Por:
Octavio Díaz García de León
Las
personas que tienen éxito en la vida, a gran o pequeña escala, como seguramente
lo ha tenido usted, estimado lector, ¿lo deben a su capacidad, esfuerzo,
dedicación o lo deben a la suerte? Tal es lo que nos plantea Robert H. Frank,
profesor de la Universidad de Cornell, en su interesante libro “Éxito y Suerte.
Buena fortuna y el mito de la meritocracia.” El autor concluye que es una
combinación de ambos factores, pero atribuye a la suerte más importancia de la
que solemos darle. Preferimos pensar que si hemos tenido éxito en la vida se
debe más a nuestras cualidades que a la suerte. Pero no es así.
De
acuerdo con un estudio, que cita el autor, la mitad de lo que determina el
ingreso de las personas en el mundo se debe al país donde nació y la
distribución del ingreso en su país. Pero nadie escoge donde nacer, así que, si
usted tuvo la fortuna de nacer en un país desarrollado y con una distribución
del ingreso adecuada, seguramente tendrá un ingreso muy superior a que si
hubiera nacido en un país subdesarrollado.
Por
ello no es raro que haya tanta migración de mexicanos hacia Estados Unidos
porque una forma de cambiar la suerte de sus hijos es que nazcan allá. En ese
país tendrán mejores oportunidades que si nacen en México. Asimismo, si usted tuvo
la suerte de nacer en una familia de clase media, la probabilidad de que sus
hijos continúen en ese segmento de ingresos o alcancen un estatus superior es
alta, mientras que, si tuvo la suerte de nacer en pobreza, las posibilidades de
alcanzar un estatus de clase media son más remotas.
¿Por
qué ocurre así? De acuerdo con el profesor Frank, diversos factores amplifican
la suerte de personas o instituciones. Entre ellas están pequeños factores
positivos en las condiciones iniciales. Por ejemplo, Bill Gates el hombre más
rico del planeta y fundador de Microsoft, tuvo la suerte de asistir de niño a
una de las primeras escuelas que tuvieron una computadora que permitía
programar en tiempo real, lo que le permitió adquirir un conocimiento clave
para fundar su compañía. Otro factor es
el efecto “el ganador se lleva todo” que ocurre especialmente en empresas
recientes de alta tecnología. Por ejemplo, Microsoft era una de tantas pequeñas
empresas de software, pero una vez que obtuvo el contrato para poner el sistema
operativo de todas las computadoras personales que desarrolló IBM en sus inicios
y cobrar una regalía por él, le permitió desplazar del mercado a sus
competidores hasta convertirse en una de las empresas más grandes del mundo.
Por
ello, si las condiciones iniciales son un factor tan determinante para el éxito
de las personas, el profesor Frank dice que está en nuestras manos propiciar
que existan esos factores positivos que permiten tener una sociedad exitosa. De
acuerdo con el autor, uno de los factores de “suerte” que tienen los países
desarrollados es la infraestructura que han acumulado a lo largo de años lo que
les permite tener vías de comunicación, sistemas educativos, seguridad pública
y sistemas de salud avanzados dándoles una gran ventaja sobre competidores de
países menos privilegiados. De allí la importancia de contar con una muy buena infraestructura
y servicios gubernamentales de calidad.
A nivel personal creo que la suerte está dada
por el entorno en que se nace, pero también por nuestra actitud hacia ella. Como
les digo a mis hijos, para sacarse la lotería hay que tener dinero para el
billete y luego ir a comprarlo. O sea, es necesario tener las condiciones
necesarias para ser exitosos tales como capacidad, dedicación, conocimientos y
luego buscar las oportunidades para, con un golpe de suerte, tener éxito. Por
ejemplo, para conseguir un buen trabajo se requiere tener los requisitos del puesto
y luego ir a solicitarlo. Si se tienen las capacidades y tenemos la suerte de
que no haya un mejor candidato, se obtendrá el trabajo.
El
autor dice que ha habido un movimiento mundial por disminuir impuestos lo cual
es un error. Esto ha sido impulsado por las élites que no se dan cuenta que su éxito
se debe a la “suerte” de vivir en países con una infraestructura extraordinaria,
la cual proviene de la inversión que sus gobiernos han hecho gracias a los impuestos.
Por ello, dice, los impuestos no son malos sino incluso debería haber más.
Para
ello sugiere sustituir el impuesto progresivo al ingreso (Entre más ganas, más pagas impuestos) por un
impuesto progresivo al consumo (Entre más
gastas, más pagas impuestos). La idea es fomentar el ahorro y la inversión
y evitar que las personas consuman cosas superfluas que no le agregan nada a su
bienestar y son un mal uso de recursos.
El
problema en México es que mientras haya corrupción, y desperdicio, el poner más
impuestos para generar más ingresos al gobierno, no se traducirá necesariamente
en mejor infraestructura y servicios. Debemos, por lo tanto, empezar por abatir
la corrupción antes de pensar en más gastos e impuestos.
La
suerte cuenta a veces tanto o más que el mérito. Pero si la mitad de nuestra
suerte es haber nacido en México (Mala suerte para una gran cantidad de
mexicanos que tuvieron que emigrar para mejorarla) está en nuestras manos
cambiarla mejorando las condiciones del país.
Twitter: @octaviodiazg http://heraldo.mx/tag/todo-terreno/ Correo: odiazgl@gmail.com
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