28 de septiembre de 2024

LA POSIBLE RUTA DEL DESLINDE DE LA PRESIDENTA

 

Por: Octavio Díaz García de León

 

    Es improbable que dos personas compartan el poder en la presidencia. Si la presidenta Sheinbaum desea asumir plenamente el control, deberá desmantelar los pilares que sostienen la influencia transexenal de López Obrador. Aplicando los principios de la Realpolitik, las siguientes acciones podrían ser necesarias:

    Gabinete. Sustituir a los funcionarios que AMLO designó en posiciones clave, tanto en el gabinete como en las paraestatales, comenzando por la Secretaría de Gobernación. Una posible estrategia sería colocar en niveles inmediatos inferiores a personas leales a Sheinbaum, esperando el momento oportuno para reemplazarlos, como ante una tragedia mal manejada, similar al huracán John.

    Militares. Retirarles las tareas civiles y redirigirlos al combate contra el crimen organizado, apelando a la emergencia de violencia y la recuperación de territorios bajo control delictivo, que ya podría abarcar más de un tercio del país. Se deberá asegurar el futuro económico de los militares para evitar que extrañen los presupuestos que manejan, dejando claro que su lealtad es hacia el presidente en funciones.

    Seguridad. Con la Guardia Nacional bajo control militar, el nuevo secretario de seguridad federal carecerá de una fuerza armada para operar. La coordinación será su única función, volviéndose irrelevante. Será necesario crear una policía civil para transferir la seguridad pública a manos de civiles, mientras que la seguridad nacional quedará con los militares.

   MORENA. La presidenta no controla MORENA. Para consolidar su poder político, deberá formar un nuevo partido y restar militantes a MORENA, replicando lo que este partido hizo con el PRD y el PRI. El Verde, PT y MC apoyarán al partido en el poder, como siempre.

    Presupuesto. Habrá que redirigir recursos a las nuevas prioridades, relegando los proyectos de AMLO. Las finanzas públicas están lo suficientemente frágiles como para que una crisis económica en 2025 permita justificar la toma de control de las finanzas públicas y reemplazar al Secretario de Hacienda. Con el control del presupuesto, será más fácil tomar el mando de otras áreas del gobierno.

   T-MEC.  La renegociación del T-MEC en 2026 podría ser una buena coyuntura para   sacudirse a su adversario político, Ebrard, y poner a una persona de su confianza,  o, si decide abandonar el tratado, dejar a Ebrard allí para que sea él quien le dé sepultura al Tratado.  

   Congreso. Podría comenzar a ganar aliados en el Congreso acudiendo al mercado de legisladores, donde siempre hay mercancía disponible.  Para las elecciones intermedias, ya con un nuevo partido y una oposición débil, podría obtener el control del Poder Legislativo.

    Poder Judicial. Urge crear su propia maquinaria política para influir en la elección de jueces, evitando que MORENA o el Congreso acaparen esos nombramientos.

   Inteligencia. La presidenta deberá tomar control de las instituciones de inteligencia civil, como el Centro Nacional de Inteligencia, dirigido actualmente por militares, para proteger su proyecto. Esta institución, junto con la UIF, será clave para crear expedientes contra opositores políticos, como se hizo en el sexenio que termina.

    Empresarios. Ganar el apoyo empresarial es más sencillo: una vez controlado el presupuesto, los empresarios seguirán la pista del dinero.

   Delincuencia Organizada. Para controlar al crimen organizado, la presidenta debe tener control firme de las fuerzas de seguridad, imponiendo las reglas del juego y, de ser necesario, rompiendo compromisos previos para establecer nuevos pactos de convivencia.

   As bajo la manga. Así como Zedillo encarceló al hermano de Salinas, Sheinbaum podría fortalecer investigaciones periodísticas sobre actos de corrupción de los hijos mayores de AMLO, creando expedientes judiciales y dejándolos como una espada de Damocles sobre la familia López.

   El deslinde de la presidenta no será fácil si decide recorrer este camino, pero si desea gobernar y dejar un legado propio, deberá tomar medidas decisivas para asumir el control de su presidencia.

   Esperamos que su gestión sea competente y libre de corrupción, y que traiga prosperidad, libertad, seguridad, unión, mejor educación y salud para los mexicanos. ¡Por el bien de México,  le deseo éxito a la presidenta Sheinbaum!

15 de septiembre de 2024

CONTINÚA LA CUARTA TRANSFORMACIÓN

 

Por: Octavio Díaz García de León

 

     Según la narrativa del presidente López Obrador, México, en su corta vida como nación independiente, ha atravesado por tres grandes transformaciones. Cada una de ellas ha estado acompañada por cambios constitucionales que reflejan las principales características del régimen en turno.

