultan la actuación de los servidores públicos,  pero no han servido para abatir la corrupción. También se han renombrado y creado numerosas instituciones con ese propósito: desde una Fiscalía Anticorrupción hasta un barroco y extenso Sistema Nacional Anticorrupción, las cuales no  han incidido en abatir la impunidad  ni la corrupción.

    Quizá lo más eficaz es crear una agencia anticorrupción  con total autonomía que permita detectar vínculos y seguir la pista del dinero que beneficia a funcionarios y particulares corruptos, para con esa información y pruebas, producir  expedientes que permitan judicializar los casos.

  También existe la corrupción estratégica en donde países con intereses geopolíticos utilizan a la corrupción para impulsar sus intereses. Por ejemplo,  aquellos orientados a apoderarse del sector energético de otros países, tal y como ocurrió en Ucrania. La corrupción también puede convertirse en una amenaza a la Seguridad Nacional y se requieren sistemas de contrainteligencia para combatirla. (https://www.foreignaffairs.com/articles/united-states/2020-06-09/rise-strategic-corruption)

   La corrupción no va a desaparecer en el corto plazo porque ésta ya permea en grandes segmentos de la sociedad. Quizá hacen falta cuatro ingredientes fundamentales: Un marco legal adecuado,  una agencia independiente para combatir  la corrupción que sea realmente eficaz,  voluntad política para llegar hasta las últimas consecuencias sin importar  de quien se trate y una sociedad civil participativa y alerta que vigile, denuncie y presione a las autoridades.

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5 de julio de 2020

NO VOLVER AL PASADO



¨El futuro y lo lejano sean para ti la causa de tu hoy”

Friedrich Nietzsche

Por: Octavio Díaz García de León.

     La idea: Es bueno aprender de la historia. El avance de la humanidad se basa en la acumulación de experiencias y conocimientos de incontables generaciones de seres humanos. Pero no se debe construir al futuro queriendo regresar al pasado,  sino aprovechar las lecciones de la historia para,  partiendo del  presente y  entendiendo su dinámica,  alcanzar un futuro que supere lo anterior.

       El profesor Correa , de la Universidad de Las Américas en Chile,  dice que “…la Historia para Nietzsche no debe ser entendida como un conocimiento que determine el actuar humano – el historicismo -, pues de esa manera se constituiría en una enfermedad que paralizaría el actuar humano” y cita al filósofo: “El conocimiento del pasado en todos los tiempos no es el de desear sino cuando está al servicio del futuro y del presente y no cuando debilita al presente, cuando desarraiga los gérmenes vivos del porvenir…”. Correa concluye: “Según Nietzsche las verdades históricas son ficciones; a la vez, estas constituyen interpretaciones y toda interpretación es perspectiva” (http://intushistoria.uai.cl/index.php/intushistoria/article/view/98).

    Nietzsche,  entonces,  propone que la historia se ponga al servicio del futuro para construirlo, no pensando que la historia obedece a reglas o leyes sino como  narrativas basadas en interpretaciones que puedan aportar a la construcción del por venir deseado.

    Así, algunos líderes utilizan a  la historia como una herramienta para impulsar sus visiones de futuro. El riesgo puede ser que se privilegie una visión idílica de un pasado que no existió y se promueva un retorno a una Edad de Oro que es pura ficción.

    Steven Pinker nos hace ver que vivimos la mejor de las épocas posibles gracias a la vigencia de la Ilustración que se basa en la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso, por lo que cualquier época anterior tiene severas desventajas comparada con el presente.

    Por ejemplo, para enfrentar la pandemia de gripe “española” de hace un siglo, nuestros abuelos solo contaban con el cubrebocas. Nosotros,  para enfrentar la pandemia de COVID-19, además de cubrebocas,  tenemos la posibilidad de obtener una vacuna en un plazo corto, desarrollar antivirales  eficaces para combatirla y tecnología, para identificar los patrones de movilidad de cada persona que cuente con acceso a internet o a un teléfono celular, con lo cual sepamos con quienes y cuándo estuvo en contacto un enfermo, para que, en caso necesario, avisar al resto para que se hagan pruebas y se encierren. 

   Entonces, querer regresar al pasado no es lo conveniente ya que la evidencia muestra que  no fue mejor que el presente. Lo adecuado será  partir de lo ya avanzado, corrigiendo lo que no funciona.

