Todos
recordamos con asombro y horror los ataques realizados en los Estados Unidos
por parte de terroristas de Al Qaeda aquél 11 de septiembre de 2001. Las
imágenes repetidas hasta el cansancio del choque de los aviones y la caída de las Torres Gemelas en el World
Trade Center (WTC) de Nueva York nos rondaron por meses. El gobierno americano
identificó de inmediato al autor intelectual del ataque, Osama bin Laden y el
Presidente Bush dijo que, al estilo del viejo oeste, se le buscaba “Vivo o muerto”.
Lo que siguió después fue una larga guerra de Estados Unidos contra Irak, país que nada tuvo que ver con los atentados y una sangrienta intervención militar en Afganistán que sigue a la fecha. En todo este tiempo se buscó por todas partes a Osama bin Laden a quien, de acuerdo a lo dicho por el gobierno americano, se le pudo encontrar y matar el año pasado cuando se encontraba refugiado tranquilamente en Pakistán.
Lo que siguió después fue una larga guerra de Estados Unidos contra Irak, país que nada tuvo que ver con los atentados y una sangrienta intervención militar en Afganistán que sigue a la fecha. En todo este tiempo se buscó por todas partes a Osama bin Laden a quien, de acuerdo a lo dicho por el gobierno americano, se le pudo encontrar y matar el año pasado cuando se encontraba refugiado tranquilamente en Pakistán.
La versión “oficial” acerca de lo ocurrido ese 11 de septiembre ha
sido cuestionada por cientos de investigadores independientes, muchos de ellos
familiares de las víctimas. En el libro del autor francés Éric Raynaud: “11-S
Las Verdades Ocultas” se hace un recuento de las inconsistencias más notables de
la versión oficial:
Un avión Boeing 757 se estrella a 800 km/h contra el
Pentágono produciendo un agujero de 5 metros de ancho por 6 de alto rompiendo 6
paredes de hormigón y dejando al final un agujero de 2.5 metros de diámetro.
Problema: el avión mide 38 metros de ancho y no hay huella alguno del daño que
pudieron causar las alas, vamos, ni siquiera ventanas rotas, o los motores que
pesan varias toneladas. No quedó absolutamente ningún resto de motores, que son
de aleaciones muy resistentes, ni asientos, fuselaje, llantas o equipaje: nada
absolutamente. No se han dado a conocer fotos del avión al impactarse a pesar
de haberse filmado en cámaras de seguridad. Los testigos presenciales hablan de
haber visto algo parecido a un misil a gran velocidad. Las huellas que quedaron
concuerdan con esa hipótesis. Casualmente el impacto se da en una zona del
Pentágono que estaba en obras y por lo tanto había poca gente.
Un avión Boeing 767 se estrella contra la Torre Norte
del WTC y minutos después otro Boeing 767 se estrella contra la Torre Sur.
Ambas torres se derrumban. Siete horas después también se derrumba la Torre 7
del WTC, una torre de 47 pisos y 186 metros de altura (Aproximadamente del
tamaño de la Torre Latinoamericana en la Cd. De México) que no recibió impacto
directo. Problema: Las torres estaban diseñadas para resistir el impacto de un
avión como el que las chocó; la teoría de que se colapsaron por haberse fundido
el centro de acero de ambos edificios y haber caído piso sobre piso no se
sostiene por la velocidad a la que se derrumbaron que fue mucho más rápida. Los
expertos hablan de una demolición controlada muy profesional. Más aún en el
caso de la Torre 7 que no recibió impacto de avión ni tuvo incendios importantes
que debilitaran la estructura, la cual también se derrumbó en un tiempo que los
expertos asignan sólo a demoliciones profesionales.
Un avión Boeing
757 se estrella en un área rural de Pennsylvania debido a que los pasajeros
luchan contra los secuestradores. Problema: no quedan rastros visibles del
avión en el lugar de impacto. La hipótesis es que fue derribado en el aire por
la fuerza aérea americana y sus restos se dispersaron en un área muy grande.
Respecto a estas teorías
que desmienten la versión oficial existen decenas de páginas en internet,
videos en You Tube y cantidad de libros y artículos. Estas teorías hablan de que el gobierno de Estados
Unidos necesitaba su nuevo Pearl Harbor para emprender las guerras de
conquista, que luego llevó a cabo, en el medio oriente y para lo cual
necesitaba obtener el apoyo popular contra estos proyectos impopulares.
No sé si estas teorías
sean ciertas pero reflejan la gran desconfianza
hacia la información proporcionada por los gobiernos y sus socios empresariales.
La manipulación de la información por los gobiernos es un tema viejo. Se ha
hecho por razones de estado desde la antigüedad. En el siglo XX los estados
totalitarios abusaron de la manipulación y la propaganda para afianzarse en el
poder. Hitler decía en su libro “Mi
Lucha” que si la mentira es tan grande nadie podrá creer que se pueda
distorsionar la realidad de una manera tan infame e impune y por lo tanto
acabarán creyéndola. El siglo XXI con sus herramientas informáticas y de
comunicaciones ha hecho más difícil los intentos de desinformación de los
gobiernos y otros grupos de poder. Sin embargo, lo seguirán intentando para proteger sus
intereses. Para no caer en el engaño, hay que estar alertas y cuestionar la
información con que nos bombardean, cualquiera que sea su fuente. Pensarla y analizarla antes de creerla. Es
necesario ser escépticos en estos tiempos. Necesitamos una reflexión adecuada para formarnos una idea de la realidad más cercana
a la verdad y con ello preservar nuestra libertad.
Referencias:
1. Raynaud, Éric, "11-S Las verdades ocultas", Ed. Akal, Madrid, 2010.
2. The Big Lie. en Wikipedia.
3. 9/11 attacks Conspiratory Theories. Wikipedia.
Comentario:
El gran tema de fondo es como los gobiernos, por muy democráticos, son capaces de manipular a los medios y difundir versiones de hechos que distan de ser creíbles. Afortunadamente con internet y las redes sociales, tenemos mas información para encontrar la verdad.
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