Por: Octavio Díaz García de León.
La idea: El número de
homicidios dolosos en México sigue al alza rompiendo récords. Pero no solo los homicidios sino en general
los actos delictuosos siguen creciendo de forma incontenible. Disminuirlos será
uno de los retos más grandes y urgentes del próximo gobierno, aunque la
sociedad tendrá que tomar en sus manos buena parte de la solución.
Por años,
las autoridades han discutido el problema de la seguridad pública generando
innumerables propuestas y llevando a cabo acciones, pero sin lograr resultados.
Si bien
en materia de seguridad pública existen muchas aristas, habrá que atenderlas de
manera diferenciada y no solo buscar grandes soluciones, sino pequeñas acciones
que incidan en la solución del problema.
La inseguridad
está representada por diversos delitos con diverso impacto. El de mayor agravio
es el homicidio doloso, del cual entre enero y agosto se cometieron 18,885
homicidios, rompiendo récord.
Una parte
no cuantificada de estos se debe a la lucha entre las bandas de delincuencia
organizada y es la que más impacta a la opinión pública. Para disminuirlos se
han dado muchas soluciones: desde profesionalizar a las policías locales hasta
usar a las fuerzas armadas, sin resultados.
Recientemente
se está manejando nuevamente la idea de que hay que pactar la paz con los
delincuentes. ¿Con cuáles? ¿Con que reglas extralegales? ¿Con que garantía de
que será en beneficio de la población? Mas que solución, esta alternativa nos
encaminaría a convertirnos en un narco estado.
Si bien
el asesinato es el delito de mayor impacto, la inseguridad cotidiana, tal como
el robo y la extorsión, afecta a un mayor número de personas. El INEGI señala
en la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción Sobre Seguridad Pública (ENVIPE)
2018 que, durante 2017, 25.4 millones de personas fueron víctimas de 33.6
millones de delitos, los cuales costaron a las víctimas casi 300 mil millones
de pesos, equivalentes al 1.6% del PIB.
Por ello,
urge enfocar las baterías al combate de la inseguridad cotidiana, claro, sin
descuidar los delitos de alto impacto como los homicidios y los más de 80 mil
secuestros que reporta el INEGI.
El Estado
mexicano no ha podido resolver el problema por lo que se debe seguir
insistiendo en la construcción de instituciones, profesionalización de
policías, mejora de cárceles, mejores investigaciones, combatir la corrupción,
definir el papel de las fuerzas armadas, aumentar el número de policías y un
largo etcétera.
Pero todo
esto requiere tiempo, voluntad y capacidad política. No es algo que un gobierno entrante vaya a
solucionar en el corto plazo.
Pero no
hay que perder más tiempo. La sociedad debe pasar a la acción y no esperar a
que el gobierno resuelva la inseguridad. Se debe actuar en la comunidad en
aspectos como:
1.
Barrios y colonias vigilantes. Tal y como lo ha sugerido el ex senador
Francisco Búrquez, los vecinos deben
crear organizaciones para suplementar servicios públicos que las autoridades no
les otorgan, creando administradores de barrio, como existen en los condominios.
Estos administradores podrían contratar
personal especializado, instalar cámaras, protecciones de acceso, alarmas que
alerten a los vecinos en caso de asaltos, alertas por redes sociales y otros
mecanismos en donde los habitantes puedan intervenir, dependiendo de los
recursos con que cuenten.
2.
Cámaras empresariales. Todos los sectores empresariales sufren
delitos que les afectan mucho. Por ejemplo, el asalto a trenes de carga.
Podrían entre todos, crear áreas de seguridad dedicadas a combatir estos delitos,
instalando sistemas de vigilancia, recabando inteligencia en las comunidades
donde los asaltan y aportando información que permita a las autoridades
competentes encarcelar a los maleantes. También reforzar a sus guardias armados
y establecer otras medidas de disuasión.
3.
Comerciantes del barrio. Se podrían asociar para protegerse entre
todos, especialmente de delitos como robo, extorsión y secuestro, mediante
sistemas de vigilancia, sistemas de alerta, identificación de maleantes y una
fuerza de seguridad privada que los proteja. Podrían trabajar en conjunto con
los administradores de barrio.
4.
Pequeñas poblaciones. La policía comunitaria es una opción, siempre
y cuando proteja a la población y no a los delincuentes. El caso de Cherán en
Michoacán es digno de estudiarse y otros casos de legítima auto defensa.
La
comunidad judía en México tiene formas exitosas de auto protección utilizando a
expertos retirados del ejército israelí y del Mossad. En México existe mucho
talento proveniente del gobierno y de las fuerzas armadas que se puede
aprovechar y de hecho ya lo hacen algunas empresas, para su protección.
Especialmente
ahora que podría venir una desbandada en las instancias de seguridad del gobierno
por la posible reducción de sus sueldos, prestaciones y por tener condiciones
de trabajo desfavorables.
No es lo
ideal que, habiendo autoridades responsables de combatir la inseguridad,
pagadas con los impuestos de todos, tengan los ciudadanos que defenderse por su
propia mano.
Pero
estamos ante un escenario donde no se vislumbra que las autoridades puedan
incidir en el problema en el corto plazo y la población no puede quedarse
esperando a que el gobierno haga algo. Es tiempo de que la población tome un papel más
activo en su protección.
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