    Hay que mirar al pasado para aprender de él pero no para repetir una historia que ya no es dable revivir. Construir el futuro a partir de lo ya logrado implica conocer muy bien lo que se ha hecho para no reinventar el hilo negro ni cometer los mismos errores. Hay que mirar a la historia para aprender, no para repetirla.

     La construcción del porvenir es una tarea sumamente compleja que requiere el entender la dinámica con la que se mueve una sociedad para poder dirigirla hacia la consecución de sus objetivos. Este proceso no es lineal ni determinista, ni obedece a las “leyes” de  la historia. Se trata de dirigir un sistema donde interactúan millones de personas  y donde influyen el azar y la incertidumbre.

    Para ilustrar esta complejidad y lo inesperado que suelen ser los resultados hay que recordar lo que dice la Teoría del Caos. Para ella, un pequeño cambio en los valores iniciales de las variables en las ecuaciones que intentan predecir algún comportamiento complejo puede dar un resultado radicalmente diferente e inesperado.

    Se suele simplificar esto con la imagen de que el aleteo de una mariposa puede provocar un huracán al otro lado del mundo. O para ponerlo al día, una  persona en China que disfrutó los placeres culinarios de un murciélago, está ocasionando una pandemia mortífera y una enorme depresión económica mundial.

    Construir un futuro deseable para la sociedad no es un problema de objetivos. Todos coinciden en buscar una calidad de vida que propicie el bienestar y la felicidad mediante bienes materiales que satisfagan  las necesidades de cada quien y tener servicios de primera por parte del Estado  en salud, educación y seguridad pública.  

   La dificultad estriba en cómo lograrlos. Con el enfoque y herramientas adecuadas, una sociedad puede construir un porvenir exitoso y en estos tiempos de crisis, sobrevivir y adaptarse. Para resolver nuestros problemas inmediatos  hace falta usar los elementos que nos entregó la Ilustración, no querer regresar a un pasado utópico e irrepetible. La humanidad puede seguir su camino de progreso, de la mano de la Ilustración. ____________________________________________________________

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21 de junio de 2020

LA PANDEMIA ESTÁ EN NUESTRA CANCHA



¨No vayas dócilmente hacia esa noche eterna”
Dylan Thomas

Por: Octavio Díaz García de León.
                                   
    La idea: Para el SARS-CoV-2 no hay vacuna y no existe remedio. Sin embargo,   se ha decidido abrir actividades económicas paulatinamente sin tomar medidas de precaución adicionales para la población. Con ello, probablemente la pandemia empeore. Quizá dentro de un año habrá vacuna y cura. Mientras, el número de muertes y enfermos seguirá creciendo, si no hay medidas para detener el contagio. No queda más que cuidarse cada quien y cuidar a los que nos rodean.

    Las enfermedades provocadas por virus han estado con la humanidad desde hace siglos, propiciadas por las aglomeraciones (La mayoría se contagian por contacto directo entre humanos) al crecer la población urbana. Han causado millones de muertes a lo largo de la historia, pero es hasta hace unas décadas que han podido ser atendidas con éxito aunque solo la viruela ha sido erradicada. Algunas aún no tienen cura ni vacuna, como el SARS-CoV-2.  

    A pesar de las circunstancias adversas que plantea este nuevo virus, algunos gobiernos tomaron medidas drásticas y oportunas y lograron contener la pandemia sin tener que cerrar las actividades productivas. Allí están los ejemplos: Corea del Sur, Taiwán, Vietnam, Nueva Zelanda, etc.

    La receta exitosa es conocida: aplicación masiva de pruebas, identificación y aislamiento de los enfermos, seguimiento a los sospechosos que estuvieron en contacto con ellos, aislar a todas las personas que ingresen al país, etc. Resultado: no hay hospitales saturados, hay pocos enfermos, muy pocas muertes y no sufre la economía.

   Otros países tomaron medidas inadecuadas, causando de paso grandes daños a sus economías. Hoy no les queda más remedio que abrir las actividades productivas sin haber logrado contener la pandemia.

   En el caso de México, la estafeta ha pasado a las autoridades locales. La Ciudad de México ha iniciado un programa de aplicación de pruebas para detectar enfermos. En el resto del país, los esfuerzos y prioridades dependerán de la voluntad y capacidad de las autoridades locales, las cuales además, será muy difícil coordinar.

   Por ejemplo, en Aguascalientes, con el retorno a la actividad de la industria automotriz y otras actividades esenciales, la movilidad de la población se ha incrementado y el riesgo de contagio es cada vez mayor. Habrá una saturación de hospitales y ante la carencia de atención médica, los decesos aumentarán.

