25 de febrero de 2011

DESAPARECER EL COMERCIO DE ARMAS


En el mundo se dan muchas situaciones absurdas pero una especialmente preocupante es la producción y  tráfico de armas. Nadie pone en duda que no se debe matar o causar daño a una persona, o  destruir sus  propiedades  e infraestructura. Pues bien, el único propósito de las armas es precisamente causar daño a personas y sus propiedades. ¿Por qué entonces no desparecemos las armas? Estas  fluyen  con  facilidad por todo el mundo por diversos motivos:

1.    Son un gran negocio. Las cien empresas más importantes productoras de armas  del mundo tuvieron ventas por 385,000 millones de dólares en 2009  equivalente a una tercera parte del producto interno bruto (PIB) de México.

2.    Es un gasto muy importante de los gobiernos. El  gasto militar en todo el mundo durante 2009 representó el 2.7% del PIB mundial equivalente a  1,531 billones de dólares. Diez  países concentran el 75% del gasto.

3.    Generan empleo. En Estados Unidos la industria militar en su conjunto emplea a más de 3 millones de personas.

4.    Tiene usos legítimos. Se usan para proteger a los países de amenazas del exterior o para reprimir amenazas internas contra sus instituciones. Las fuerzas de seguridad pública las requieren para combatir la delincuencia.

5.    Su producción y tráfico es legal. Con algunas restricciones, pero en general el comercio de armas es legal en todo el mundo.

6.    Fomentan la innovación tecnológica. El desarrollo de nuevas armas ha permitido desarrollar tecnologías que se aplican provechosamente en aplicaciones civiles.

Sin embargo, desde un punto de vista humanitario, no  es posible  aceptar que la producción y venta de instrumentos cuyo único objetivo sea herir o matar a otros, se dé libremente por el mundo. Tampoco es aceptable  que millones de personas tengan que vivir de un empleo que sirve a la producción de armas porque implica que quienes allí trabajan lo hagan  como  máquinas que no reflexionan sobre el fin último de aquello que producen, en este caso, para producir la muerte. Asimismo no  es posible  que haya personas que participen como inversionistas en esta industria para la muerte y la destrucción buscando las ganancias sin consideración por el grave daño que estas actividades le ocasionan a la humanidad. 

Es cierto que en algunos casos se requieren las armas. Por ejemplo, las fuerzas de seguridad
pública las requieren  para combatir a los delincuentes. Pero esto no ocurriría si los delincuentes no tuvieran acceso a ellas. Como hay una gran disponibilidad de todo tipo de armas en el mundo, esto provoca una carrera armamentista entre delincuentes y fuerzas de seguridad. Por otra parte, si bien los países requieren armamento  para defenderse de agresiones externas, la realidad es que  al terminar la Guerra Fría  los conflictos internacionales derivados del enfrentamiento entre las dos más grandes potencias militares se redujeron. Al desaparecer esta confrontación quedan algunos conflictos regionales pero no tienen ya la dimensión de lo que se vivió durante la Guerra Fría.

Sin embargo, países como Estados Unidos tienen un gasto militar de tamaño  injustificado. Por ejemplo, para combatir a unos pocos centenares de talibanes en Afganistán, tienen una presencia de 100,000 soldados en aquél país. Esto a pesar de que evidentemente el movimiento talibán no representa una amenaza para los Estados Unidos y que la amenaza terrorista es my pequeña comparada con la cantidad de recursos que se están gastando para combatirla. Pero es evidente que los gastos militares de ese país representan grandes  beneficios económicos para el complejo industrial militar estadounidense y mundial.

Considero que un elemento clave para que suba el nivel de vida en el mundo y desaparezca el daño que causan las armas de todo tipo,  es que habría que  dejar de fabricar y traficarlas.

Para lograrlo propongo:

1.    Que los accionistas de las empresas que producen armas y equipo militar,  presionen a sus consejos de administración para que cambien el giro de sus negocios.

2.    Que los inversionistas dejen de invertir en aquellas empresas que continúen la producción de  armas.

3.  Que los empleados de dichas empresas se den cuenta de que están fabricando  instrumentos para la muerte y que busquen otros empleos.

4.    Que los  gobiernos dejen de  fomentar la fabricación y venta de armas.

5.    Que se reduzcan o desaparezcan los presupuestos de defensa de todos los países y esos recursos se orienten a programas que mejoren la vida de las personas.

6.    Que la búsqueda de innovación se oriente hacia otros campos como son la conservación de energía, la mejora de la salud, el superar la pobreza, la mejora de la alimentación y tantos otros campos que podrían beneficiar más a la humanidad.

7.    Que se destruyan las armas disponibles en el mundo.

8.    Que se haga ilegal la producción y el tráfico de cualquier tipo de armas.

Yo creo que sí se puede. ¿Tú lo apoyarías?
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