Por: Octavio Díaz García de León
La idea: Uno de los grandes riesgos de cualquier gobierno es no tener a las
personas adecuadas en los puestos de más alta responsabilidad. Un ejemplo de
ello ha sido la administración del presidente Trump, quien no estaba preparado
para gobernar, pues nunca pensó ganar. Ahora que es presidente, tampoco le
interesa gobernar con la mejor gente. Su gobierno podría acabar en el fracaso.
Si en los
años sesenta Estados Unidos era gobernado por “los mejores y más brillantes” quienes aun así llevaron a ese país al
desastre de la guerra de Vietnam, en la era de Trump, gobiernan los menos aptos
y el riesgo es mucho mayor, no solo para los americanos sino para el resto del
mundo.
En el
reciente libro de Michael Lewis “El Quinto Riesgo” describe como nunca funcionó
el equipo de transición de Trump, pues como no pensaban ganar y mucho menos
gobernar, no le dieron importancia.
Una vez
que el sorpresivo triunfo se concretó, se fueron colocando personas en la nueva
administración a un paso muy lento y con personajes sin ninguna experiencia en
el gobierno. Entre ellos, ideólogos de ultraderecha, empresarios que solo ven
por sus intereses y algunos incondicionales.
Un
ejemplo de lentitud en nombramientos clave es que desde que entró en funciones
el presidente Trump hace ya dos años, aún no ha nombrado embajador en México,
quizás uno de los países de mayor importancia para nuestro vecino del norte.
Lewis
entrevista a funcionarios de la administración saliente de Obama, a quienes les
pregunta que cuales eran los riesgos más grandes que enfrentaba Estados Unidos.
Un alto funcionario del Departamento de Energía le dijo que su mayor temor eran
cinco riesgos: un accidente con armas nucleares, Corea del Norte, Irán, la
seguridad de la red eléctrica nacional y la “administración de proyectos”.
¿Administración
de proyectos? Esta declaración enigmática la va develando el autor conforme
avanza el libro y se refiere al gran riesgo de no tener al personal adecuado a
cargo de las tareas de gobierno, por la gran cantidad de temas delicados que
manejan.
Los
nombramientos de Trump han sido desafortunados como prueba la alta rotación de funcionarios
que ha tenido. Ahora existe más preocupación porque hagan un mal trabajo, que
por otras amenazas a la seguridad de Estados Unidos.
Por
ejemplo, un mal manejo de desechos radioactivos; un accidente con armas
nucleares; medidas que impulsen el calentamiento global; un enfrentamiento
nuclear con Irán o Corea del Norte, etc.
El éxito
de cualquier gobierno se mide por la calidad de sus funcionarios. México no es la
excepción. El presidente nombra secretarios, subsecretarios y directores
generales de paraestatales. Algunos de estos puestos, unos cuantos, requieren
ratificación del Congreso.
Dos
condiciones que podrían garantizar el buen funcionamiento del gobierno son un
servicio profesional de carrera consolidado y un proceso de selección de
funcionarios muy cuidadoso.
En ese
sentido, es necesario evaluar a funcionarios de administraciones anteriores
para saber si llegaron a los puestos por compadrazgo y no por su capacidad y
por otra parte evitar desplazar a personas que tienen años trabajando en áreas
clave del gobierno. Esto último podría ocasionar la pérdida de memoria y capacidad
institucional, poniendo en riesgo el funcionamiento de áreas sensibles.
El
presidente Fox, recurrió a “caza talentos”, como lo hacía en la iniciativa
privada para reclutar puestos clave. Algunos de ellos funcionaron pero otros
no. Afortunadamente tuvo la prudencia de dejar a la mayor parte de la
estructura burocrática del gobierno de Zedillo.
Por
ejemplo, con las medidas de austeridad que tomó, en las secretarías redujo el
número de subsecretarios a tres e invariablemente uno de los tres tenía amplia
experiencia en los regímenes anteriores. Algunos se quedaron los 12 años de administraciones
panistas, a pesar de tener origen en regímenes del PRI, porque al final de
cuentas eran más técnicos que políticos.
El
presidente Calderón favoreció especialmente a militantes destacados de su partido,
Acción Nacional, muchos de los cuales carecían de experiencia en gobierno,
aunque también colocó a personajes ajenos al PAN en puestos técnicos,
especialmente en las áreas hacendarias.
El
presidente Peña armó su equipo con colaboradores que venían del Estado de
México y algunos priistas que habían quedado fuera del gobierno en los 12 años de
gobiernos del PAN, desplazando a muchos funcionarios que ya habían aprendido a
manejar altas responsabilidades.
En el
equipo del presidente López Obrador hay una mezcla de personas con mucha
experiencia en el gobierno y otras totalmente nuevas a él. La clave será como irán
armando sus equipos para dar los resultados que requiere el país.
Lo que es
innegable es que cualquier gobierno, para ser exitoso y dar resultados,
requiere a personas de muy alta capacidad gerencial y técnica en los puestos de
gobierno. Atraer ese talento siempre será un reto para cualquier administración
que arranca.
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@octaviodiazg
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