   Pero era de esperarse la apertura. Después de una pérdida de alrededor de 12 millones de empleos y de una recesión sin precedentes, ahora la prioridad es reactivar la economía. Así que, independientemente de cómo evolucione la pandemia, es probable que para agosto ya se hayan reanudado todas las actividades económicas e incluso la asistencia a las escuelas, aun cuando el número de enfermos siga creciendo.  El precio en vidas humanas podría ser muy elevado.  

   Ante estas decisiones que privilegian a la economía, no queda más que tratar de cuidarse cada uno: primero, para evitar el contagio y luego, si se contrae la enfermedad, buscar la manera de maximizar las posibilidades de sobrevivir a la misma.

   Según las cifras de la Secretaría de Salud, el 12% de los contagiados, fallecen. Visto positivamente, se tiene un 88% de probabilidades de sobrevivir la enfermedad. Estas probabilidades de sobrevivir disminuyen con los factores de riesgo conocidos: edad, obesidad, hipertensión, diabetes, inmunodeficiencia, etc...

   Exponerse a contraer la enfermedad equivale a jugar ruleta rusa con una pistola que tenga una bala en un tambor con ocho recámaras. Nadie sensato querrá jugar a esa ruleta, aunque hay apostadores que les gusta el peligro.

   Por ello, los que puedan seguir confinados es mejor que lo hagan. El contagio se da básicamente a través del contacto con otro enfermo. Como se sabe, el infectado puede ser asintomático, por lo que es mejor pensar que cualquier persona con la que se interactúe físicamente, puede contagiar, especialmente si esa persona no trae el aislamiento necesario como son cubre bocas, caretas o googles.

   En caso de contraer la enfermedad las personas deberán encerrarse, avisar a aquellos con los que se haya estado en contacto, hacerse la prueba para determinar si los síntomas derivan del COVID-19, monitorear el desarrollo de la enfermedad mediante termómetro y oxímetro y de ser posible buscar consejo médico que ayude a sobrellevar la enfermedad.

   Si los niveles de oxigenación bajan a niveles peligrosos (para eso es el oxímetro) acudir inmediatamente a un hospital con la esperanza de que haya lugar para que lo reciban y atiendan.

   Si la pandemia se expande, como es de esperarse, debido a la renovación del contacto social que es el que transmite la enfermedad, cualquier autoridad o infraestructura sanitaria se podrá ver rebasada.

   No queda más que cada quien se cuide, cuidar a la familia y estar atentos para ayudar al círculo de amigos y compañeros de trabajo. El protegerse contra la enfermedad ha quedado ahora en nuestra cancha, hasta en tanto no haya remedio y vacuna.   
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7 de junio de 2020

MORIR EN MINNEAPOLIS



Por: Octavio Díaz García de León.
                                   
     La idea: La violencia que se desató en muchas ciudades de Estados Unidos por la muerte de George Floyd a manos de la policía, es una manifestación de frustración y descontento de grupos de población tradicionalmente discriminados, en un momento en que la pandemia y el desempleo se ensaña con ellos y agravada por la acción polarizadora del Presidente Trump y sus seguidores.  

    Todo empezó en Minneapolis cuando cuatro policías acudieron a detener a una persona afroamericana, quien al resistirse al arresto, fue asfixiada hasta que falleció. Quizás el evento hubiera pasado desapercibido de no ser por el escalofriante video filmado por una transeúnte, en donde se aprecia la muerte lenta de George Floyd.

    Ahora los desórdenes se han extendido por toda la Unión Americana y varios estados han llamado a la Guardia Nacional para contenerlos; incluso el presidente Trump ha pedido que intervenga el ejército de ese país, a lo que se oponen los propios militares pues no se justifica que intervengan en asuntos de seguridad pública.
    Minnesota en sus orígenes acogió inmigrantes que venían de los países escandinavos, de Alemania y del centro de Europa.  Quizás allí encontraron un clima similar al de sus helados orígenes. Su índice de calidad de vida es el tercer mejor de Estados Unidos y su población está entre la más educada y rica de esa nación. 
   Entre las compañías más importantes del estado están Target, Cargill, Best Buy, 3M, la Clínica Mayo y Medtronic. Este estado es un importante centro de alta tecnología y financiero. Cuenta con excelentes escuelas. Por ejemplo, la Universidad de Minnesota, donde tuve la oportunidad de estudiar, es un centro educativo y de innovación, destacando en áreas como economía, medicina, tecnología y agricultura.  

