Por: Octavio Díaz García de León
La idea: El INAI estuvo en la mira de la opinión pública en días
pasados a raíz de una petición insólita por parte del presidente López Obrador
en donde este le solicitaba al INAI acciones contrarias a su mandato
institucional. La respuesta fue rápida negando dicha petición. Pero ¿conoce la
gran mayoría de la población cual es el papel y función del INAI? Quizás no. Y
por ello no sorprende la petición del presidente, quien siempre les habla a sus bases.
A raíz de la polémica que el presidente López Obrador sostiene con el
periodista Loret de Mola, solicitó del Instituto Nacional de Transparencia,
Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) una
investigación para hacer públicos los ingresos, bienes y el origen de estos de
Loret de Mola, sus socios y familiares. Sugirió donde podían encontrar esta
información. En caso de no tener
competencia para ello, preguntó al INAI si él puede dar a conocer documentos
sobre los ingresos del periodista en base a documentación que obra en su poder
y que le “hicieron llegar los ciudadanos”.
La respuesta del INAI consistió en un documento de 4 páginas más 13 de
anexos donde el INAI explicaba por qué no podía atender su petición, aunque entregó
información sobre Loret de Mola en los anexos. El documento estaba acompañado por
un comunicado de un par de páginas que sintetizaba dicho documento.
Esta respuesta fue técnica y legalmente correcta, obsequiosa con el
presidente al tratar de ayudarle con la información que buscaba en el anexo donde
le había hecho parte de la tarea y en otra parte, quizá poco política, pues lo
trataba como ciudadano común y corriente. Aquí la respuesta del INAI.
Uno de los grandes retos de este tipo de comunicaciones es hacerlo con
lenguaje ciudadano entendible para todos y no estoy seguro de que la audiencia
a la que siempre se dirige el presiente López Obrador, entienda comunicados como el del INAI.
Por una parte, el presidente
hace una petición sencilla, salpicada de explicaciones con carácter de denuncia
contra el periodista, fácil de comprender, aunque su petición sea incorrecta y,
por otra parte, se le responde de una
manera muy técnica.
El presidente López Obrador siempre le está hablando a su base, formada quizás por unos 70 millones de mexicanos, que poco o nada saben de las instituciones del
Estado. Para quienes formamos parte de la otra audiencia, el discurso del presidente a veces nos suena
inadecuado, incongruente, erróneo, sin respeto a la legalidad. Pero no así para
los demás. El presidente no se dirige a los otros millones de mexicanos que
quizá se dan cuenta, por ejemplo, que no
es tarea del INAI hacer lo que solicita.
En estos casi 20 años desde la fundación del INAI, el cual fue un gran
logro del presidente Fox y la sociedad civil que lo impulsó, el acceso a la información
pública ha beneficiado a millones de mexicanos. Mas recientemente también se ha
beneficiado a millones de personas protegiendo sus datos personales.
También ha ayudado al combate a la corrupción que se realiza desde la
sociedad civil y el periodismo de investigación, auxiliando a descubrir posibles
actos de corrupción como la “Casa Blanca” de Las Lomas del entonces presidente
Peña Nieto o la Estafa Maestra.
Pero el INAI no es y nunca ha sido una institución dedicada a
investigar posibles actos de corrupción. Tampoco existe una relación directa entre
a mayor transparencia, menor corrupción,
como lo pretendieron muchos de los
comisionados de dicho instituto a lo largo de su historia. Esta confusión afectó
su imagen al ver la sociedad que por más transparencia que hubiera, la corrupción no bajaba.
El reto para el INAI y otras instituciones del Estado Mexicano, especialmente
los organismos autónomos que recientemente se han visto cuestionados, es cómo conectar con esa masa de población que
tiene poca educación y poco interés en las tareas de gobierno, para explicarles el beneficio que le ofrecen a
la sociedad. Y allí es donde los enemigos de estas instituciones se aprovechan,
por un lado, exhibiendo los sueldos y supuestos privilegios de los funcionarios
de estos institutos altamente especializados y por otro, su supuesta falta de utilidad o el que no
están al servicio de la población.
En el caso del INAI quizás hace falta más lenguaje ciudadano en sus
comunicaciones y campañas masivas de difusión dirigidas a estas audiencias con
poco conocimiento de las tareas de gobierno, explicando los beneficios que ofrecen
las leyes de Transparencia y la de Protección de Datos Personales
Se está dando una batalla de comunicación que están perdiendo algunas
instituciones del gobierno, especialmente los organismos autónomos. Ojalá
pudieran cambiar su discurso y acercarse al otro México, al que probablemente usted
amigo lector y yo, no pertenecemos.
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