     Durante la primera transformación México experimentó tres formas de gobierno y perdió más de la mitad de su territorio. Inició en 1821 con un imperio efímero encabezado por el consumador de la independencia, Agustín de Iturbide. Este Primer Imperio concluyó con la proclamación de una república federal y la promulgación de la Constitución de 1824. En 1836 se adoptó un régimen centralista con una nueva constitución que duró hasta 1846,  cuando se restauró la Constitución de 1824. Ese periodo se caracterizó por la presencia de un caudillo: Antonio López de Santa Anna,  quien fue presidente once veces,  entre 1833 y 1855.

    La segunda transformación comenzó en 1857 con la promulgación de la Constitución liberal, que provocó una intensa disputa ideológica, llevando a la Guerra de Reforma y al establecimiento del Segundo Imperio Mexicano. Este periodo trajo consigo la invasión francesa, un nuevo imperio y dos figuras políticas que gobernaron México durante 42 años: Benito Juárez y Porfirio Díaz. Juárez fue reconocido como presidente por los liberales desde 1860 y luego, tras la derrota del Imperio en 1867, se mantuvo en la presidencia hasta 1872, prevaleciendo la Constitución de 1857. Posteriormente Díaz gobernó entre 1876 y 1911, salvo un intervalo entre 1880 y 1884.

    La tercera transformación surgió como resultado de la Revolución, tras la renuncia de Díaz y la usurpación de Victoriano Huerta. En 1917 se promulgó una nueva constitución, la misma que sigue vigente, aunque ha sido modificada más de 760 veces. Esta etapa dejó alrededor de un millón de muertos y consolidó a dos caudillos: Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. Además,  dio paso a una dictadura de partido que, según Vargas Llosa, sería conocida como la "dictadura perfecta" del PRI, un sistema que perduró 70 años, caracterizado por presidencias sexenales imperiales. Esta transformación terminó con un breve intento de democracia que duró 21 años.

    La “cuarta transformación” está en marcha desde hace seis años encabezada por el presidente López Obrador. Paradójicamente, los cambios más relevantes parecen estar ocurriendo en los últimos días de su mandato, lo que sugiere que estamos ante un proyecto transexenal que podría extenderse durante varios sexenios.

   Para coronar esta “transformación”, la presidenta electa, quien controlará los tres poderes federales y la mayoría de los gobiernos locales, podría fácilmente emitir una nueva carta magna,  consolidando la visión de país  de López Obrador, y cuya influencia política probablemente continúe los siguientes sexenios.

    Pero ¿es necesaria una nueva constitución? En la historia de México, las élites gobernantes han tendido a emitir nuevas leyes como si estas tuvieran el poder de transformar el país. Sin embargo, la realidad es que los gobernantes han utilizado las leyes como herramientas para negociar con oponentes o asegurar apoyos.

 La frase atribuida a Juárez: "A los amigos, justicia y gracia; a los enemigos, justicia a secas", y la expresión de López Obrador: "No me vengan con que la ley es la ley", ilustran cómo el poder se ha ejercido en México, acomodando la ley a los intereses de quienes gobiernan.

   La creación de una nueva constitución o la promulgación de más leyes no cambiaría sustancialmente la realidad del país. En este contexto, quienes necesiten algo del gobierno seguirán recurriendo a la vieja estrategia: "Lo que importa es a quién conoces; la ley y todo lo demás, salen sobrando".

    En un sistema donde la corrupción se concentra en pocas manos, las decisiones se simplifican pues se toman en la cúspide. Así se pueden obtener contratos, eludir leyes o asegurar apoyos, algo que no es ninguna novedad.

   Quienes sepan navegar este sistema piramidal no deberán preocuparse por los cambios en las leyes anunciados recientemente. Los que carecen de contactos o recursos para mover las cosas a su favor, seguirán estando en desventaja, como siempre.  

    Más que verdaderas transformaciones, México ha transitado por una constante histórica en la que el estado de derecho es débil, las instituciones son frágiles, y el Estado no ha logrado consolidarse plenamente. En este escenario, los caudillos y los intereses que los sostienen han predominado sobre las leyes y las instituciones.

    Las reformas promovidas por el gobierno de la “cuarta transformación” parecen más un retroceso que nos aleja de la democracia y el desarrollo económico. Esto es lo que se vislumbra para los próximos sexenios: un México gradualmente más pobre bajo un gobierno paulatinamente más autoritario y con cada vez mayor injerencia de la delincuencia organizada.

2 de septiembre de 2024

INICIA EL SEXENIO DE LA CONTINUIDAD

 

Por: Octavio Díaz García de León

 

     A lo largo de la historia, cuando había un cambio de administración federal,  los presidentes entrantes trataban de marcar diferencias con su predecesor. Desde cambios en el estilo personal, como construir una cabaña en Los Pinos para parecer menos ostentosos, hasta vivir en Palacio Nacional a la usanza de los virreyes. Además, ponían a personas de su equipo en lugares clave del nuevo gobierno.

