Por: Octavio Díaz García de León
Estados Unidos continúa presionando a México para detener el flujo de
drogas ilícitas hacia su territorio. La entrega de 29 capos trasladados a
Estados Unidos, hecho inédito en la política mexicana, posiblemente no bastará
para apaciguar a Trump y su gabinete. Exigen, además, la detención de políticos
de alto nivel, cómplices de narcotraficantes, y podrían recurrir incluso a la
intervención militar en territorio mexicano.
En un artículo reciente de Letras Libres, "Fentanilo y
Narcopolítica", Guillermo Valdés ofrece un panorama de las dificultades para frenar
el tránsito de drogas de México a Estados Unidos, sin mencionar, por otra
parte, que las autoridades estadounidenses han fracasado en contener la demanda
y el tráfico en su propio territorio. De ese fracaso se deriva el resto del
problema.
Valdés plantea, en un ejercicio hipotético, que con 150 laboratorios
produciendo fentanilo se podría generar, en 8 días, la demanda anual de Estados
Unidos. Puesto que estos laboratorios pueden instalarse en cualquier domicilio
y, una vez producido lo necesario, cerrarse, afirma que la probabilidad de
erradicarlos es prácticamente nula.
Por su parte, Estados Unidos nada podrá hacer con drones, portaaviones
patrullando las costas mexicanas o enviando una expedición punitiva. Esta
última medida sería muy contraproducente, como se evidenció en la expedición
infructuosa contra Pancho Villa hace más de 100 años, cuando más de 10,000
soldados incursionaron en Chihuahua sin dar con Villa, generando un gran
rechazo popular. Lo mismo sucedería ahora. También intentarán capturar capos,
lo cual es bueno para la imagen, pero, como se ha visto, de nada sirve, pues
los capos se sustituyen tan rápido como son capturados. Valdés propone algunas
soluciones interesantes y yo agregaría una.
Recordemos que lo que impulsa este fenómeno ilegal es el beneficio
económico, gran incentivo para los delincuentes que les permite una vida de
lujos, fiestas y diversiones. Además, estas ganancias financian precursores,
sicarios, armas, autoridades corruptas y toda la infraestructura de inmuebles,
vehículos, equipos de espionaje, etc., necesaria para operar; por ello, el
esfuerzo debe concentrarse en combatir los flujos ilícitos de dinero.
El dinero es el flujo vital que motiva y posibilita estos negocios
ilegales. No existe motivación más poderosa para que se den estos fenómenos.
Con la declaración de organizaciones terroristas a varios cárteles de
narcotraficantes mexicanos, adquiere primordial importancia el combatir ese
flujo transnacional de dinero. Se requiere reforzar tanto a las autoridades
responsables como a la legislación especializada. En México, por ejemplo, la
Unidad de Inteligencia Financiera no se ha destacado por detener flujos
ilegales de dinero provenientes del narcotráfico, sino por su uso político, lo
que exige un urgente reenfoque de prioridades y un gran reforzamiento.
En Estados Unidos existen instituciones como la Oficina de Control de
Activos Extranjeros (OFAC), que si bien está muy atenta a operaciones
financieras relevantes, enfrenta grandes dificultades para distinguir entre
operaciones legítimas e ilegítimas.
Estas normas e instituciones enfrentan grandes problemas tales como la
adaptación y sofisticación criminal, ya que las organizaciones de narcotraficantes
evolucionan continuamente para burlar controles, aprovechando vacíos legales y
tecnológicos.
Otro problema es la jurisdicción transnacional, pues las redes
criminales operan en numerosos países, dificultando la coordinación y el
intercambio de información entre autoridades de distintas naciones. Además, la
corrupción y las complicidades dentro de las instituciones encargadas de
combatir el fenómeno, debilitan la eficacia de los mecanismos de control y
sanción.
También existen limitaciones en recursos y capacidad investigativa. De
nada sirven leyes y organismos especializados si carecen de recursos humanos,
tecnológicos o financieros suficientes para enfrentar la magnitud del problema.
Un caso en México es, por ejemplo, los escasos recursos con que cuenta la
Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción que le impide dar resultados.
Otro obstáculo es la diversificación y atomización de actividades
ilícitas: el dinero del tráfico de drogas se invierte en múltiples actividades ,
lo que complica su rastreo y el desmantelamiento de las redes de lavado.
Además, la mayor parte del lavado de dinero ocurre en Estados Unidos.
Ante estos problemas, se debe
aumentar el número de personas dedicadas a estas tareas, reforzar sus
capacidades tecnológicas y profesionales, y cubrir vacíos legales, tales como
la complicidad de notarios corruptos en la adquisición de inmuebles, o en la
creación de empresas con capital de fuentes ilegales y tantas otras formas de
lavar dinero.
A diferencia de lo difícil que es erradicar la producción y el tráfico
de drogas ilícitas, atacar el flujo ilegal de dinero podría resultar una
estrategia más eficaz para combatir el fenómeno. Reducir la demanda de drogas y
adoptar otras soluciones propuestas por expertos como Valdés, también ayudarán a disminuir el tráfico de
drogas.
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