Por: Octavio Díaz García de León
La idea: La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha vuelto a plantear
la interrogante de cuál es la mejor manera de tratar a los autócratas y
dictadores. Si desde una posición de fuerza, enfrentándolos, o bien con una
política de apaciguamiento en donde se busque la paz a toda costa sin importar
lo que haya que sacrificar. Las lecciones de la historia pueden servir para
responder.
1. El
trauma de la Primera Guerra Mundial. Con alrededor de 16.5 millones de muertos
y una mortandad pavorosa en los campos de batalla, hicieron que fuera una
prioridad el evitar los horrores de una segunda guerra mundial.
2. El
pensar que el Tratado de Versalles había impuesto condiciones excesivas a los
alemanes hice que hubiera un sentimiento de culpabilidad por la situación en
que había quedado Alemania.
3. La
percepción de que el fascismo era una forma conveniente de anticomunismo y que
se percibiera al comunismo como una mayor amenaza que el fascismo.
4. El
estado lamentable del rearme de Reino Unido y Francia, lo cual les impidió
estar listos para la contienda antes del otoño de 1939.
No
todos en Reino Unido favorecían la política de apaciguamiento. A ella se oponía
el partido Laborista y algunos conservadores disidentes tales como Winston
Churchill y Anthony Eden. Entre quienes apoyaban la política de apaciguamiento estaban
la alta sociedad británica, la realeza, los grandes hombres de negocios, la
Cámara de los Lores, la BBC y el periódico The Times.
Si
bien Hitler había dejado expresado con toda claridad cuál era su proyecto de
expansión territorial para Alemania en su libro “Mi Lucha” para conquistar lo
que llamaba su “espacio vital”, pocas personas fuera de Alemania lo habían
leído y una buena parte de estos tampoco le creyeron.
Hubo
una serie de acontecimientos que fueron llevando hasta su punto de quiebre las
políticas expansionistas de los nazis, tales como la remilitarización de
Renania, la intervención en la guerra civil española, la anexión de Austria en
1938 y la invasión de Checoslovaquia en 1939. Al haber logrado su propósito sin
que nadie se le enfrentara, Hitler pensó que podría invadir Polonia impunemente,
pero se equivocó y con ello se desató la Segunda Guerra Mundial.
Tampoco
hay sorpresas con Putin. Ha manifestado desde hace tiempo que ciertos
territorios que antes pertenecieron a la URSS son de vital importancia para la seguridad
nacional rusa, especialmente debido a que los antiguos países comunistas vecinos
se han ido incorporando a la OTAN.
Ante
lo que ocurre en Ucrania la pregunta es si, dada la lección del fracaso de la
política de apaciguamiento ante Hitler, los países occidentales, especialmente
Estados Unidos, deben utilizar la fuerza para detener a Rusia, ya que las
sanciones económicas no la han detenido.
Por
otra parte, se plantean también diversos cuestionamientos: ¿Tiene razón Rusia
de proteger su “espacio vital” en aras de su seguridad nacional e invadir
aquellos territorios sobre los que tenga interés para protegerse? ¿fue provocada
por el crecimiento de la OTAN y a la que Rusia ve como una amenaza? ¿se justifica la existencia de la OTAN en un
mundo post guerra fría?
O
bien, ¿La amenaza para el resto del mundo la constituye una Rusia gobernada por
un autócrata frío y capaz de cualquier cosa con tal de lograr sus objetivos
territoriales como antes lo hizo Hitler?
Rusia
no es un país “de izquierda” sino una potencia capitalista tratando de
recuperar territorios que alguna vez estuvieron integrados bajo la URSS, por lo que extraña que gobiernos y personajes
de “izquierda” se identifiquen con esta potencia imperial. Quizá la
admiración se dé por tratarse Putin de un autócrata y por ello es popular entre
sus similares o aspirantes a dictadores.
Cualesquiera
sean las razones de Putin, lo inaceptable es que un país invada a otro. En ese
sentido, el tratar con autócratas que usan las armas para invadir a sus vecinos,
quizá también requiera responder por los mismos medios. El caso de Rusia es
delicado por el arsenal nuclear con el que cuenta, pero es un riesgo que quizá
habrá que correr y no dejar defenderse solos a los ucranianos porque la
historia nos enseña que las únicas razones que entienden los dictadores es el
uso de la fuerza.
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