Por:
Octavio Díaz García de León.
@octaviodiazg
Antes
de 2005 existía un vacío legal en las labores del Centro de Investigación y
Seguridad Nacional (CISEN).
Por ello su entonces Director General y actual Ministro de la Suprema Corte,
Lic. Eduardo Medina Mora, diseñó e impulsó la Ley de Seguridad Nacional, con lo
que se cubrió el vacío legal que existía en el desarrollo de las tareas del CISEN. Esta Ley mandata que ésta institución se dedique a generar
inteligencia para ayudar a prevenir los riesgos que podrían afectar a la
seguridad nacional. Para ello colabora en la elaboración de la Agenda Nacional
de Riesgos que aprueba el Consejo de
Seguridad Nacional; esta Agenda debe ser
informada a la Comisión Bicameral del
Congreso en materia de Seguridad Nacional (Integrada por tres senadores y tres
diputados), lo que constituye una
importante innovación en materia de rendición de cuentas; esta Ley también regula
las intervenciones secretas a las comunicaciones privadas de las personas, las
cuales solo pueden hacerse mediante orden de juez especializado en la materia.
Una
de las prioridades de la pasada y de la actual Administración federal ha sido
el fortalecimiento de las labores de inteligencia, especialmente aquellas orientadas
a combatir el crimen organizado. Notas periodísticas dan cuenta del éxito de estos
trabajos de inteligencia para atrapar a cabecillas de la delincuencia organizada. La
caída de Miguel Ángel Treviño, “El Z-40”, de Joaquín Guzmán, “El Chapo”, de Dionisio
Loya, “El Tío”, de José María Chávez, “El Pony”, de Omar Treviño, “El Z-42”, de
Servando Gómez, “La Tuta”, de Héctor Beltrán Leyva, de Enrique Plancarte, de Nazario Moreno y de José
Rodríguez ,“El Gafe”, entre otros, demuestra
que la inteligencia está funcionando en la Administración del presidente Peña
para descabezar a las organizaciones de la delincuencia organizada.
En otra
ocasión he mencionado que no es lo mismo seguridad pública que seguridad
nacional, pero cuando la delincuencia amenaza a las instituciones del Estado
entonces se convierte en un asunto de seguridad nacional. Los acontecimientos en
Michoacán, Guerrero y Tamaulipas son ejemplos en donde lo que está en juego es el
Estado mexicano. Por ello se justifica la intervención tanto del CISEN como de la
Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina Armada de México en
estas actividades de seguridad pública, aunque persisten huecos legales que sustenten
debidamente la actuación de estas instituciones de Seguridad Nacional en tareas de seguridad pública. Casos como el de Tlatlaya plantean ésta
necesidad.
Desde
el punto de vista operativo, las labores de inteligencia están sufriendo
grandes cambios. En un artículo reciente de la revista Foreign
Affairs, Jane Harman plantea nuevos enfoques para las agencias de
inteligencia americanas. Algunas de estas lecciones podrían aplicarse en México.
Entre los cambios relevantes que se han dado menciona:
1. Inteligencia
Humana. La importancia
de la inteligencia humana (HUMINT) está disminuyendo. No deja de ser útil tener
informantes o un micrófono estratégicamente
colocado, pero este tipo de inteligencia, que además es la más difícil,
está perdiendo su utilidad.
2. Fuentes
Abiertas. La revolución
de las redes sociales ha hecho posible que se obtenga mejor inteligencia en
tiempo real de fuentes públicas que de otro tipo de fuentes. Esto plantea no
solo ampliar las capacidades de recopilar información abierta sino de hacer
minería de datos para extraer información útil y aplicar sistemas automatizados
de análisis que permitan explotarla.
3. Empresas
Privadas. Más bien son
las empresas privadas las que tienen la mayor cantidad de bases de datos e
información útil para labores de inteligencia que los propios organismos que se
dedican a eso. Tal es el caso de las empresas Apple, Google, Facebook, Twitter,
Linkedin y otras que poseen billones de datos de personas de todo el mundo, más
aún que la propia Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Entonces lo que se
requiere son alianzas estratégicas con esas empresas para obtener información.
4. Drones (Aviones
no tripulados). El uso
de drones para labores de
inteligencia está cada vez más extendido. La Agencia Central de Inteligencia (CIA)
hace un gran uso de estos aviones en operaciones militares para atacar blancos
escogidos.
Estas
estrategias podrán mejorar las labores de las instituciones de inteligencia en México, aunque abre oportunidades
para que quienes se dedican al espionaje ilegal también amplíen sus
capacidades. Las nuevas herramientas no solo son útiles para agencias de
inteligencia en materia de seguridad. Hay otras instancias del gobierno que podrán
ampliar sus capacidades, tales como el Instituto Federal de Telecomunicaciones
(IFT) y la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE) en sus
investigaciones de prácticas anticompetitivas.
La
disputa en el siglo XXI es por la información. Para tener ventajas competitivas,
las capacidades de inteligencia se convierten en una herramienta clave para
todos; para las instancias del gobierno enfrentando problemas de seguridad o prácticas
ilegales ya sea en materia de delincuencia o en prácticas anti competitivas; para
las empresas privadas la inteligencia se vuelve clave para obtener ventajas en
el mercado. Del otro lado del espectro, para los delincuentes o para quienes
intentan obtener ganancias mediante prácticas ilegales, la inteligencia para
conocer las acciones de las autoridades es
vital para su supervivencia. En esta
disputa por la información, las capacidades tecnológicas harán la gran diferencia.
Esperamos que la balanza se incline a favor de quienes se encargan de guardar
la Ley.
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