POR: OCTAVIO DÍAZ G.L.
Ante
la entrada en suspensión de pagos de Argentina, el gobierno de ese país ha
desviado la culpa de su responsabilidad mediante un hábil golpe de relaciones
públicas, culpando a ciertos fondos de inversión que tienen deuda de ese país y
que no estuvieron dispuestos a renegociar y aceptar que se les pagara solo una
parte de lo que se les debe. El golpe mediático ha consistido en llamarlos
“Fondos Buitre” y les ha funcionado pues
la prensa de todo el mundo así los presenta. Todo el asunto tiene aires de
tango, pues estos fondos de inversión han logrado que un juez en Nueva York
exija que el gobierno argentino les pague y el gobierno de ese país se ha
declarado víctima del juez y de los acreedores.
La
anterior suspensión de pagos de Argentina ocurrió en 2001 al no poder pagar ese
país una deuda de 81,000 millones dólares. Gracias a negociaciones con sus
acreedores, la mayoría (93% de la deuda) aceptó hacer una quita y absorber la
pérdida a cambio de nuevos bonos de deuda por un monto menor y sobre los cuales
el gobierno de Argentina sí ha pagado intereses. Pero no todos los acreedores
aceptaron perder lo invertido y prefirieron irse al litigio en cortes
americanas. Recientemente el Juez Griesa de Nueva York ordenó congelar recursos
de las cuentas de ese país para pagar a aquellos acreedores que no aceptaron la
renegociación, en lugar de pagar a los otros acreedores que sí aceptaron. El
gobierno argentino en lugar de acatar el fallo del juez, prefirió irse a suspensión de pagos alegando
que había una cláusula que obliga a
darles las mismas ventajas a todos sus tenedores de deuda, argumentando que si les paga a estos fondos que
han demandado en Nueva York tendría que darles el mismo trato al resto de sus
acreedores y no tiene los recursos para hacerlo. Los abogados dicen que la cláusula no es aplicable y solo es un
pretexto para no pagar.
El
que los países entren en suspensión de pagos no es nuevo, pero Latinoamérica tiene el
campeonato. En una interesante gráfica publicada en The Economist, se puede
apreciar que de los 10 países con mayores defaults en su deuda, solo uno no es
Latinoamericano (Turquía). En ese campeonato los ganadores son Ecuador y Venezuela
con 10 defaults en su historia; los siguen Uruguay, Costa Rica, Chile y Brasil
con nueve; luego México, Argentina y Perú con ocho. Con defaults posteriores al
2000 solo están los casos de Argentina,
Ecuador, Venezuela y Uruguay. En el caso de México, cinco de ellos ocurrieron en
el siglo XIX lo cual dio origen a invasiones extranjeras; uno durante la
Revolución; otro en los años veinte del siglo pasado y luego hasta 1982 durante
el gobierno del presidente López Portillo.
El
mecanismo de renegociación en el que los acreedores aceptan hacer una rebaja en
la deuda con tal de que les paguen algo, no es nuevo. Es bueno para quienes pidieron prestado de manera
irresponsable y malo para quienes les prestaron, aunque en toda operación de
préstamo existe un riesgo para quien presta. Para ello se revisa si hay un mal
historial crediticio o si existe desorden en sus finanzas públicas tales como
exceso de gasto o crecimiento desmedido de deuda y otros indicadores que hagan
pensar que el gobierno del país no podrá pagar sus compromisos. Por ello
nuestro país, como tantos otros, paga una prima de riesgo que se mide como la
diferencia entre la tasa que un inversionista está dispuesto a aceptar por una inversión
sin riesgo - como son los bonos del
tesoro a 30 años de Estados Unidos - y la tasa que está dispuesto a aceptar por
ejemplo de un CETE emitido por el gobierno mexicano. El riesgo país medido en
puntos base (100 puntos base equivalen a un 1% de tasa de interés) para México el
5 de agosto (Fuente: J.P. Morgan) era de
150, comparado con el de Argentina que era de 730 y el de Brasil que era de 224. Es
decir, por cada peso que inversionistas extranjeros le prestan al gobierno de
México, se paga una tasa de interés de 1.5% más que la que paga el gobierno de
Estados Unidos por su deuda.
Es
importante considerar que detrás de cada peso, dólar o euro prestado, hay alguien que ahorró
y que está dispuesto a prestarlo. Sucede todos los días cuando un banco
presta dinero para comprar una casa o para apoyar un negocio. La mayor
parte del dinero no es del banco sino de los ahorradores. Por eso la banca debe
estar tan regulada para evitar lo que pasó en México en 1995 cuando, por una
privatización irresponsable de la banca, un manejo desastroso de las finanzas
públicas y la falta de supervisión de
las autoridades hacendarias, quebraron
casi todos los bancos y el gobierno tuvo que entrar a proteger a los
depositantes mediante el famoso FOBAPROA para que millones de personas no perdieran sus ahorros.
De
igual forma detrás de los fondos de inversión que compran deuda de los países
están millones de ahorradores y es justo que un juez los proteja de aquellos países con políticas económicas irresponsables
que se endeudan tanto que no pueden pagar.
Gobiernos como el argentino, en lugar de echarle la culpa de sus malos
manejos a los fondos de inversión que confiaron en ellos mejor harían en tener
economías sanas y gasto gubernamental responsable. ¿Quiénes son los buitres,
los fondos de inversión o el gobierno
argentino?
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