   Su población es en su mayoría blanca (84.3%) y los afroamericanos representan un 5.7% de la misma. Las tensiones raciales son similares a otros lugares del vecino país debido a la desigualdad en ingresos y la falta de oportunidades que sufren los afroamericanos. Sin embargo, este fenómeno es relativamente reciente. Hace 42 años que viví allí, no se percibían problemas de discriminación racial.

  En un artículo (https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52857912)  se describe lo que llaman “la paradoja de Minnesota” ya que este estado cuenta con una población educada, liberal, con altos ingresos y  que vota por los demócratas, vamos, no es territorio de Trump,  pero que sin embrago,  por políticas equivocadas,  los afroamericanos no han tenido las mismas oportunidades que los blancos. Esto se refleja en que la mayor parte de ellos no son dueños de sus casas y tienen empleos inferiores que los hacen tener ingresos más bajos, creando niveles de desigualdad importantes.

   Pero en el fondo de este lamentable incidente, hay otros factores: el clima de odio y discriminación que ha fomentado el presidente Trump desde que estaba en campaña; la pandemia que se ha ensañado con los afroamericanos (Incluso se acusa a Trump de impulsar el retorno a la normalidad al darse cuenta que esta enfermedad afecta más a las minorías) y la crisis económica derivada de las medidas contra la pandemia.

   En este espacio he mencionado que una pandemia mal manejada puede poner en riesgo la gobernabilidad del país. Esta ola de violencia en Estados Unidos no se explica solo por la violencia policial, sino por los factores antes mencionados. Con la apertura a actividades económicas que se está dando en ese país, el problema puede empeorar, si no se contiene con eficacia la pandemia.  

   También la crisis económica ha afectado más a las minorías. Hay que recordar que otros países, al ser más exitosos en el manejo de la pandemia no han tenido necesidad de cerrar la economía y no han sufrido el daño que están sufriendo países como Estados Unidos que reaccionaron tarde y mal,  creando un doble problema de salud y económico que, además, continúa agravándose.

   No creo que haya riesgo de que Estados Unidos pierda la gobernabilidad dada la fortaleza de sus instituciones. Quizá países con menos fortalezas sí estén en riesgo de perderla. Pero lo que ya se puede detectar es que la popularidad de Trump ha caído y las encuestas en este momento favorecen por un amplio margen a Biden en la lucha por la presidencia.

   Quizás un segmento más amplio de la población de Estados Unidos ya se dio cuenta de lo que es tener un gobernante populista que se ha dedicado a dividir al país, a generar odio entre la población de unos contra otros, a ignorar la amenaza de la pandemia al no tomar medidas a tiempo y que ha mostrado su incompetencia para gobernar.

   Lo de Minneapolis fue solo la chispa, el incendio es la cosecha de quienes gobiernan a nuestro vecino del norte. Ojalá llegue pronto un cambio de fondo para salvar vidas ante la pandemia, recuperar empleos y reducir la discriminación.
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22 de mayo de 2020

¿QUÉ SIGUE EN TRANSPARENCIA?



“¿Dónde está la sabiduría que extraviamos en el conocimiento?
¿Dónde está el conocimiento que perdimos en la información?”
― 
T.S. Eliot

Para Blanca Lilia, Tania y Agustín con aprecio

Por: Octavio Díaz García de León

    La idea: El gobierno gasta recursos cuantiosos en darle transparencia a su gestión porque el acceso a la información pública es un derecho plasmado en la Constitución. Son ya casi 20 años de estar inmersos en este proceso de transparencia pero existen pendientes que atender. Los dos nuevos comisionados del INAI, que serán nombrados pronto, tendrán el reto, junto con sus colegas y nuevo presidente, de impulsar los avances que hacen falta.

    El Presidente de la República lleva a cabo conferencias de prensa diarias y con ello, satisface la necesidad de una buena parte de la población por conocer que es lo que hace su gobierno. La Secretaría de Salud proporciona información todos los días sobre la pandemia. Ambas conferencias son una muestra de transparencia de la actual administración y si bien generan polémica y debate, de eso se trata: de que haya información para que la sociedad conozca y opine.

