Por: Octavio Díaz García de León
Aviso: Este es un relato
de ficción sobre lo que pudiera ocurrir si se materializara lo que Ray Bradbury
contaba en su novela "Fahrenheit 451" . Podría ser peor.
A mediados del siglo XXI, el Dr.
Montag estuvo de acuerdo con la decisión del gobierno mundial, recién
instalado, para dejar de usar papel para libros, arte y otras formas de
comunicación. Los daños al medio ambiente por la tala de árboles lo hacían necesario.
El Dr. Montag, destacado catedrático de la Universidad Mundial, vio
cómo se formaron brigadas por todo el planeta para recoger y concentrar en
grandes almacenes, libros, material de comunicación y artístico que usara
papel. El material así recogido sería hecho pulpa para elaborar productos como
papel sanitario, servilletas y utensilios desechables para comida, entre otros
usos.
El proyecto que le encomendaron al Dr. Montag contemplaba el
transformar todos los documentos, fotografías, cuadros, grabados, libros y cualquier cosa que usara papel, en medios electrónicos. Una vez concentrados
de esa forma, todas las personas tendrían acceso completo a lo que se había
escrito y conservado a través de la historia. Para ello se usarían sofisticadas
y delgadas pantallas portátiles parecidas a las antiguas tabletas electrónicas
conectadas a computadoras centrales.
El gobierno mundial dispuso también que se dejaran de fabricar y se eliminaran
lápices, plumas, impresoras y todo tipo de herramientas y materiales utilizadas
para plasmar ideas sobre papel ya que, por ejemplo, bastaba que se le dictara a la pantalla
portátil para que se escribieran las palabras. Tampoco se pintarían cuadros o
se realizarían grabados, fotografías, periódicos y revistas que ocuparan papel.
Todo sería electrónico.
Al principio el Dr. Montag encontró resistencias incluso entre sus colegas
que temían depender solo de medios electrónicos para comunicarse y acceder a
información y conocimientos, pero la gran mayoría de la población se sumó a las
ventajas de este gran proyecto ecológico. También vieron que resolvería el
problema del espacio y el peso que ocupaban todos los documentos y libros que
abrumaban a algunos hogares, a las bibliotecas y sobre todo, al gobierno que usaba cantidades descomunales
de papel.
El Dr. Montag vio con satisfacción como miles de millones de personas
por todo el mundo entregaron todos sus libros, fotografías, pinturas y
documentos. Todo era guardado de manera electrónica en las computadoras
centrales del gobierno mundial y no era necesario que la información fuera almacenada
de manera individual.
El Dr. Montag observó que, una vez captado todo el material así
recogido, el mundo entero tenía acceso a todos los libros, cuadros, documentos,
fotografías que antes requerían papel para ser leídos o admirados.
Por su parte, la música tenía décadas que solo se podía encontrar en
los bancos de datos electrónicos centrales. También habían desaparecido los
instrumentos musicales, sustituidos por sintetizadores.
En la siguiente etapa del proyecto, el gobierno mundial fue endureciendo
las medidas para todos aquellos que aún conservaban libros y documentos y
prohibió su posesión. El Dr. Montag, sus
colegas y muchas otras personas tuvieron que entregar los pocos libros que
conservaban por nostalgia. Así fue como el profesor decidió no entregar un
libro particularmente inquietante ante lo que estaba sucediendo, “Fahrenheit
451”, y se preguntaba si se había hecho lo correcto al destruir todos los
contenidos plasmados en papel.
El Ejército Mundial, con uniformes especiales que decían “Recicladores”
acompañado de un símbolo en forma de suástica, iban casa por casa recogiendo
cualquier vestigio de libros, documentos o cuadros que quedaran. Aquellas
personas reacias a entregarlos fueron encarceladas y en algunos casos difíciles,
nunca más se supo de ellos. Así fue como
encontraron el libro oculto del Dr. Montag, quien al rehusar entregarlo, desapareció.
Entonces el gobierno mundial decidió que la mayor parte de los libros,
documentos, cuadros, música y fotografías electrónicos no eran adecuados para
la salud intelectual de la población y los suprimió, sustituyéndolas por
materiales más inocuos como juegos, películas de puro entretenimiento, noticias
fabricadas, etc.
Los científicos, académicos, artistas, periodistas, comunicadores y
escritores ya no podían publicar nada ni tenían forma de transmitir sus ideas o
expresiones artísticas, sin que fuera autorizado por el gobierno mundial. Lo mismo sucedió con la música que fue objeto
de una enorme expurgación, especialmente de música clásica y otras formas
elevadas de ese arte que fueron sustituidas por formas populares como el
reggaetón, música pop y la trova con mensajes inocuos.
El gobierno mundial fue así dosificando lo que la población podía leer,
ver y escuchar, suprimiendo la circulación de ideas. Las élites gobernantes continuaron
desarrollando la ciencia y la tecnología. Para ello se auxiliaban con programas
de inteligencia artificial y todo tipo de robots, especialmente militares. Se consolidó así la quinta transformación de
la humanidad.