“¿Podrías decirme, por favor, qué camino he de tomar para salir de
aquí?
—Depende mucho del punto adonde quieras ir —contestó el Gato.
—Me da casi igual adónde —dijo Alicia.
—Entonces no importa qué camino sigas —dijo el Gato.”
Lewis Carroll
Por: Octavio Díaz García de León.
La idea: Una de las
herramientas más usadas en la administración es la dirección por objetivos. En
el ámbito empresarial, la fijación de objetivos y la medición de cómo se van
logrando es una tarea cotidiana clave. No así en las instituciones del gobierno
en donde no existe la misma exigencia.
Una organización que no tiene claro sus objetivos y la forma de
lograrlos, está condenada a desaparecer. En las empresas esto ocurrirá muy
rápido. En el gobierno, las instituciones pueden sobrevivir por inercia durante
años, pero se vuelven irrelevantes y son un desperdicio para la nación.
La planeación estratégica requiere que la alta gerencia tenga claridad
de rumbo para que a partir de allí el resto de la organización se sume para dar
los resultados deseados.
Para ello, Peter Drucker introdujo la administración por objetivos en
1954. https://www.investopedia.com/terms/m/management-by-objectives.asp. Ésta consta de
cinco pasos:
1. De la misión y visión de la empresa, se fijan los objetivos estratégicos.
2. Estos se traducen en objetivos para los empleados los cuales deben ser
específicos, medibles, aceptables, realistas y acotados en el tiempo.
3.
Se invita a los empleados a que fijen sus objetivos individuales, partiendo
de los determinados por la gerencia.
4.
Se vigila el avance hacia el logro de los objetivos.
5.
Finalmente se evalúa el desempeño del empleado, se le premia o castiga,
según sea el resultado y se le da retroalimentación sobre su desempeño.
Las empresas establecen objetivos, indicadores de desempeño y metas en
aspectos tales como volumen de ventas, generar utilidades, generar flujo de
efectivo, tener liquidez, no sobrepasar cierto apalancamiento, lograr participación
en el mercado, etc...
Para las instituciones de gobierno esto no resulta tan sencillo. Por
ejemplo, ¿cómo saber si se está reduciendo la corrupción si se carecen de
indicadores adecuados?
En el sexenio de Fox se establecieron las metas presidenciales y en el
de Calderón se implantó el presupuesto basado en resultados (Ver libro de Enrique
Abedrop https://www.iexe.edu.mx/editorial/presupuesto-basado-en-resultados).
Pero la incorrecta aplicación de ambas herramientas no hizo más
eficiente al gobierno, quien le ha quedado a deber a la población en tareas
clave como crecimiento de la economía, empleo, educación de calidad, seguridad
pública, salud para todos, combate a la corrupción, etc…
Esto sucede por varias razones:
1.
Los objetivos, metas e indicadores usados no son los apropiados para
lograr lo que la población quiere de las instituciones.
2.
El fijar objetivos termina siendo
un ejercicio burocrático más.
3.
Los objetivos de la institución no se traducen en objetivos para los
servidores públicos encargados de lograrlos.
4.
Las evaluaciones al desempeño de los funcionarios, cuando las hay, no
reflejan lo que la institución requiere de ellos y son mero trámite.
5.
Se simulan objetivos retadores y todos cumplen al 100%.
Tampoco hay un buen sistema de rendición de cuentas y por lo tanto no
hay consecuencias para los funcionarios incumplidos. Se carece también, a
diferencia de la iniciativa privada, de un sistema de estímulos que premie a
los buenos servidores públicos en todos los niveles.
No solo no se cuenta con objetivos adecuados, sino que tampoco existen
los procesos necesarios para dar resultados. Cuando cambian las
administraciones, a veces cambian objetivos, pero no se cambia la forma de
trabajar y se continúan las inercias del pasado.
Es como si a un fabricante de
plumas desechables se le pidiera de pronto que empezara a producir plumas de
lujo o a la Secretaría del Trabajo que genere empleo, tarea para la cual no fue
diseñada.
Una de las críticas que se hacen a la administración por objetivos es
que los empleados están dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de
alcanzarlos, cayendo en prácticas poco éticas.
Un caso reciente durante la pandemia es el tener como objetivo el
mantener el mayor número de camas disponibles en los hospitales. Por ejemplo,
para lograr ese objetivo, solo se aceptan pacientes de COVID en los hospitales,
muriendo en la calle o en la casa personas con otras enfermedades. O solo se aceptan
pacientes con síntomas avanzados de COVID, cuando ya es muy tarde para
salvarlos.
Un objetivo más obvio para el sistema de salud hubiera sido el tener el
menor número de contagiados, identificándolos con pruebas masivas y aislándolos
y, por lo tanto, tener menos pacientes en hospitales y menos muertes. Se optó
por tener camas disponibles.
Un buen gobierno, como cualquier otra organización, requiere buenas
técnicas de administración y para ello requiere expertos en dirección de
organizaciones que conozcan y apliquen con eficacia técnicas como la dirección
por objetivos, con lo cual, se podrían lograr resultados que satisfagan a la
población.
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@octaviodiazg
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