    La transparencia en la actividad gubernamental se logró mediante un fuerte impulso de la sociedad civil y ha tenido dos hitos legislativos en nuestro país: uno en 2002 y otro que inicia en 2014. El primero sentó las bases del acceso a la información y la protección de datos personales con sencillez y el segundo hizo la tarea de transparencia más compleja. Esta última fortaleció al organismo garante federal, el INAI, pero quizá le dio más atribuciones de las que ha podido digerir.

   Posiblemente en la última reforma hubo excesos al multiplicar las obligaciones de transparencia, pero fue un gran logro que aumentara el número de sujetos obligados. Para el INAI acentuó una dicotomía: garantizar el acceso a la información pública y por otra parte proteger los datos personales, además de que le dio muchas responsabilidades adicionales.

   El Estado mexicano gasta mucho en transparencia y no me refiero al INAI, que es una institución austera y cuyos recursos, ante las tareas encomendadas, más bien son insuficientes.

   Me refiero al gasto que implica mantener actualizadas las obligaciones de trasparencia que pueden llegar a ser hasta 78 por institución. Al gasto por dar respuesta en plazos cortos a solicitudes de información cuyo alcance no tiene límite, lo cual en ocasiones implica un trabajo institucional extraordinario. Al gasto que implica la elaboración de libros blancos e informes que se realzan al finalizar cada sexenio y a una gran cantidad de informes que las instituciones producen cotidianamente.

  Quizá tenemos abundancia de oferta de información pública, pero no suficiente demanda de la misma. ¿Está la sociedad sacando provecho de toda esa información? ¿Le es realmente útil?

   Por ejemplo, sería interesante que el INAI publicara estadísticas de cuantos accesos tienen cada una de las obligaciones de transparencia por institución. O cuantas personas consultan los libros blancos o cuantos leen los informes que los órganos internos de control presentan cada semestre.

   Quizá sería conveniente, también, el separar en otra institución la tarea de protección de datos personales y crear una Ley de Secretos de Estado por razones de Seguridad Nacional.

   En cuanto a la información pública gubernamental quizá sea conveniente mejorar la oferta, no en cantidad, que eso solo juega a favor de la opacidad, sino en  calidad, confiabilidad  y veracidad de la misma; impulsando el uso de lenguaje ciudadano.

 En este sentido, en un artículo reciente, Diego Valadés (https://www.reforma.com/libre/acceso/accesofb.htm?urlredirect=/derecho-a-la-verdad-2020-05-20/op180424?pc=102 ) propugnaba por un “derecho a la verdad” en el cual todo funcionario público estuviese obligado a decir la verdad. No basta el derecho al acceso a la información, es necesario que ésta sea veraz.  

   En cuanto al uso de la información púbica se requiere despertar el interés de la sociedad por la misma, no solo para mostrar donde se encuentra y como conseguirla, sino como usarla y entender materias como el presupuesto, las adquisiciones y la obra pública.

    Ya existen académicos y periodistas que han sabido utilizar la información pública para desenmascarar actos de corrupción como en el caso de la ”Estafa Maestra”, pero una sociedad vigilante sobre el quehacer gubernamental requiere saber que significa la información que se está generando.

   Por otra parte, a pesar de los avances en transparencia, se sigue practicando la opacidad, intentando ocultar información. Se debe seguir combatiendo estas prácticas con sanciones ejemplares.

   Al INAI se le presenta una gran oportunidad ahora que ingresan dos nuevos comisionados y que renovará su presidencia, para hacer un alto en el camino, repensar lo que se ha hecho, analizar el costo/beneficio de la transparencia para la sociedad y plantear iniciativas que mejoren esa relación.  

   Una nueva etapa de renovación podría suceder si los nuevos comisionados tienen el perfil adecuado y la nueva presidencia aporta una visión renovadora para encabezar la transformación del INAI. Ojalá el Senado incorpore a los mejores candidatos para este propósito.
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10 de mayo de 2020

PRIVILEGIAR A LAS PERSONAS ANTE LA PANDEMIA




“Un muerto es una tragedia, un millón de muertos es una estadística”
Atribuido a Iósif Stalin

Por: Octavio Díaz García de León.
                                   
     La idea: El gran ausente en la estrategia de atención a la pandemia en México es la realización de pruebas masivas. En otros países ha sido parte fundamental  para contener el contagio y,  cuando se han aplicado a tiempo,  han dado resultados exitosos. Quizás es tiempo de aplicarlas aquí.

    Alguna de las explicaciones que se han planteado para no aplicar pruebas masivas  es porque se está  usando el modelo Centinela de detección de casos, un método estadístico para estimar el total de contagiados,  el cual no da cifras precisas de infectados. 

