5 de abril de 2014

CONTRASTES Y CORRUPCIÓN


  
@octaviodiazg

 

      Nos topamos en nuestro país por todas partes con disparidades. México es un país de grandes contrastes reflejo de un desarrollo imperfecto. Desde un punto de vista estadístico, en el promedio parece que no estamos tan mal pero hay extremos lacerantes que no muestran los promedios. ¿Qué podría explicar tanta disparidad? Detrás de algunos de los contrastes que observamos en nuestro país subyace un fenómeno de corrupción.

 

      Nuestro territorio tiene una gran diversidad geográfica. Partiendo de los grandes desiertos del norte, pasando por el altiplano, seguido por las partes bajas tropicales y terminando en  el sur y sureste con selvas y grandes ríos.  Hacia el norte colindamos con la potencia más grande del mundo  y al sureste con una de las regiones más pobres del planeta. Tenemos la mayor concentración de población a dos mil metros de altura donde escasea el agua y a la que tenemos que alimentar trayendo mercancía de todos los lugares del país. Tenemos miles de kilómetros de litorales que dan a los dos grandes océanos: el Pacífico y el Atlántico.  (Teniendo todo para tener una gran vocación marítima, tenemos una marina insignificante.  Las élites se refugian en el altiplano y mantienen en el olvido uno de los mayores valores geoestratégicos de nuestro país. Que mejor ejemplo el hecho de que la Secretaría de Marina tenga su sede en instalaciones magníficas  justamente donde no hay mar: en la Cd. de México, cuando su sede debería estar en Veracruz o en Acapulco, cunas de nuestra perdida vocación  marítima). Tenemos la posibilidad de construir un canal interoceánico en Tehuantepec que nos podría catapultar como potencia marítima y comercial pero no hay nadie con la visión para impulsarlo. La variada geografía de nuestro territorio nos da ventajas envidiables aunque también carencias. Hay recursos naturales gracias a la  variedad de climas para todo tipo de cultivos y bosques; el subsuelo nos da  minerales, petróleo y gas. Tenemos agua, solo que está mal distribuida y no sabemos cómo llevarla a los desiertos o evitar las grandes inundaciones en las zonas húmedas.

 

      También hay contrastes producto de lo que hemos construido. Basta viajar un poco por nuestro país para observar discrepancias extraordinarias. Hacerlo por las carreteras de cuota que se volvieron carísimas a raíz de su quiebra por corrupción y malos manejos en 1995 o por las carreteras libres destruidas e inseguras. Podemos observar la miseria urbana en la parte oriental de la zona metropolitana de la Cd. de México en contraste con los riquísimos desarrollos en el poniente de la ciudad. La inviabilidad vial de la Cd. de México que carece de vías rápidas por más que construyan segundos pisos contrasta con  las vías rápidas de ciudades como Aguascalientes, San Luis Potosí y otras ciudades medias que han sabido ganar la carrera a la explosión en el crecimiento de vehículos. O bien el crecimiento de ciudades como Morelia que crecieron apeñuscadas, desordenadas, sin áreas verdes o recreativas, sin vías rápidas,  gracias a la ineficacia y corrupción de sus autoridades, en contraste con ciudades en mejores condiciones como Guadalajara o Querétaro. Podemos observar la productividad y el desarrollo agrícola en la zona del Bajío contrastando con  la miseria de la sierra de Oaxaca, Chiapas y Guerrero.

 

     Hay otros contrastes. Universidades de primera clase y millones de  alumnos de escuelas primarias con bajísimos niveles de aprendizaje, secuestrados por intereses sindicales. Hospitales al nivel de los mejores del mundo con  equipamiento y tecnología avanzada y  carencia de clínicas y servicios básicos de salud en zonas rurales y urbanas marginadas. Conviven el hombre más rico del mundo y más de 50 millones de mexicanos en pobreza. Cinco millones de micro, pequeñas y medianas empresas -  la gran mayoría en la informalidad -  sobreviven en gran medida gracias a la corrupción  y por otro lado, empresas que han formado   oligopolios en casi todos los sectores, construidas  a base de favores y prebendas.  

 

      En materia de seguridad también hay grandes contrastes provocados por la corrupción. Existen ciudades como Mérida que se encuentra entre las más seguras del mundo o lugares como Cd. Juárez, Tijuana, Nuevo Laredo o Culiacán en donde  ha llegado a haber  las tasas de asesinatos más altas del mundo.  Hoy están en estado de guerra los estados de Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Tamaulipas y Estado de México y en completa paz Yucatán y Aguascalientes.

 

      En materia de gobiernos también hay grandes contrastes. Estados fallidos con autoridades corrompidas e incapaces  como Tamaulipas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca en contraste con gobiernos como el de Yucatán y  Guanajuato. Ejemplos hay muchos y los encontramos por doquier. Nuestro país tiene un desarrollo muy disparejo. Conviven en espacios adyacentes, miseria y riqueza, salud y enfermedad, sabiduría e ignorancia,  desarrollo impresionante y atraso abismal.  Los programas asistenciales que se han intentado por décadas como “Solidaridad” y luego “Oportunidades” no han servido para cerrar la brecha social y han sido propicios para la corrupción.

 

      Desafortunadamente el combate a la corrupción  no es prioritario ni para el gobierno ni para la sociedad como lo demuestra la congelación en el Congreso de la iniciativa para crear la Comisión Nacional Anticorrupción. Mientras no acabemos con la corrupción difícilmente México dejará de ser un país de contrastes que lastiman.  

  

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