Por: Octavio Díaz García de León
Los problemas que enfrenta México en seguridad
pública, servicios de salud, economía, educación y las amenazas a su democracia,
entre otros, son de tal magnitud que
algunas personas tienen la esperanza de que los Estados Unidos intervengan en México para evitar que la
situación del país se deteriore más.
Pero esto no va a ocurrir. Al contrario, si bien a
Estados Unidos no le conviene que haya en México una revolución o desórdenes
que les afecten en su propio territorio, les conviene tener un vecino débil.
El que haya malos gobiernos en México le beneficia
a los Estados Unidos. A los países les
interesa proteger su seguridad nacional y entre más débil sea una nación vecina, menos va a tener que preocuparse por
tener un rival que pueda competir con ellos o amenace militarmente su
territorio.
México nunca ha sido una amenaza a la seguridad
nacional de Estados Unidos o, por lo menos, no un riesgo serio. Cuando así lo
han considerado, nuestros vecinos no han dudado en invadir nuestro país. No
solo para despojarlo de la mitad del territorio cuando Texas decidió unirse a
los Estados Unidos, sino también para perseguir a Pancho Villa cuando atacó el
pequeño pueblo de Columbus, o cuando enviaron cañoneros para tomar el puerto de
Veracruz, o cuando conspiraron con Huerta para derrocar y asesinar a Madero o
para mantener operaciones clandestinas de la DEA, la CIA y otras agencias que
trabajan de manera permanente en nuestro país.
Kissinger decía que Estados
Unidos no tiene amigos sino intereses y en el caso de México esto es muy claro.
Pero esto se refiere a la relación entre gobiernos, ya que los vínculos entre
personas son más estrechos, debido a los once millones de mexicanos que viven
en Estados Unidos o al millón de americanos que viven en nuestro territorio.
Al gobierno de Estados Unidos le interesa tener una
relación entre gobiernos en la que pueda impulsar su agenda para cuidar sus
intereses aprovechando la debilidad de nuestro país. Por ejemplo, en el tema de
la migración indocumentada, Trump se ha
jactado de como dobló al gobierno de
México para que nuestro país aceptara movilizar 28,397 soldados para
evitar que los migrantes que vienen de Centro, Sudamérica y el Caribe, crucen a
su país. Dicho gobierno también ha pedido la cabeza de algún capo de la droga
tal como El Chapo o su hijo y el gobierno de México ha hecho la tarea.
Los políticos americanos usan el tema migratorio
con fines electorales, al decir que los inmigrantes indocumentados representan
un peligro para su país, pero de manera
privada saben del beneficio que representa la mano de obra barata. Esta
ambivalencia se repite en el tema de las drogas, ya que no pueden detener la
enorme demanda de estas o en el tráfico de armas que les genera grandes
beneficios, por lo que los esfuerzos para erradicar estos problemas son siempre
insuficientes pues, o están rebasados o no les conviene resolverlos.
Existen otro tipo de presiones por parte de Estados
Unidos que pueden ser benéficas para los mexicanos, tales como exigir el uso de
energías renovables, las cuales el gobierno de México ha relegado en favor de
energías más caras y contaminantes; o bien en evitar que México prohíba
importar granos transgénicos, medida que podría ser de graves consecuencias
para los mexicanos.
Un gobierno más eficaz, fuerte y estable en México
y que fuera aliado de los Estados Unidos, podría ayudar a resolver problemas comunes de
los dos países. Pero esa fortaleza estaría condicionada a que México no fuera
nunca un rival serio de su vecino del norte, sino solo un socio confiable.
Por otra parte, en general, los americanos no se enteran ni les interesa
lo que pasa en México, así como los mexicanos tampoco están enterados de lo que
pasa en Guatemala o Belice. Los vecinos del sur no son tema ni para ellos ni
para nosotros.
Lo mejor para los Estados Unidos es tener de vecino
un país que no sea su rival y que sea un socio más débil, ya sea estable y confiable o al que se le
pueda doblegar fácilmente. Lo que los
mexicanos decidamos hacer para autoinfligirnos daño eligiendo gobiernos
corruptos o incompetentes solo juega a su favor y en contra de nuestro país. Ellos
no vendrán a rescatarnos de lo que hagamos mal, como no lo han hecho con Cuba,
Nicaragua o Venezuela.
El destino de México está en manos de los mexicanos
y no habrá intervención divina ni de un país extranjero que venga a arreglar sus
problemas. Tendremos que hacerlo solos, enfrentando
con decisión a la delincuencia, la corrupción y eligiendo gobiernos competentes
que resuelvan los problemas de la población.
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