    Esta estrategia pone la mira sólo en una parte del problema. Si el objetivo es tener un estimado grueso del crecimiento del contagio para tomar decisiones en materia de capacidades de hospitales y medidas masivas de aislamiento, podría ser adecuada.   

   Pero si de lo que se trata es cuidar a las personas con nombre y apellido, entonces las pruebas se vuelven un factor muy relevante.  

   La clave está en la perspectiva desde la que se mire al problema: centrada en la masa o centrada en la persona. La madre Teresa decía que si ella se fijara solo en las masas, no actuaría (https://www.psychologytoday.com/us/blog/life-autopilot/201003/why-is-the-death-one-million-statistic). Por ello, el enfoque debe ser centrado en la persona para dirigir la acción preventiva a ese nivel.

    En el actuar del gobierno se puede tender a mirar a los grandes números. Bajo una estrategia de inmunización de rebaño, a lo mejor al país no le pasa gran cosa si murieran entre 3.5 y 3.8 millones de personas (@lximenezfyvie) en un país de 127 millones de habitantes (https://twitter.com/lximenezfyvie/status/1258647348269457408).

    Pero a nivel personal, ese número  de defunciones se convierten en una tragedia de enormes proporciones. Además, implicaría que alrededor de 14 millones requerirían hospitalización, para lo cual no hay capacidad de atención, por lo que el número de muertos sería mucho mayor.  El costo emocional e incluso económico, sería incalculable.

    Ante un fenómeno como el que enfrentamos donde no existe ni vacuna ni cura contra la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2,  es inevitable que haya muertes. Pero si basamos la estrategia en un enfoque tipo tiro de escopeta, es más probable que el número de defunciones sea muy superior que con un enfoque de tiro de precisión basado en pruebas.

   La experiencia internacional y la opinión de muchos expertos señalan que es el camino que México debería seguir. Actualmente nuestro país tiene  la menor aplicación de pruebas en la OECD y uno de los más bajos en el mundo.

   ¿Por qué son importantes las pruebas? El virus SARS-Cov-2 es muy contagioso y lo hace sin que los que lo portan se den cuenta, sobre todo durante el período asintomático. En ese espacio de tiempo, si los portadores no son personas cuidadosas y cumplen con el aislamiento o tienen necesidad de salir a trabajar, estarán inadvertidamente desparramando el virus. 

   Lo que interesa es saber quién porta el virus y donde se encuentra de manera geolocalizable en todo momento, para aislarlo de inmediato, para identificar a quien posiblemente contagió y para aplicar estrictas medidas de confinamiento a esas personas. Sirve para individualizar la estrategia y dar atención personalizada a todos.  Existe la tecnología mediante Apps utilizables en celulares y las pruebas para lograrlo.

    El costo de las pruebas se ha abaratado y existen algunas que pueden llegar a costar entre 7 y 10 dólares. Digamos que aplicar pruebas al 10% de la población podría ser suficiente para aislar a los infectados y podría costar 130 millones de dólares. Cantidades manejables para el gobierno y que generarían un ahorro en vidas humanas y el poder regresar más rápido y de manera segura a trabajar.

    Sin ellas, mucha gente no se sentirá segura para reincorporarse a sus labores y preferirán seguir confinadas. Las pruebas ofrecen la seguridad de que con quien interactuemos no nos contagiarán inadvertidamente y regresará la confianza para realizar actividades normales.

   En cuanto a la confiabilidad de las mismas es variable. Preocupan más aquellas que dieran un falso negativo porque dejaríamos sin confinar a infectados.  Los falsos positivos solo serían  incómodos para las personas así diagnosticadas,  pero nada más.  

  Países como Islandia, Taiwán, Corea del Sur y algunos otros han demostrado que el aplicar pruebas es una estrategia sumamente exitosa que ha permitido contener los contagios y abrir sus economías de una manera segura.

   El salvarse o morir de este virus es una lotería que depende de la reacción de cada cuerpo y de la atención médica que, de crecer el  contagio, ante el número de enfermos, será muy difícil conseguir.

    Aplicando pruebas y tecnología para geolocalizar a los enfermos permitirá salir del problema en el corto plazo y evitar la tragedia que significa cada muerte y no tratarlas como si solo fueran una estadística. Es tiempo de aplicar la geolocalización y las pruebas en forma masiva.
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