   Los periodos de transición y los inicios de sexenio daban oportunidad a profesionales de otros grupos políticos para incorporarse a la nueva administración y se abandonaban prácticas que habían dejado de ser populares o perjudicaban a la población. También permitían a los ciudadanos descansar de ciertas costumbres que ya los fatigaban, como los discursos del Tercer Mundo o las mañaneras, así como de los estribillos característicos de los presidentes en turno.

     Muy poco de eso observamos en la actual transición. Quizá desde que Porfirio Díaz entregó el poder a Manuel González y este se lo devolvió, o desde la época de Calles, cuando los presidentes en turno solo eran la fachada del caudillo, no se había visto tanta continuidad en un cambio de gobierno.

    Las señales están a la vista:

    Gabinete: De los nombramientos realizados por la presidenta electa Sheinbaum, la mitad de las personas están muy identificadas con AMLO.

        Agenda legislativa: Las reformas constitucionales que están por aprobarse en septiembre provienen en su mayoría del presidente López Obrador. De las aproximadamente 20 iniciativas, solo tres o cuatro provienen de Sheinbaum. Incluso algunas de las propuestas de AMLO son una manzana envenenada para la próxima presidenta,  como ya se ha observado por las reacciones de mercados financieros, socios comerciales y las protestas populares.

      Disputas internacionales: A un mes de su partida, el presidente López Obrador sigue abriendo frentes de confrontación, ahora con los principales socios comerciales de México: Estados Unidos y Canadá.

         Presupuesto: El presupuesto de 2025 está siendo decidido por el presidente López Obrador con alguna participación de Sheinbaum. Es de esperarse que el Secretario de Hacienda, nombrado por AMLO y ratificado por Sheinbaum, asegure recursos para los proyectos inacabados del presidente saliente (Tren Maya, Dos Bocas, Transístmico, etc. ) y para continuar con los programas de apoyos en efectivo a la población que tan redituables resultaron electoralmente.

     De aprobarse las reformas constitucionales propuestas, que es casi un hecho, le espera al país un sexenio con la mayor concentración de poder en la presidencia. Por su parte, el expresidente gozará también de un gran poder gracias a su dominio del partido MORENA, del Congreso, de los militares y de la mitad del gabinete,   como no se había visto desde los tiempos de Plutarco Elías Calles.

     Estas reformas plantean la posibilidad de desmantelar la democracia en México.  A ello contribuyen:  la mayoría absoluta obtenida en el Congreso por MORENA debido a la sobrerrepresentación; la destrucción del Poder Judicial; el sometimiento de los poderes locales al poder central; la subordinación de los militares, ahora ocupados en tareas civiles, las cuales ofrecen oportunidades de corrupción muy lucrativas; y la desaparición de organismos con autonomía constitucional o la toma de los mismos por personas afines a la presidencia de la república.

      El desencanto con la democracia no es un fenómeno exclusivo de México. En diversos países del mundo, las sociedades rechazan la democracia y eligen a dictadores para que los gobiernen. Además, han surgido regímenes populistas y autoritarios que concentran todo el poder en sus dirigentes.

    De esta forma la destrucción de la democracia avanza en el mundo, sometiendo a los países a la voluntad unipersonal de los caudillos. En estos sistemas, las minorías dejan de tener influencia en la vida pública, y las masas, cooptadas, apoyan su propia destrucción.

     Este proceso tiene un alto costo en términos de derechos humanos, represión, cancelación de derechos políticos y el sometimiento de la población a élites profundamente corruptas. Como ya se ha visto en Venezuela, Nicaragua o Cuba,  ello puede llevar a la destrucción de un país

    Todavía no sabemos cómo actuará la nueva presidenta Sheinbaum teniendo tanto poder, y si el presidente saliente, López Obrador, lo permitirá. Las herramientas para la instauración de un régimen no democrático están por aprobarse o ya se cuenta con ellas. Falta ver si se utilizarán o habrá prudencia.

    Aún existen algunos contrapesos frente al poder absoluto que se avizora para la nueva presidenta y el expresidente: el de la delincuencia organizada, que ya controla grandes territorios del país,  y la presión de Estados Unidos, en caso de que afecte a sus intereses.  Lo más probable es que, tanto con la delincuencia organizada como con Estados Unidos, se continuarán haciendo pactos de convivencia.

    Estamos ante un cambio de sexenio con la mayor continuidad y concentración de poder desde que Calles ponía y quitaba presidentes. Habrá que ver si será para bien o para mal.