Por: Octavio Díaz García de León.
La idea: La captura de
Emilio Lozoya Austin en España es un logro muy importante para el combate a la
corrupción. Esperemos que la gran madeja de corrupción que se dio el sexenio
pasado se vaya desenredando para encontrar a los principales actores de este
ejercicio de corrupción sistémica, de alta escuela. Por lo pronto Emilio Lozoya y Rosario Robles están ya en la cárcel
para ser juzgados. Esperemos que pronto caiga el resto.
La lista de escándalos de corrupción del sexenio pasado
es extensa. Solo para recordar algunos, estuvo el de la “Casa
Blanca de la Lomas”, residencia que se supone le fue financiada (¿O regalada?) a la entonces primera dama por parte de Grupo
HIGA, importante contratista del gobierno federal y del Estado de México, que
se había beneficiado del contrato del tren México - Querétaro entre otras obras
importantes. (Ver https://octaviodiazgl.blogspot.com/2014/11/la-casa-blanca-de-las-lomas-y-su.html?_sm_au_=i6V2nlq2LBBnSRtQMqfLjK3V7p36F)
Estuvo la “Estafa Maestra” donde se adjudicaron
contratos para proyectos fantasmas, con la complicidad de universidades
públicas y donde los desvíos superaron los 7 mil millones de pesos.
También las supuestas ventajas otorgadas por el entonces secretario de
Comunicaciones y Transportes federal a la empresa española OHL, a cambio de
apoyos para campañas políticas. OHL también es investigada en España por
corrupción.
En el terreno de la anécdota, se cuenta de oficiales mayores de importantes
dependencias y del mismo Lozoya, quienes tan solo para sentarse a “platicar”
con posibles proveedores, pedían dádivas millonarias y luego, cuando les
asignaban los contratos, se llevaban sobornos de hasta 30% o 40%
del valor de los contratos otorgados. O el caso de un director general de una
institución que exigía que del organismo se extrajera un pago
en efectivo para sus “gastos”, de 50 mil pesos diarios.
Respecto a Lozoya, se le acusa de recibir sobornos de la
empresa brasileña Odebrecht, tanto para la campaña del presidente Peña
como para obtener contratos con Pemex. Además, que a Lozoya también se le
imputa la compra fraudulenta de una planta de fertilizantes a AHMSA y la compra
de astilleros en quiebra, en España.
El común denominador de varios de estos casos de corrupción es la sofisticación con que actuaron
oficiales mayores, sus equivalentes en paraestatales, sus subordinados y otros
funcionarios de alto nivel.
También se trasluce el cinismo, impunidad y arrogancia con que actuaron,
lo cual en algunos casos ha permitido llevar a la luz pública estos asuntos.
Desde un reportaje en la revista Hola que descubrió un posible acto de
corrupción, hasta poner a nombre de familiares y cónyuges el producto de manejos
ilícitos.
¿Qué permitió que el sexenio pasado se diera un fenómeno de corrupción casi generalizada?
Por una parte, parece que hubo un programa deliberado de corrupción que
se extendió transversalmente a buena parte del
gobierno federal y a algunos gobiernos estatales.
Por otra parte, hubo una red institucional de protección a dichos actos.
Por ejemplo, nunca se supo que la Unidad de Inteligencia Financiera hubiera
denunciado alguno de estos movimientos de dinero ilícitos, o que la Procuraduría
General de la República persiguiera con éxito esos casos.
La llamada “Reforma Anticorrupción” que creó el
Sistema Nacional Anticorrupción y la Ley General de Responsabilidades Administrativas,
fue más bien un buen deseo que no tuvo ni ha tenido,
consecuencias prácticas en el combate a la corrupción.
Falló también el control interno. La Secretaría de
la Función Pública estuvo en manos de un encargado del despacho durante más de
dos años. Él y su sucesor ya como secretario, permitieron que secretarios de
estado y directores de paraestatales, nombraran a sus propios contralores. Esto
cambió al final del sexenio, pero, o no le dio tiempo o no pudo la entonces secretaria,
realizar todos los cambios de contralores que se requerían.
Esto propició que gran parte de las auditorías e
investigaciones realizadas nunca llegaran al fondo de la problemática de corrupción y
en los casos en que se llegó a descubrir algo, algunos se encubrieran y archivaran.
Fallaron los consejos de administración de las empresas
paraestatales que aprobaron operaciones de calidad dudosa o que francamente
dañaban el patrimonio de las empresas, como en el caso de PEMEX.
Finalmente, fallaron los partidos políticos que escogieron a
un equipo de cleptócratas como sus
candidatos y que gracias a dinero proveniente de la corrupción fueron capaces
de comprar el voto de millones, para ser elegidos. Fallaron quienes
votaron por ellos.
Vale la pena estudiar cómo se dio el fenómeno tan extendido de la
corrupción el sexenio pasado, en especial los actos de corrupción de
alta escuela con administradores de dependencias y paraestatales expertos
en corrupción. Habría que revisar todo lo que falló para contenerlos y, en lo
posible, evitar que se repita en el futuro.
La captura de Robles y Lozoya son buenas
noticias. Esperamos que solo sea el inicio de una larga cadena de detenciones que vayan castigando a los responsables
de corrupción en uno de los sexenios más corruptos de que se tenga memoria.
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@octaviodiazg
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