Por: Octavio Díaz García de León
Para: Alejandro Hope.
In Memoriam.
“Miré a las mentes más brillantes de mi generación
destruidas por la locura, famélicas
histéricas desnudas,
arrastrándose por las calles de los negros al
amanecer
buscando un pinchazo con coraje…”
Allen Ginsberg
Vi recientemente un video escalofriante de lo que
sucede por el abuso de drogas, la
carencia de alojamiento y la pobreza que viven decenas de personas en uno de
los suburbios de Filadelfia, en el área de Kensignton. Pude constatar hace
unos días que lo mismo ocurría en pleno centro de la ciudad de Filadelfia.
Desafortunadamente estas escenas se repiten en otras grandes ciudades de los
Estados Unidos.
Tienen razón los americanos en estar preocupados
por esta tragedia humanitaria que les causó 111 mil muertes por sobredosis en el periodo de abril 2022 a abril 2023,
especialmente por causa del fentanilo. Se estima que han muerto por esa razón, más
de un millón de personas en ese país entre 1999 y 2021 (Datos de CDC). Pero no solo son
trágicas las muertes, sino también las
vidas de millones de personas, quienes padecen adicciones y viven abandonados a
su suerte o causando graves problemas a sus familias y en su entorno. Además, el tráfico de drogas ocasiona una serie
de delitos que incrementa la inseguridad en los lugares donde prevalece su
consumo.
Siendo México uno de los principales proveedores de
drogas al país del norte, no debemos permanecer indiferentes a la tragedia
humanitaria que allí ocurre. Nuestro país tiene una gran responsabilidad en
contener este tráfico. Desafortunadamente, han fallado los gobiernos de ambos
países en reducir el fenómeno.
La sociedad de ambos países debe ayudar a detener
esta tragedia humanitaria, fortaleciendo, por ejemplo, las ligas binacionales
de la sociedad civil para combatir este tráfico. Donde los gobiernos han
fracasado, es posible que la sociedad tenga una respuesta, impulsando, entre otras acciones, el combate
a la corrupción que lo hace posible.
Esta tragedia humanitaria ocurre también en México.
No solo por el consumo de drogas que ha venido aumentando, sino por la forma como operan las estructuras
criminales que sostienen estos negocios, las cuales asesinan, extorsionan,
secuestran, roban y ocasionan una
violencia extrema, al grado que ya se habla de que vivimos en un narcoestado.
Prueba de esta violencia son los cerca de 35,000 homicidios que se cometen al año.
La estructura criminal que sostiene este tráfico de
drogas y otros delitos en México es enorme, como lo han demostrado en un artículo recientemente
publicado en la prestigiosa revista Science, sus autores, Rafael Prieto-Curiel,
Gian Maria Campedelli y Alejandro Hope, este último, gran analista de seguridad,
fallecido a fines de abril de 2023.
Entre sus principales conclusiones, encontraron que
existen 175 mil personas que trabajan para los cárteles dedicados al tráfico de
drogas, haciéndolos la quinta fuente de trabajo más grande de nuestro país, excluyendo
gobierno. Dado el número de muertos, deserciones y encarcelamientos que minan a
estos cárteles, los autores estiman que se requieren reclutar entre 350 y 370
personas por semana (Cerca de 19,000
personas al año) para mantenerlos operacionales.
Para sostener una nómina de este tamaño se requiere
mucho dinero y armas. Un estudio estimaba que dicho
tráfico generaba a los cárteles ingresos anuales de entre 35 mil y 45 mil
millones de dólares con una utilidad del 80%.
Como menciona en su libro Tom Wainwright,
los cárteles tienen problemas similares a los que enfrentan empresas legales. Para
los cárteles, como para otras empresas, su principal problema son los recursos
humanos. Requieren contratar desde financieros muy sofisticados para lavar
dinero, hasta sicarios desalmados que puedan cometer los peores actos de
violencia.
El estudio publicado en Science muestra que uno de
los problemas principales para los cárteles es el reclutamiento de personas.
Mantener una plantilla de 175 mil personas trabajando cuando las bajas son de
cerca de 20 mil al año (11%), requiere una estructura de reclutamiento muy
importante y en ocasiones muy violenta. Se recluta en cárceles, pero también a
niños y jóvenes de barrios marginados, a empresarios, a financieros que sepan
trabajar con paraísos fiscales, a ingenieros que puedan cavar túneles de varios
kilómetros con alta precisión, a personal con alta formación militar, a
químicos, a transportistas, etc.. Sobre todo, gran parte de los recursos se
dedica a reclutar y corromper a las autoridades.
Detener el desperdicio de vidas por el consumo de
drogas en Estados Unidos y la violencia y corrupción que genera en México,
requiere una cooperación binacional, no solo entre gobiernos, sino también entre organismos de la sociedad
civil. Habrá que buscar cómo la sociedad de ambos países pueda encontrar los
mecanismos para detener esta tragedia que causa 150 mil muertos al año y
millones de afectados. Lo que no es posible es ignorar esta inmensa tragedia.
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